Revista F@ro Nº 4 - Monográfico

Comprender la globalidad desde la proximidad
Aportaciones no-androcéntricas a la construcción de un humanismo plural [1]

Amparo Moreno Sardá[2]
Universidad Autónoma de Barcelona
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En una sociedad vasta, compleja, atravesada por diversas desigualdades sociales e interrelacionada por una tupida red de medios de transporte y comunicación, en constante cambio y en la que persisten injusticias ancestrales, resulta cada vez más acuciante poder comprender lo que sucede a nuestro alrededor para identificar el sentido de nuestras actuaciones personales y colectivas.

Pero la posibilidad de conocer y hacer inteligible la realidad no depende sólo de la experiencia directa que cada cual vamos adquiriendo desde que nacemos y quizás antes, a medida que tejemos relaciones de comunicación con mujeres y hombres que se encuentran próximas o más o menos distantes en el espacio o en el tiempo, cuyos ritmos, imágenes, voces y explicaciones nos llegan directamente o a través de libros u otros medios de comunicación que los conservan y difunden. Depende en gran parte de los conocimientos acumulados por otras personas con las que nos relacionamos directamente, y de conocimientos elaborados por personas con las que no tenemos relación directa, profesionales de distintas ramas del saber que hacen abstracción de las particularidades y extraen datos de carácter colectivo.

El peso de estos conocimientos ajenos, que no adquirimos por propia experiencia y cuya validez no podemos probar directamente, es cada día mayor. Los interiorizamos a lo largo de nuestra vida a medida que nos convertimos en seres humanos adultos de acuerdo con los cánones de nuestra cultura y al relacionarnos con otras personas en el marco de instituciones encargadas de transmitir informaciones de una generación a otra, en forma de ritos, mitos, saberes y poderes: las familias, los ejércitos, las iglesias, las escuelas, los estados con sus instituciones políticas, las universidades, las academias, los círculos culturales y de ocio, las literaturas, las músicas, las artes escénicas y plásticas, los periódicos, las películas, etc. Y a menudo utilizamos estos conocimientos ajenos sin ponerlos en duda, como dogmas incuestionables; incluso nos aferramos a ellos aunque entren en contradicción flagrante con lo que nos dice nuestro olfato, nuestro sentido de supervivencia, nuestra experiencia y nuestras reflexiones más razonables. ¡Hasta tal punto les atribuimos una autoridad y una veracidad!

Muchas mujeres, tras incorporarnos al mundo académico y político, hemos experimentado esta desazón de una forma especialmente acuciante cuando constatamos que hemos aprendido a dar por válidas unas explicaciones en las que nada se dice de nosotras, que nos resultan ajenas e incluso que hablan en contra de nosotras. Y hemos comprobado que estas explicaciones, vinculadas a espacios históricamente restringidos, a colectivos de varones que formaban parte de las iglesias y del poder político y profesional, de los que las mujeres fuimos expulsadas y excluidas, perviven inmutables como si pudieran quedar al margen de los cambios sociales que hemos impulsado.

Un desasosiego semejante se experimenta también en otras situaciones: pensemos en el "fracaso escolar", o en el escaso interés que despiertan la mayoría de las asignaturas teóricas en nuestras facultades y las dificultades para renovar los planes de estudio de humanidades, ciencias sociales y ciencias de la comunicación; en el "fracaso informativo" derivado de unos medios de comunicación incapaces de fomentar la participación y el control democrático para promover una sociedad más justa; en los desajustes entre las nuevas posibilidades de las tecnologías digitales y unos contenidos anclados en convencionalismos.

La explicación de las transformaciones históricas de las formas de comunicación, información y conocimiento, objeto de la Historia de la Comunicación, ha de dar cuenta tanto de los procesos de transmisión de informaciones y conocimientos en la sucesión de las generaciones, diacrónicamente, como de las pervivencias y los cambios que se dan en las diferentes culturas compartidas por personas con distintas trayectorias y que conviven en un mismo momento, sincrónicamente. De este modo, podría permitir comprender los desajustes que se producen hoy entre las formas de comunicación y conocimiento heredados de las generaciones anteriores, y las nuevas formas que hay que construir para responder a las necesidades derivadas de las transformaciones sociales.

Este es el reto principal que tenemos hoy: hacer un diagnóstico acertado de las causas que provocan la falta de interés que despiertan entre las jóvenes generaciones las formas de explicar la sociedad que se transmiten en el sistema escolar y en los medios de comunicación de masas "serios". Porque esta brecha epistemológica que se está produciendo hoy entre las generaciones no afecta sólo a las chicas y chicos que son víctimas de lo que se conoce como "fracaso escolar", y que propiamente hay que definir como fracaso del sistema escolar; afecta también a las personas adultas, a madres y padres, al profesorado, a los profesionales de la información y a los especialistas en ciencias sociales y humanidades cuyos estudios no aciertan a dar soluciones a los problemas de nuestra sociedad.

En los ambientes feministas se relaciona esta brecha epistemológica con el "género"; pero la proliferación de estudios específicos sobre las mujeres no ha repercutido en una mejor comprensión del conjunto de relaciones sociales entre mujeres y hombres de distintas condiciones. En el sistema escolar a menudo se atribuye el problema a la mayor facilidad de la gente joven para utilizar las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, y a las dificultades que tiene la gente más mayor para usarlas; en consecuencia, se fomenta la introducción en las aulas de los centros escolares de equipamientos tecnológicos cuanto más nuevos mejor. Pero estas soluciones parciales no consiguen resolver un problema que al contrario, se agudiza día a día.

Porque, como nos enseña la Historia de la Comunicación, las formas de comunicación y de conocimiento son distintas según las sociedades y han cambiado a lo largo del tiempo. Y el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información nunca ha sido la causa primera de los cambios sociales sino la consecuencia, el resultado de buscar respuesta a nuevas necesidades derivadas de las transformaciones sociales, las herramientas desarrolladas para solucionar nuevas necesidades. En las distintas sociedades y a lo largo de los tiempos, los instrumentos técnicos y simbólicos para el registro y la conservación de la información han sido construidos para buscar soluciones y adecuar la gestión de la comunicación y el conocimiento a los cambios sociales. Y de la misma manera que el alfabeto en la Grecia clásica, o la imprenta en la Europa del Renacimiento permitieron generar nuevas formas de humanismo y de explicar la realidad más acordes con las necesidades de las respectivas sociedades, así también hoy la implantación de las tecnologías digitales ha de ir acompañada de un cambio epistemológico adecuado a las nuevas realidades sociales.

Pero la Historia de la Comunicación explica también que a menudo los cambios técnicos han sido más rápidos que los cambios en los contenidos, debido a las resistencias de los colectivos profesionales que controlaban los saberes vinculados al poder. Resulta, por tanto, imprescindible explorar el epistemológico así como las posibilidades que ofrecen hoy las tecnologías digitales para formular un nuevo humanismo que permita re-conocer la pluralidad de trayectorias vitales y situaciones culturales que afectan a mujeres y hombres de distintas edades y situaciones, en las realidades más próximas de cada localidad en las que transcurre la vida cotidiana de las personas, y teniendo en cuenta las interrelaciones que establecemos con la sociedad global utilizando las redes y medios de transporte y comunicación. Este humanismo plural ha de servir de base a nuevas formas de democracia participativa y de intervención política para construir una sociedad más justa.

Para explorar este cambio en las formas de conocimiento y explicación hemos tenido que revisar la propia concepción de la Historia, de la Comunicación y de las disciplinas académicas humanísticas y sociales. A esta tarea nos dedicamos en la primera mitad de los años ochenta, a partir de la crítica al orden androcéntrico del discurso académico que nos permitió identificar e incorporar a la explicación histórica aspectos excluidos o menospreciados como insignificantes, y formular nuevos paradigmas que nos han permitido elaborar explicaciones sobre el pasado y presente teniendo en cuenta al conjunto diverso de mujeres y hombres de diversas edades y condiciones que constituyen las sociedades contemporáneas.

Explicaremos primero brevemente este recorrido, ya que resulta imprescindible para comprender los fundamentos de las propuestas didácticas a las que dedicaremos la segunda parte, que hemos experimentado desde mediados de los años ochenta y se plasman hoy en Internet, una herramienta que facilita formular un nuevo humanismo plural, ex-céntrico e interactivo.

1. De la Historia de la prensa a la Historia de la Comunicación

La Historia de la Comunicación es una disciplina relativamente joven, que ha de resolver diversas ambigüedades y contradicciones. En primer lugar, no existe un acuerdo para designarla como Historia de la Comunicación, Historia de las Comunicaciones, o Historia de los Medios de Comunicación, en consecuencia, para definir su contenido y alcance. Además, tropieza con los condicionantes de un mundo académico que se debate entre el anquilosamiento propio de una institución que se reproduce y perpetúa a sí misma a base de obligar a que cada generación reproduzca el saber acumulado, y la renovación ineludible propia del pensamiento científico que obliga a explorar soluciones a las nuevas necesidades.

Los condicionantes académicos más evidentes de la Historia de la Comunicación se derivan de las dos ramas de las que procede y se nutre fundamentalmente: la Historia, y las investigaciones y teorías sobre los medios de comunicación de masas. "Durante gran parte de su vida intelectual inicial, la Historia de la Comunicación fue la Historia de la Prensa" , advertía W. D. Rowland ( 1997) en los años '90. Ciertamente, los estudios históricos sobre los medios de comunicación de masas fueron, junto con los estudios jurídicos, los primeros que se desarrollaron desde mediados del siglo XIX, coincidiendo con la construcción de los Estados nacionales y con la implantación de la prensa de masas (Moreno, 1992). El desarrollo del periodismo como profesión y de los centros de formación de periodistas, hizo que la Historia del Periodismo se formalizara, desde finales del siglo XIX, como una disciplina académica a la búsqueda de su propio estatuto científico. En la primera mitad del siglo XX, a medida que se fueron implantando los medios audiovisuales, se elaboraron las correspondientes historias del cine, la radio, la televisión. Pero no todos los medios han recibido la misma consideración por parte de los estudiosos: mientras la prensa escrita, especialmente la de información política, ha merecido, junto con el cine, una atención privilegiada, la radio, la industria discográfica, la publicidad comercial o la televisión han despertado menos interés y a menudo se han centrado en los aspectos tecnológicos.

El desarrollo de nuevos medios de comunicación de masas fue paralelo al predominio de unos estudios sociológicos que en la segunda mitad del siglo XX se han dejado llevar con frecuencia por un pragmatismo inmediato, presentista, que ha conducido a menospreciar la perspectiva histórica. Paralelamente, los estudiosos de la Historia Contemporánea se han centrado preferentemente en los protagonistas y acontecimientos políticos y en las publicaciones que corresponden con este enfoque, y han menospreciado los medios de comunicación más masivos y la publicidad que los financia. Ambas visiones restrictivas se derivan de un discurso académico androcéntrico anquilosado, que se ha distanciado cada vez más de los cambios que se han producido en unas sociedades cada vez más plurales. De ahí las dificultades para comprender la relación entre las transformaciones sociales y unos medios de comunicación en constante cambio.

La consolidación de la cultura de masas en la segunda mitad del siglo XX planteó la necesidad de un enfoque global para comprender el desarrollo del conjunto de los medios de comunicación y sus relaciones con las transformaciones sociales, económicas, culturales. Esta es la orientación en que apuntaron dos obras publicadas en 1962, que, aún con perspectivas distintas, han sido decisivas para el desarrollo de la Historia de la Comunicación: La comprensión de los medios como extensiones del hombre, de Mc Luhan [3], e Historia y crítica de la opinión pública, de Junger Habermas, que se inscribe en la tradición marxista de la Escuela de Frankfurt.

Las exigencias de la práctica docente en los centros universitarios de formación de profesionales de los medios de comunicación coincidieron también con la necesidad de elaborar explicaciones de conjunto. David Crowley y Paul Heyer (1997), en el prólogo a una de las obras de referencia de esta disciplina, explican que la falta de materiales de apoyo para la enseñanza de la Historia de los Medios de Comunicación y la Teoría de la Comunicación les impulsó a preparar una recopilación de textos. Con el mismo problema nos encontramos quienes tuvimos que resolver la docencia de estas asignaturas en las Facultades de Ciencias de la Información que se crearon en España a principios de los años '70, con el objetivo de incorporar a la Universidad unos estudios que hasta entonces se realizaban en las Escuelas de Periodismo y a los que se añadieron los restantes medios de comunicación, la publicidad y las relaciones públicas. El primer plan de estudios definió unas asignaturas de Historia de los Medios de Comunicación y de Historia del Periodismo, Universal y de España, que pronto nos propusimos redefinir en el marco más amplio de una Historia de la Comunicación [4].

En los años '70 se continuó explorando este enfoque global [5]. Y a partir de los años '80 empezaron a proliferar las investigaciones y los intentos de formular panoramas generales en los que situar estudios y análisis específicos [6]. El incremento de bibliografía marcó la consolidación y el reconocimiento de la Historia de la Comunicación como disciplina académica y favoreció la publicación de obras de autores que hasta entonces no habían manifestado preocupaciones históricas [7], y de numerosas investigaciones y obras de síntesis.

En este recorrido se han definido las dos cuestiones clave a las que ha de dar respuesta la Historia de la Comunicación:

· la primera, qué relaciones existen entre las transformaciones que se han producido en los medios de comunicación e información, y las relaciones sociales y la cultura en el sentido más amplio;

· y, la segunda, qué repercusiones tienen los medios de comunicación, como herramientas técnicas y simbólicas, en las formas y los procesos cognitivos, de forma inmediata y a largo plazo.

Como hemos apuntado, las dificultades para responder a estas cuestiones nos condujo a diagnosticar que el problema radicaba en el orden androcéntrico del discurso académico, y a la necesidad de de-construirlo para poder incorporar diversos aspectos excluidos o menospreciados como insignificantes. Esta de-construcción nos llevó a formular nuevos paradigmas que permiten construir otras explicaciones en las que se tiene en cuenta el conjunto diverso de mujeres y hombres de diversas edades y condiciones que establecen relaciones diversas en espacios locales próximos y a través de las redes globales que constituyen las sociedades contemporáneas. En estas tareas, los medios de comunicación audiovisuales han resultado de gran utilidad y especialmente los medios digitales.

2. La de-construcción del orden androcéntrico del discurso académico y los paradigmas de la Historia de la Comunicación

Inicialmente me propuse abordar la primera de las cuestiones que he enunciado: la relación entre la implantación de los medios de comunicación, y la transformación de las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales. Pronto advertí que en esta tarea tropezaba con diversas dificultades. La solución más fácil consistía en sazonar los datos sobre la historia de los medios de comunicación, normalmente reducida a aspectos tecnológicos e institucionales, con referencias al contexto histórico . Sin embargo, los datos que ofrecían los libros de Historia contemporánea sobre el contexto histórico no encajaban con los interrogantes que plantea la implantación de los medios de comunicación de masas, porque suelen restringir la atención a los acontecimientos públicos vinculados con las actuaciones de una parte minoritaria de la población, los varones adultos que ejercen el poder en los escenarios públicos, políticos o económicos, mientras que los medios de comunicación de masas se refieren y se dirigen al conjunto de la población.

Este enfoque preferente a una parte de la población y de la vida social es el resultado de lo que hemos definido como el orden androcéntrico del discurso académico [8], porque lejos de explicar las relaciones entre el conjunto de mujeres y hombres de diversas edades y condiciones sociales, resulta parcial y partidista, ya que valora como superior cuanto se relaciona con los proyectos de dominio expansivo de los colectivos que ejercen el poder. En consecuencia, no permite dar cuenta de las diversas transformaciones que se han operado a lo largo del siglo XX en los espacios domésticos y privados , en los que precisamente se han introducido los medios de comunicación de masas y los bienes de consumo que en ellos se publicitan y los financian; y tampoco de las relaciones entre estos cambios y los que se han producido tanto en el sistema institucional, como en las situaciones marginales.

Este enfoque androcéntrico favorece también que se ensalcen los instrumentos tecnológicos y simbólicos que se han construido históricamente para el ejercicio del poder, por tanto, alimenta unas visiones que podemos calificar como tecnolátricas, en las que las tecnologías aparecen como sujetos agentes de los cambios sociales.

La crítica al orden androcéntrico del pensamiento académico permite formular un primer paradigma [9] relacionado con la primera cuestión. Frente a unas explicaciones que restringen la atención a los varones adultos de las clases y los colectivos dominantes, a los que atribuyen el papel de protagonistas y agentes de la historia, a base de menospreciar y silenciar las aportaciones de otras y otros mujeres y hombres, en este primer paradigma partimos de la base de que todos los seres humanos participamos de alguna manera y somos responsables del funcionamiento de la sociedad; y frente a la valoración de estos varones como modelo de lo natural-superior, que legitima su sistema de valores orientado al dominio expansivo, podemos considerar que la expansión territorial repercute en la organización interna del grupo que la practica e impulsa la construcción de instrumentos simbólicos, institucionales y tecnológicos orientados a llevar a cabo y perpetuar dicha expansión.

También consideramos que la transformación de las relaciones sociales internas, privadas y públicas, guarda relación con las dimensiones y las formas que ha alcanzado a lo largo de los tiempos, la expansión territorial, la implantación y extensión del dominio sobre otros colectivos humanos, y en este marco podemos examinar el desarrollo de las redes y medios de comunicación que ponen de manifiesto esa voluntad de dominio expansivo que la Cultura Occidental ha potenciado especialmente.

De este modo, en lugar de debatirnos entre visiones cerradas entre la alabanza y el rechazo de la tecnología pero siempre reverenciales con lo que no son más que instrumentos propios de estos propósitos de dominio, podemos comprender el papel contradictorio de unas tecnologías de la comunicación que, aunque desarrolladas para ocupar y dominar espacios cada vez mayores y más distantes en tiempos más reducidos, favorecen también nuevas relaciones de comunicación entre más y más grupos y pueden permitir, así, a nuevas formas de convivencia.

Ciertamente, un análisis histórico que tome en consideración este propósito de dominio expansivo, inscrito en la memoria profunda de nuestra cultura judeocristiana (recordemos el mandato bíblico creced y multiplicaos y dominad el mundo ), y las dinámicas contradictorias internas/externas que ha generado a lo largo de los tiempos, permite advertir notables diferencias entre aquellas sociedades que no se han expansionado, y las que se han expansionado en distintos grados, en el interior de los continentes, más allá de los ríos, más allá de los mares próximos, más allá de los océanos y por otros continentes, y las sociedades contemporáneas enfrentadas, a lo largo del siglo XX por el dominio de la Tierra desde el espacio. Diferencias que se manifiestan en los medios simbólicos, institucionales y tecnológicos de que se han dotado para articular las redes de comunicación internamente, se pone en evidencia en las distintas dimensiones y formas que han adoptado las redes que han extendido hacia los otros colectivos, así como las tensiones y acuerdos entre los distintos nudos de la red, centrales y periféricos [10].

Además, el cuestionamiento del pensamiento androcéntrico como un repertorio de acontecimientos públicos explicados de acuerdo con una racionalidad teleológica, y la consideración de que la Historia de la Comunicación ha de atender también a los procesos de transmisión de la memoria colectiva a través de las generaciones, permite adentrarse en un segundo paradigma, a partir de una noción unitaria del ser humano como ser dotado de una capacidad de comunicación consigo mismo y con otros seres con los que convive que está en la base del conocimiento, el comportamiento y las relaciones humanas. Se considera la vida social humana como actividad comunicativa de carácter histórico, esto es, diversa según la historia de las distintas sociedades, y cambiante de acuerdo con los procesos de aprendizaje y socialización de los miembros de las distintas generaciones; y se propone comprender el papel de las instituciones y medios de acopio y representación simbólica de la realidad en las formas de comunicación, conocimiento y transmisión de la memoria colectiva, sincrónica y diacrónicamente, entre quienes coexisten en una misma época y en el proceso de reproducción generacional de la vida social.

La dinámica social aparece, así, como producto de la asimilación o no asimilación personal de una memoria colectiva que se conserva a través de lo que se ha llamado el patrimonio tangible e intangible de cada sociedad, esto es, en el propio ecosistema tal como ha sido construido a lo largo de los tiempos, y además, en los sistemas mnemotécnicos icónicos, musicales, verbales, numéricos y escritos, elaborados para preservar esa memoria individualmente y más allá del recambio de las generaciones [11].

En definitiva, las aportaciones de la Historia de la Comunicación en las últimas décadas permiten afirmar con Rowland (1997), que acaso la Historia de la Comunicación sea mucho más central para el conocimiento de la Historia de la Humanidad de lo que la propia asignatura académica indica. Los trabajos desarrollados por el equipo que dirijo en la Universidad Autónoma de Barcelona me permiten afirmar que el conocimiento de la Historia de la Humanidad desde la noción unitaria de comunicación que propugnamos, constituye hoy la base para la necesaria renovación de las Humanidades y las Ciencias Sociales. De hecho, las propuestas didácticas que hemos desarrollado en los últimos años y que expondremos a continuación, nos han conducido a plantearnos las posibilidades de Internet para generar una gestión integradora del conocimiento colectivo y personal en la que se hagan visibles la diversidad de situaciones de la ciudadanía plural.

3. Propuestas didácticas para una Historia de la Comunicación ex-céntrica, plural e interactiva

Los paradigmas de la Historia de la Comunicación permiten comprender el papel de los medios de comunicación en la construcción histórica de redes no sólo tecnológicas sino ante todo sociales, institucionales o no , que, a lo largo de los tiempos han favorecido, dificultado o impedido la comunicación entre personas y grupos, los desplazamientos de personas y objetos, y la transmisión de mensajes entre personas y grupos sincrónica y diacrónicamente. El análisis de la implantación de las redes de comunicación, de los núcleos que entrelazan y de su alcance en las prácticas cotidianas, permite clarificar así el sistema de relaciones sociales.

Si centramos nuestro análisis en el siglo XX y lo que llevamos del XXI, podemos considerar que los distintos vínculos establecidos por las personas con las redes de los medios de transporte y comunicación permiten identificar su ubicación en el sistema de relaciones sociales, y los cambios que protagonizan a lo largo de la vida indican tanto cambios personales en el estatus social como cambios colectivos en el sistema de relaciones sociales.

Además, estos paradigmas permiten comprender también el papel de los medios de comunicación como mediums encargados de la reproducción simbólica de la realidad social , por tanto, de la elaboración del conocimiento, las formas de comportamiento y la memoria personal y colectiva. En la medida en que estos medios proporcionan modelos de comportamiento y expectativas que incitan a identificarse con ellos o a rechazarlos, fomentan y facilitan los desplazamientos geográficos y en estatus social. De ahí que el análisis de los medios de comunicación, de las propuestas de lectura de la realidad social que hacen cotidianamente los periódicos, la publicidad, el cine, los distintos programas de radio y televisión,permita comprender los cambios en los modelos de comportamiento que favorecen la integración o la marginación social, los procesos de movilidad social y las modificaciones de las relaciones entre los distintos grupos sociales [12].

De estas consideraciones se derivan las propuestas didácticas en las que hemos trabajado en los últimos años, de las que expondré aquí sus líneas básicas.

3.1. Historias familiares e implantación de los medios de comunicación y la cultura de masas

La primera propuesta didáctica la apliqué a partir del curso 1987-88, tras consolidar la crítica al orden androcéntrico del discurso académico en mi Tesis Doctoral (1984) y formular el marco teórico y los paradigmas de la Historia de la Comunicación en la Memoria de Titularidad (1986) [13]. Me proponía relacionar la implantación de los medios de comunicación y la cultura de masas con las transformaciones sociales tal como las han vivido las mujeres y hombres de las distintas generaciones en sus historias personales, según las distintas condiciones de vida en que han nacido, las expectativas y las decisiones que han adoptado y que marcan las condiciones con que se ha encontrado al nacer la generación siguiente.

Con este fin, a principio de curso se debatía un cuestionario que servía de base a la realización de las historias familiares por parte de cada estudiante, y que posteriormente permitía sistematizar los datos obtenidos de los miembros de las distintas generaciones. Paralelamente, de forma individual, se examinaban las informaciones y la publicidad de distintos medios de comunicación considerándolos como registros de la memoria colectiva de la época y por tanto, como fuente documental que enriquece el conocimiento histórico y permite relacionar las historias personales y colectivas.

Esta experiencia me hizo ver la riqueza de los propios medios de comunicación y especialmente de la publicidad como fuente documental para estudiar el proceso histórico de implantación de la sociedad de consumo y la cultura de masas en las historias personales y colectivas, y como instrumentos que han ampliado las redes de relaciones personales. También pude comprobar el interés que los medios despiertan entre las y los estudiantes como instrumento de conocimiento sobre el pasado y el presente y por tanto como material didáctico [14].

Finalmente llegué a la conclusión de que los propios medios, especialmente los audiovisuales, ofrecían nuevas posibilidades para elaborar explicaciones de la historia contemporánea plurales y diversas, no reducidas a enfocar a los varones adultos que aparecen como los protagonistas habituales del discurso histórico académico, sino en la que se tuviera en cuenta también a otras y otros protagonistas, mujeres y hombres de distintas edades y condiciones sociales. A la vez, la construcción de un relato audiovisual requería enfoques más abiertos al conjunto de la población, y estos relatos se clarificaban y enriquecían con la utilización de los medios de comunicación como material documental.

Fruto de este trabajo fue la preparación de una serie de televisión titulada Historias, de la que pude realizar, entre 1991 y 1992, un capítulo piloto sobre Infancias en los años 50 [15].

En esta serie, se organizaba la explicación de los cambios vividos por las distintas generaciones del último siglo en tres fases que tienen que ver con el proceso de socialización y la estructuración de la memoria personal:

La infancia, marcada por las condiciones de vida con que se encuentran al nacer los miembros de las distintas generaciones, que definen las posibilidades de supervivencia y las primeras expectativas posibles o imposibles de cada persona desde que nace.

El análisis de estas condiciones de vida ha de situarse, en primer lugar, en la familia de origen y la posición social de esta familia en una localidad y región determinada. La localización y las características de la vivienda (propiedad, alquiler, dimensiones, distribución y uso del espacio) y de la familia (número de miembros y relaciones entre sí), así como las relaciones que el núcleo familiar establece con otros grupos, han de relacionarse con los datos demográficos y sociales del mismo periodo: porcentaje de población rural o urbana, distribución de la población activa por sectores productivos y según niveles económicos. Estas condiciones se inscriben en los sustratos más profundos de la memoria personal: en la memoria afectiva primaria marcada por las contradicciones entre placer/sufrimiento.

Los datos sobre las condiciones de vida en que nacieron y vivieron su primera infancia los miembros de una familia concreta permiten ilustrar la situación social de una época mediante ejemplos vivos, a la vez que datos demográficos y sociales referidos al colectivo social del que forman parte arrojan luz sobre las historias personales. La vinculación de las familias de origen con las distintas redes de comunicación clarifican también su ubicación social. El proceso de aprendizaje consciente del comportamiento adulto o adolescencia, en la que se plantean las expectativas de vida posibles o imposibles, las aspiraciones y sueños se insertan en los sustratos profundos de la memoria afectiva primaria y enlaza con el nivel consciente de la racionalidad, a medida que se aprende a argumentar las posibilidades o dificultades que ofrece la sociedad para poder dar cumplimiento o no a esas expectativas, aspiraciones y sueños.

Según las distintas condiciones de vida, las personas se encuentran, desde su nacimiento, insertas en unas redes de relaciones sociales que les proporcionan unas u otras expectativas y sueños más o menos realizables. La utilización de estas posibilidades para iniciar la andadura y orientar la propia vida dependen del ambiente o ecosistema en que se desenvuelve y por tanto de esas redes religiosas, educativas, políticas, económicas con las que se vincula cada persona a partir de la familia de origen.

La iglesia, la escuela y hoy especialmente los medios de comunicación de masas desempeñan un papel decisivo en la creación de expectativas (posibilidades de desplazamientos geográficos y en el estatus social), así como en suministrar fórmulas de comportamiento para hacerlas realidad, interrelacionando los sueños y aspiraciones personales con las posibilidades colectivas. De ahí que el estudio de los medios de comunicación, relacionándolos con los cambios demográficos y sociales, permita comprender el papel de éstos en las transformaciones sociales, como creadores de expectativas y de recetas de comportamiento que repercuten en las movilidades geográficas y sociales y en la transformación de las relaciones sociales.

Y la vida adulta en la que se adoptan decisiones que marcan mayores o menores diferencias con las condiciones en que se nació, a la vez que definen las condiciones en las que nace la siguiente generación.

Según las condiciones de vida y las expectativas asumidas como posibles o imposibles, las personas adoptan cotidianamente decisiones que guardan relación con las de otras personas, generando esos cambios colectivos de que hablan las estadísticas sociales en abstracto: desplazamientos geográficos, relaciones afectivas, decisiones laborales y profesionales, opciones políticas y culturales.

Estas decisiones no dependen sólo del sustrato consciente, racional, que define el por qué y el para qué : están impulsadas tanto por los deseos y los temores acumulados en la memoria afectiva primaria, como por las argumentaciones racionales, aunque la dosificación de una y otras depende del papel que esta matriz de pensamiento tiene en cada persona, según el proceso de aprendizaje que ha seguido de acuerdo con las condiciones de vida en que ha nacido y vivido.

El análisis de las decisiones adoptadas por las distintas personas permite valorar los cambios colectivos como resultado de actuaciones de personas vivas, y no como meras abstracciones, o como decisiones de unas pocas personas relacionadas con las instancias de poder, si bien, la trascendencia pública de las decisiones depende evidentemente de la ubicación social de la persona.

Enfocar las transformaciones sociales que se han producido a lo largo de un periodo, situándonos en el lugar de los miembros de las distintas generaciones y siguiendo el rastro de los itinerarios vitales que han recorrido, entrelazando las decisiones adoptadas por una generación con las condiciones de nacimiento con que se ha encontrado la generación siguiente, permite valorar tanto los cambios como las permanencias que coexisten en cada periodo histórico.

El contraste entre estos tres momentos tiene que ver con las distintas situaciones en que se vive en una y otra fase a nivel personal, y con los cambios que se producen en las formas de vida colectivas, según los distintos grupos sociales y las distintas culturas de que se forma parte. Ciertamente, la mayor o menor asimilación personal de las matrices de pensamiento que se han construido históricamente, como sustratos de la memoria colectiva, depende de los procesos de aprendizaje propios de la distinta ubicación social y las diferentes condiciones sociales y expectativas.

Esta línea de trabajo se ha puesto a prueba y se ha consolidado en las Tesis Doctorales de Elena González Escudero sobre Redes sociales, comunicación y procesos de movilidad y asentamiento de los emigrantes magrebíes en Alicante (1985-1995), leída en 2000, y de Pedro Molina Rodríguez-Navas, titulada Encontrarse en la historia. Fuentes, protagonistas y espacios: metodologías para una historia de la comunicación no-androcéntrica , leída en 2006 .

3.2. Redes y nudos de comunicación: una propuesta didáctica ex-céntrica, plural e interactiva

En el curso 1994-1995 impartí por primera vez la asignatura de Historia de la Comunicación en Cataluña. Tenía la oportunidad de aplicar a una sociedad concreta, con unas fuentes documentales y una bibliografía accesibles, tanto la crítica al orden androcéntrico del discurso histórico como los paradigmas de la Historia de la Comunicación.

La lectura crítica de obras de Historia de Cataluña y de Historia de los medios de comunicación en Cataluña me hicieron advertir que en general obedecían a los prejuicios que alimentan las versiones históricas androcéntricas más tradicionales y centralistas de la Historia de España o de cualquier estado [16]. Era imprescindible situar lo incluido y valorado positivamente en el marco más amplio de lo excluido y valorado negativamente en el discurso histórico sobre Cataluña, España, Europa, y tener en cuenta no sólo lo que hace referencia al centro, a los protagonistas que han ocupado los escenarios públicos de la ciudad que constituye hoy el nudo central de comunicaciones, Barcelona, sino también a otras y otros mujeres y hombres cuyas relaciones han transcurrido en torno a otros espacios y localidades de Cataluña considerada como una sociedad red.

La progresiva implantación de Internet, y la comprensión de la tecnología como fenómeno histórico e instrumento construido para responder a les exigencias de las relaciones sociales, en el marco contradictorio de los propósitos de expansión territorial, me hizo pensar que la crítica a la visión androcéntrica del discurso académico que me había conducido a ensayar otras perspectivas no-androcéntricas, esto es, distanciadas de cualquier centro de poder, coincidía con las posibilidades que ofrecen hoy las redes telemáticas y la digitalización para articular nuevas explicaciones sobre las múltiples y diversas relaciones sociales que se extienden más allá de los centros de poder tradicionales, hasta interconectar con terminales más o menos centrales o periféricas; en consecuencia, permitía adoptar enfoques plurales y ex - céntricos, distanciados de los centros y a la vez atentos a su funcionamiento. Más aún, estas tecnologías demandaban formular explicaciones que ya no pueden restringir la atención al nudo central, sino que han de enfocar todos y los diferentes nudos que tejen las redes, y que ponen de relieve el papel activo y la importancia que tiene cualquier nudo para la existencia de una red, por pequeño que sea y por alejado que se encuentre del centro.

A partir del curso 1995-1996 propuse que cada estudiante trabajara la Historia de la Comunicación desde el nudo o ciudad donde vivía habitualmente, y desde los espacios domésticos en los cuales se insertan hoy las principales terminales de las redes de transporte (aparcamientos de coche y motos) y de comunicación (radio, televisión, teléfono, Internet), y desde los distintos barrios y espacios de la vida cotidiana.

Gracias al asesoramiento y la ayuda de los responsables de las aulas de Informática de la Facultad, primero, y del Campus Virtual de la UAB, después, pude resolver los problemas técnicos para que los trabajos de cada estudiante pudieran relacionarse entre sí y con otros hechos en grupo, y advertir los vínculos entre las diferentes ciudades a través de les redes de comunicación propias de cada época. La gran cantidad de alumnos hacía muy laboriosa la coordinación de esta multiplicidad de historias de la comunicación locales y abiertas a la Historia de Cataluña y de España. De este modo pude valorar la viabilidad y las dificultades de esta propuesta didáctica a la que di forma, el curso 1996-1997, en un Quadern d'Història de la Comunicació que titulé Cap a una Història de la Comunicació a Catalunya, ex-cèntrica, plural i interactiva [17].

Los mapas de redes de comunicaciones constituyen una herramienta didáctica imprescindible para esta propuesta ya que hacen visibles el conjunto del territorio y tanto los nudos centrales como los periféricos. Sin embargo, no era fácil encontrar mapas de comunicaciones del conjunto de las redes existentes en las diferentes épocas. Había que pensar en elaborar un Atlas de Historia de las Comunicaciones en Cataluña. Los trabajos que habían realizado Ángel Bahamonde, Luis Enrique Otero Carvajal y Gaspar Martínez me sirvieron de orientación, y sus aportaciones personales fueron de gran ayuda. Con el apoyo del director del Institut Cartogràfic de Catalunya, Jaume Miranda, y de la directora de la Cartoteca de Catalunya, Montserrat Galera, así como de otras instituciones que me proporcionaron los recursos financieros imprescindibles, preparé una exposición cartográfica sobre Les xarxes de comunicació a Catalunya, passat, present i futur, que estuvo abierta al público en la sede del Institut Cartogràfic de Catalunya, en Barcelona, del 9 de diciembre de 1998 al 24 de enero de 1999. Esta exposición me permitió publicar el catálogo en un Cd-Rom (1998), que contiene el relato y los mapas me permitieron desarrollar esta propuesta didáctica en Internet en los años siguientes.

3.3. La web Paseo por las redes de comunicación desde Cataluña (https://masters.oaid.uab.es/passeig)

En el curso 1999-2000 preparé con la ayuda del Campus Virtual de la UAB, una base de datos pensada para soportar esta propuesta didáctica titulada Paseos por el pasado y el presente de las redes de comunicación desde... Cataluña (https://masters.oaid.uab.es/passeig) .

El objetivo es utilizar Internet como metáfora y como herramienta para comprender de forma clara qué cambios se han producido en las actividades y las relaciones entre los seres humanos que dan vida a las localidades, a medida que se han comunicado entre sí y con mujeres y hombres de otras localidades, y han entretejido instituciones y tramas históricas que se han expansionado por territorios más y más extensos, utilizando redes y medios de transporte y de comunicación hasta generar la actual "aldea planetaria".

Para ello, utilizamos la noción de red de comunicación tanto en su dimensión tecnológica como antropológica, para explicar las diversas relaciones sociales que están en la base de los instrumentos y las instituciones generados con determinados fines. Y nos proponemos percibir qué rutas y qué trazados permanecen o se han modificado, cómo se han desplazado los nudos centrales y periféricos, qué papel han desempeñado las fronteras como espacios de conflictos y también de comunicaciones, a medida que se han tejido tramas más amplias que se han extendido entre territorios más y más alejados, hasta generar la actual trama planetaria.

Pretendemos, también, utilizar Internet como instrumento para abrir el conocimiento de las sociedades locales a la globalidad, y para profundizar en el conocimiento de esta red de redes que expresa y hace posible esta apertura entre las sociedades actuales. Y nos proponíamos con el tiempo incorporar a este Paseo otros que se realizasen desde localidades situadas en Cataluña o en otras tramas históricas: España, Europa, América Latina, la Tierra.

En la organización de los contenidos de la web partimos de la hipótesis general de que la transformación de las redes de comunicación pone de manifiesto y a la vez genera cambios en los nudos que las entretejen, las localidades donde vive la población: en las relaciones entre las mujeres y hombres de diversos orígenes y condiciones sociales que viven en ellas, y en las que mantienen con quienes viven en otras localidades próximas y lejanas.

Suponemos que a medida que mujeres y hombres habitantes de unas localidades, se han vinculado con habitantes de territorios más y más alejados, y lo han hecho en tiempos cada vez más reducidos, han construido redes y medios de transporte y de transmisión de mensajes que han facilitado esas relaciones y han generado tramas más amplias hasta tejer la vasta y compleja malla que envuelve hoy la Tierra. Y, a la inversa, suponemos que la transformación histórica de las redes de comunicación pone de manifiesto y a la vez impulsa cambios en las relaciones entre las mujeres y hombres que viven en cada localidad, a medida que han multiplicado las conexiones con otros colectivos.

Consideramos, también, que la extensión de las redes guarda relación con la cantidad y distribución de la población, con las dimensiones de las localidades, con la construcción de edificios, el trazado de calles y plazas; con las actividades que realizan y las relaciones sociales que mantienen las personas en el marco de las instituciones familiares, económicas, religiosas, políticas y culturales que regulan estas relaciones; y con las instituciones y los medios de transporte y de representación simbólica y transmisión de informaciones.

El Paseo por el pasado y el presente de cada localidad, entendida como escenario de relaciones de comunicación y nudo abierto y vinculado a redes más amplias, ha de permitir conocer los cambios que se han producido en las relaciones sociales internas.

Pero estos cambios locales sólo se comprenden al ampliar el enfoque y, siguiendo las redes de comunicación, abarcar las tramas históricas que han conectado entre sí localidades con las que han mantenido vínculos con fines políticos, religiosos, económicos, culturales, mediante instituciones con jurisdicción regional, estatal, supraestatal, etc.

A la vez, los enfoques más amplios proporcionan perspectivas nuevas que ayudan a conocer mejor las dinámicas sociales internas y las relaciones entre las localidades que tejen tramas de distintas dimensiones y características.

De este modo, nos proponemos probar que el análisis de la localidad en la que vivimos como un microcosmos puede ser el punto de partida para comprender el macrocosmos de la aldea planetaria ; y viceversa, que el macrocosmos vasto y complejo de la sociedad de la información se torna más inteligible al percibir, en cada microcosmos, rasgos comunes y particulares de distintas ciudades según las comunicaciones que han mantenido con el resto de la trama.

3.3.1. Estructura y metodología de la web: el Álbum y la Guía

La primera versión de la web, que realizamos en 1999-2000, se organizó en cuatro apartados: El Álbum, La Guía, El Cuaderno y El Lugar de Encuentro. En la revisión que hicimos el año 2002 dejamos dos apartados: el Álbum y la Guía, ya que ahora podemos disponer de los recursos didácticos que ha desarrollado el Campus Virtual de la UAB.

El Álbum contiene materiales elaborados de Paseos por el pasado y el presente de las redes de comunicación . Estos materiales pueden servir de orientación para realizar nuevos recorridos que se incorporen al Álbum a medida que se realicen, y pueden favorecer el debate sobre las investigaciones realizadas y por realizar. Se trata, por tanto, de un texto abierto a la revisión, la reescritura y el enriquecimiento constante mediante el debate y nuevas aportaciones.

En la Guía se explican de forma sucinta las pautas básicas de la metodología a seguir por los estudiantes para realizar sus trabajos en forma de Paseos... por los nudos y las redes de comunicación, del estilo de los que se recopilan en El Álbum.

El objetivo inicial de la web fue facilitar que las y los estudiantes matriculados en la asignatura de Historia de la Comunicación Social en Cataluña, o grupos de estudiantes de otros centros y de distintos niveles escolares que tengan interés en participar en esta experiencia, puedan realizar Paseos... por las ciudades en las que viven o por las redes de comunicación, que podrían incorporarse al Álbum como las piezas de un rompecabezas y completar la explicación de la construcción histórica de las redes de comunicación que aparece, así, como una explicación abierta a nuevas aportaciones. Sin embargo, las limitaciones de la docencia no permiten que los estudiantes dispongan de suficiente tiempo como para que los trabajos se puedan publicar.

Además, ha de facilitar debatir sobre los distintos ritmos que se han dado en las diferentes localidades y tramas, evitando explicaciones teleológicas, que reducen los ritmos particulares a valoraciones de retraso/avance según las diferencias con las formas de vida que se han implantado en los espacios centrales, y a las que se suele considerar las más avanzadas. También ha de permitir percibir el papel de cada localidad, se encuentre hoy en la zona central o en las periferias de las tramas, y los desplazamientos de las zonas consideradas centrales y periféricas a lo largo de la historia.

Para circular de una localidad a otra utilizando las redes de comunicación, en una misma época y a través del tiempo, hemos organizado la web como una base de datos tridimensional, de acuerdo con las coordenadas del espacio y el tiempo y una tercera, los campos temáticos en los que organizamos las informaciones sobre cada época de cada localidad y trama histórica.

3.3.1.1. La coordenada espacial: las localidades

En los paseos a través del espacio podemos partir del enfoque más próximo, las localidades consideradas como escenarios en los que las mujeres y los hombres, en sus itinerarios vitales, tejen redes de comunicación con otras mujeres y hombres, y abrir el enfoque para abarcar territorios más amplios, Cataluña, España, Europa, la Tierra; o podemos hacer un recorrido a la inversa y desde el panorama más amplio, la Tierra, aproximarnos a Europa, España, Cataluña, y detenernos en alguna localidad. Además, podemos circular de una localidad a otra utilizando las redes de comunicación existentes en cada época.

Pero las redes de comunicación no funcionan separadas de los territorios y los colectivos humanos que viven en ellos. Responden a las necesidades de relación entre grupos sociales que pueblan territorios más o menos grandes, y son gestionadas por instituciones o entidades económicas, religiosas, políticas, culturales, cuyo radio de acción delimitan mediante fronteras.

En consecuencia, comprender las transformaciones de cada localidad y sus relaciones con otras requiere ampliar el enfoque a tramas más amplias, regionales, nacionales, estatales y supraestatales, que han sido construidas históricamente; y el conocimiento de estas tramas se enriquece al tener en cuenta las peculiaridades de los nudos o ciudades que las entrelazan y las relaciones dinámicas que han mantenido.

3.3.1.2. La coordenada temporal

Una vez elegido el enfoque espacial podemos pasear también a través del tiempo; adentrarnos por los substratos arqueológicos del presente.

Hasta ahora, hemos organizado la explicación histórica en siete épocas, del presente al pasado más próximo o remoto en que se hicieron los primeros trazados que en buena medida perviven en las actuales redes de comunicación, y que han tenido en cuenta la geografía.

Estas épocas se derivan de los paradigmas de la Historia de la Comunicación que hemos expuesto brevemente al principio.

La consideración de las repercusiones de la expansión territorial en las transformaciones históricas de las relaciones sociales, permite definir distintos periodos según las dimensiones y formas que ha alcanzado la expansión territorial en cada sociedad y ha afectado a las relaciones entre distintas sociedades. Desde esta perspectiva, definimos tres grandes períodos en la larga duración de la Historia de la Comunicación:

Un primer periodo en el que las redes y medios de comunicación se extendieron más allá de los ríos y de las costas, largo periodo que en las sociedades de Europa Occidental se prolongó hasta el siglo XV.

Un segundo periodo en el que las redes y medios de comunicación se extendieron más allá de los océanos y de otros continentes, desde finales del siglo XV, en los siglos XVI, XVII y XVIII y especialmente a lo largo del siglo XIX, gracias a la aplicación del vapor al ferrocarril y la navegación, y mediante los cables telegráficos y telefónicos.

Y un tercer periodo, a lo largo del siglo XX, en el que las redes y medios de comunicación se extendieron por toda la Tierra hasta ocuparla desde más allá del espacio extraterrestre, primero mediante la aviación y la radio y después mediante el radar, la televisión, los satélites y las redes telemáticas.

Ciertamente, no todos los colectivos humanos han promovido estas formas de expansión. Por tanto, la posición de los distintos colectivos como nudos en relación con las redes de comunicación que los vinculan a otros, y la plasmación arquitectónica de las distintas formas de organización social interna y externa, depende de las opciones que sus miembros han realizado, sea por decisión propia, o porque se han visto obligados como respuesta a los que se han expansionado, a conectarse y entretejer tramas más amplias.

El mayor alcance de la expansión territorial y de las redes de comunicación que se han construido para ello, implica una ampliación también de las dimensiones del universo cognitivo compartido, de una forma u otra, por los miembros de las sociedades que integran las tramas históricas y, en consecuencia, un incremento de los repertorios simbólicos necesarios para operar con ese universo cognitivo, y una transformación de las matrices de pensamiento que estructuran las memorias colectivas y personales, hasta que al llegar a determinadas dimensiones, se han tenido que realizar procesos de economía simbólica.

Además, considerar el papel de la transmisión diacrónica de la información en la perpetuación de la dinámica expansiva, permite comprender el papel de las instituciones y medios de comunicación en las pervivencias y los cambios sociales, en el proceso de reproducción generacional de la vida social. De ahí que hayamos organizado los siglos XX y XXI teniendo en cuenta las distintas generaciones.

De estos criterios se derivan los períodos en los que se organiza actualmente la web:

1) Presente y futuro de las redes de comunicación.

2) 1981 al 2000: cuando nacieron las generaciones más jóvenes del siglo XX.

3) 1941 a 1980: cuando nacieron las generaciones intermedias del siglo XX.

4) 1901 a 1940: cuando nacieron las primeras generaciones del siglo XX.

5) El siglo XIX.

6) Los siglos XVI al XVIII.

7) Los siglos XIII al XV.

8) Hasta el siglo XII.

3.3.1.3. Los campos temáticos: preguntas y fuentes documentales

Con los objetivos e hipótesis planteados, pasearemos una y otra vez por las calles y las plazas de la ciudad y nos haremos preguntas sobre el pasado y presente de las relaciones que mantienen las personas internamente y con otras localidades, situando los datos que nos proporcionen las fuentes documentales y la bibliografía general o más especializada de historia local, de Cataluña, España, Europa. Tomaremos nota también de preguntas que formularemos a mujeres y hombres que han vivido el periodo que investigamos, fuentes orales que pueden proporcionar recuerdos diversos y enriquecedores.

Esta exploración ha de permitir responder a las preguntas básicas que hemos organizado en cuatro campos temáticos:

En el primer campo situaremos mapas que permiten hacer visible cómo se ha formado cada localidad en las distintas fases históricas como un conjunto de escenarios para la representación de actividades y las relaciones sociales.

Sobre el mapa de cada localidad en cada época histórica, señalaremos las calles, plazas y edificios y las redes externas con las que conectan y cuyo alcance sólo se percibe al pasar a los enfoques más abiertos de Cataluña, España, Europa, la Tierra. Especial interés merecen los edificios ocupados por las entidades encargadas del funcionamiento de medios de transporte y de comunicación.

En el segundo campo centramos la atención en la población que da vida a una ciudad. Se quiere poner el acento en que el objetivo de la Historia es explicar la existencia humana , y que todos los conceptos y datos sobre las actuaciones económicas políticas, culturales, sólo tienen sentido cuando se relacionan con los seres humanos. Este campo se organiza en otros subcampos:

· La cantidad de población y la distribución en el espacio social de mujeres y hombres de diversas edades, condiciones sociales y procedencias, en sus itinerarios cotidianos .

· Las actividades que realiza la población y las relaciones sociales que establece con distintos fines.

· Las instituciones que organizan formalmente y regulan las relaciones de comunicación que establecen mujeres y hombres de distintas condiciones, de acuerdo con los distintos fines.

· También hemos previsto un subcampo para introducir relatos de vida de protagonistas concretos, mujeres y hombres cuyos itinerarios vitales facilitan un conocimiento más humano del funcionamiento de la vida en cada localidad, y de los usos de las redes y medios de comunicación.

El tercer campo está destinado a examinar específicamente, mediante textos e imágenes, las redes de transporte que facilitan los desplazamientos de la población dentro y fuera de cada localidad, y entre unas localidades y otras: ríos, costas, plazas, calles por los que se transita caminando o utilizando distintos medios, estaciones de carruajes y coches, puertos fluviales o marítimos, aeropuertos. Distinguimos entre redes y medios t errestres, fluviales, marítimos, aéreos. Y añadimos las redes de conducción de aguas y energías porque su suministro ha generado también redes fundamentales para la existencia de las tramas históricas.

Se considera tanto los medio s e infraestructuras técn icas como la organización de las distintas redes de transporte, que comprende las personas e instituciones que las organizan y gestionan, y los usuarios y los usos que hacen de los distintos medios.

Se tienen en cuenta especialmente las peculiaridades de los distintos medios de transporte, cuya tecnología depende de los recursos geográficos (ríos y valles que facilitan el paso, costas), de los propósitos y objetivos que se marcan las personas y grupos sociales, y de las tecnologías de que se dispone.

Se quiere realzar, así, que las tecnologías responden a determinadas intenciones y propósitos humanos de organizar las relaciones sociales , y que el desarrollo de nuevos medios e instrumentos técnicos se deriva de y, a la vez, impulsa o dificulta nuevas relaciones sociales, nuevas necesidades y nuevos usos.

El cuarto campo está destinado a analizar las instituciones, redes y medios de comunicación, esto es, de reproducción y difusión de mensajes, que posibilitan las representaciones simbólicas de las relaciones sociales y los intercambios de informaciones entre personas y grupos que se encuentran más o menos distantes, generacionalmente y dentro y fuera de cada localidad.

Distinguimos entre medios de reproducción de mensajes escritos, auditivos y visuales, según los repertorios simbólicos que reproducen voces y sonidos, palabras y números escritos, imágenes y señales visuales, o dos o más de estos recursos, repertorios que se ha diversificado a medida que se han multiplicado las comunicaciones entre más grupos más numerosos situados en espacios más vastos y que hoy pueden ser tratados conjuntamente de forma digital.

Estos repertorios simbólicos han variado sólo parcialmente con el desarrollo de tecnologías que permiten multiplicar la capacidad de reproducción y difusión de los mensajes: de los medios basados solamente en la energía humana (pregones, sermones, textos manuscritos, pinturas, esculturas, señales de humo o de fuego, etc.), a los que utilizan recursos mecánicos (instrumentos de música, campanas, libros y periódicos impresos, telegrafía óptica, etc.), químicos y electrónicos (fotografía, cine, telefonía, radiodifusión, televisión, ordenadores, satélites artificiales). De este modo se han creado a lo largo de los tiempos distintas organizaciones encargadas de gestionar uno o varios medios de comunicación: escritorios, imprentas y editoriales, noticias y periódicos, correos y transporte de mensajes, señales a distancia y telecomunicaciones: telégrafo, teléfono, satélites, Internet; medios de reproducción de sonidos; pregoneros, música, empresas fonográficas, emisoras de radio; medios de reproducción de imágenes: pintura, cartografía, fotografía cine, emisoras de televisión, agencias de noticias, agencias de publicidad comercial.

Como en el campo anterior, también en este tenemos en cuenta la organización de las redes de comunicación, y los medios técnicos que facilitan la reproducción simbólica y la difusión de los mensajes, y que comprende las personas e instituciones que organizan, gestionan y utilizan redes de reproducción y transmisión de mensajes, con fines estrictamente informativos y publicitarios.

Estas redes varían según los medios técnicos utilizados para la reproducción simbólica y difusión de mensajes, medios que se transforman a medida que lo hacen las relaciones sociales para adaptarse a las nuevas necesidades y usos.

3.3.1.4. Las tramas históricas

Pero las redes de comunicación no se reducen a cada uno de los nudos o localidades. Mujeres y hombres, recursos y mensajes circulan, con flujos de distintos ritmos e intensidades, por distintas redes de transporte y transmisión de informaciones que generan tramas institucionales más amplias que colaboran a hacer factible esta circulación, impulsando la construcción de las redes, su mantenimiento, el orden público imprescindible para que la población las use, los intereses y objetivos compartidos o consensos. En consecuencia, nuestra investigación no puede reducirse a cada localidad, sino que ha de ampliarse haciendo enfoques supralocales. De ahí que insistamos en el objetivo de comprender cada ciudad abierta a sus conexiones con otras a través de las distintas redes de comunicación que tejen las tramas históricas de Cataluña, España, Europa, Mundo.

Por tanto, tras la exploración por la localidad como nudo de comunicación, hemos de formular otras preguntas sobre estas tramas históricas.

Las primeras preguntas nos han de permitir describir el conjunto de nudos y tramos que componen cada una de las redes que las articulan, definir su extensión en el espacio, los ritmos temporales y el alcance social : describir sus características técnicas (fluviales, terrestres, aéreas, impresas), localizar el nudo central, donde se sitúan quienes impulsan y gestionan el funcionamiento de la red, los restantes nudos que ocupan posiciones más o menos periféricas, los tramos o canales de conexión entre el conjunto de los nudos, y entre quienes gestionan la red y quienes la utilizan, las vinculaciones con otras redes.

Conviene tener en cuenta que ningún nudo funciona aislado y que la vitalidad de los nudos centrales se manifiesta en su capacidad para alimentar redes que se extienden y entretejen delegaciones que atienden a los usuarios de otros nudos o localidades que componen la trama. La potencia de los nudos centrales no se mide, por tanto, por su capacidad para eliminar otros nudos a su alrededor: por el contrario, se manifiesta en su capacidad para dar vida a otros espacios con los que teje una trama más amplia.

Otras preguntas nos ayudarán a profundizar en los usos de la red , las necesidades que buscan satisfacer tanto los gestores como los usuarios, y los medios e instrumentos que hacen posible la satisfacción de esas necesidades.

Todos estos aspectos son fundamentales para conocer el alcance de cada red, y para pasar de las redes a los tejidos sociales, a las tramas históricas y sus dinámicas internas y externas . Así, redes y medios de transporte y transmisión de informaciones constituyen instrumentos fundamentales en la construcción histórica de tramas estatales, que abarcan territorios demarcados en espacios privados y públicos sobre los cuales se implanta una jurisdicción que impone y garantiza un determinado orden público, y que se cohesiona mediante una opinión pública. Pero esas redes y medios han sido también fundamentales para que las distintas tramas estatales se hayan entrelazado más allá de las fronteras demarcadas por sus jurisdicciones, y tanto para los conflictos como para los acuerdos que han generado estas dinámicas.

También hay que tener en cuenta, siempre, que las redes de comunicación no funcionan aisladas entre sí: al responder a necesidades de relación entre grupos sociales que viven en distintas localidades, coexisten con otras redes que satisfacen esas mismas u otras necesidades. De ahí que las nuevas redes se construyan sobre trazados preexistentes, y que las redes de transporte y de transmisión de mensajes formen tramas complejas que responden al conjunto de las necesidades sociales: caminos, carreteras, ferrocarriles, puertos e itinerarios marítimos y aéreos, centros de difusión de mensajes manuscritos o impresos, de sonidos e imágenes mediante instrumentos ópticos, mecánicos y electrónicos.

La pervivencia de una o más redes de transporte y de transmisión de mensajes a lo largo de un periodo más o menos dilatado, y los cambios que se introducen para garantizar esa pervivencia o ampliar el territorio ocupado, pone de manifiesto la permanencias y los cambios, a lo largo del tiempo, en las relaciones entre grupos que viven en diversas localidades y que comparten redes de comunicación porque comparten prácticas y formas de pensar y expresarse comunes o no, organizadas o no institucionalmente.

Y la coexistencia de tramas gestionadas por distintas instituciones económicas, religiosas, políticas, culturales, con radios de acción de distinto alcance, evidencia que, entre los colectivos humanos, coexisten formas diversas de comunicación, formas que suelen extenderse más allá de las circunscripciones, las jurisdicciones y las fronteras que delimitan las distintas instituciones.

Las redes de transporte y de comunicación indican, por tanto, que las relaciones sociales no se agotan en los límites de cada localidad o de las tramas tal como fueron delimitadas en épocas históricas pasadas: las plazas y calles de cualquier ciudad de Cataluña se abren a carreteras y autopistas que conectan con otras del resto de España, Europa, y que, a través de puertos y aeropuertos, permiten viajar por toda la Tierra. Cada ciudad y cada trama social sólo puede comprenderse mediante enfoques más amplios que permiten percibir la posición que ocupan en tramas más extensas; y cada una de las redes de comunicación sólo se comprende deteniéndonos en cada una de las ciudades en las que cuenta con usuarios, ciudades que ya no están aisladas, sino organizadas mediante instituciones comunes con fines económicos, religiosos, políticos, culturales, que impulsan la creación y pervivencia de las redes de comunicación.

Los planteamientos que han servido de base a la construcción de esta web fueron puestos a prueba en la Tesis Doctoral realizada por Felip Gascón sobre Transformaciones sociales, redes y políticas de comunicación en Chile (1967-2001). Elementos para una ecología política de las comunicaciones, leída en el Departamento de Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona el año 2003. También han servido de base para las Tesinas realizadas por Mavi Carrasco sobre La ciudad abierta. Materiales didácticos en red para la comprensión histórica de las dinámicas locales y globales. Mataró XVI-XVIII, leida en 2004; y por Daniel Jiménez sobre Paseos por las redes de comunicación desde Rubí. Una propuesta excéntrica, plural e interactiva. Aportaciones de la Geografía, leída en 2005.

3.4. El portal http://www.soctortosa.cat, herramienta para la participación en la gestión integral del conocimiento

A lo largo del año 2006, en colaboración con el Ayuntamiento de Tortosa, la Fundación Ciudad de Viladecans, el Ayuntamiento de Rubí, y con la financiación de la Administración Abierta de Cataluña, estamos desarrollando la primera fase de un prototipo de portal de ciudad para la participación ciudadana en la gestión integral del conocimiento local en red. Puede consultarse en la dirección http://www.soctortosa.cat, si bien todavía está en construcción.

El objetivo de este prototipo es desarrollar de forma minuciosa una explicación sobre el microcosmos local en la que se articulen aportaciones personales con explicaciones de tipo colectivo elaboradas por profesionales, utilizando textos, fotografías y todos los recursos audiovisuales. Además, nos proponemos georeferenciar las informaciones sobre mapas digitales organizados en capas temporales. Se trata, por tanto, de utilizar todas las posibilidades que ofrece hoy Internet para interrelacionar las aportaciones de las anteriores experiencias, y construir un conocimiento colectivo polifónico, que haga visibles las voces de la ciudadanía plural.

Explorar utilizando los mapas, el pasado y presente de la construcción histórica de los escenarios urbanos facilita identificar a las mujeres y los hombres en su vida cotidiana, como protagonistas y agentes de la vida social ; tener en cuenta que las personas, con sus formas de comunicación, sus actuaciones, sus expectativas y sueños, sus decisiones, hacemos la historia día a día, y, por tanto, pensar el futuro como el legado que vamos a dejar a las generaciones que nos seguirán. De este modo esperamos contribuir a salvar la brecha epistemológica entre los conocimientos personales y colectivos, y a proporcionar herramientas para fomentar la participación ciudadana en la construcción de un conocimiento que alimente un humanismo plural.

Referencias bibliográficas

CROWLEY, D. y HEYER, P. (1997): La Comunicación en la Historia. Tecnología, cultura, sociedad. Barcelona, Bosch.

MORENO SARDÀ, A. (1992): Prólogo a la edición castellana de la Historia de la Comunicación, dirigida por Raymond WILLIAMS, Barcelona, Bosch.

MORENO SARDÀ, Amparo (1998): Xarxes de Comunicació a Catalunya, passat, present i futur . Cátedra de Historia de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, Servei de Publicacions de la UAB, Bellaterra.

ROWLAND, W. D. (1997): Prefacio a la obra de CROWLEY, David. & HEYER, Paul (ed.) La comunicación en la Historia. Tecnología, cultura, sociedad. Barcelona, Bosch, 1ª edición, 1991, Longman Publishers USA, ampliada en la segunda edición inglesa de 1995, base de la traducción castellana.


Notas

[1] Ponencia del I Congreso Internacional sobre Comunicación, Información y Culturas."La Comunicación ante los desafíos del patrimonio y las identidades" Valparaíso, del 30 de junio al 2 de julio de 2005.

[2] Catedrática de Historia de la Comunicación. Departamento de Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona.

[3] Según Mc Luhan, su obra constituye "una nota a pie de página" de la obra que Harold INNIS había publicado a principios de los años 50: Empire and Communications y The Bias of Communication

[4] Inicialmente seguimos la orientación que había marcado Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN en una serie de artículos que publicó entre 1973 y 1974 en la revista Comunicación XXI, que posteriormente agrupó en un libro con el título Historia y Comunicación Social .

[5] En algunos artículos publicados desde los primeros números en la revista Journalism History (que apareció en 1975), y en algunas obras, se debatió sobre el significado que podía tener abordar la Historia de la Comunicación de una forma global, y sobre los interrogantes que abría. A este enfoque responden las obras del francés P. Schaeffer (1971-72), Machines à Communiquer , y la del inglés J. Curran (1977), Mass Communication as a Social Force in History , preparada para la docencia en la Open University británica. Y en la línea de investigar más concretamente las relaciones entre medios de comunicación y las transformaciones sociales, se publicaron algunas investigaciones realizadas desde distintos campos, que han sido decisivas, como las de J. Goody (1975), Literacy in Traditional Societies ; W. Ivins (1975), Imagen impresa y conocimiento ; I. de Sola Pool (1977), The Social impact of the Telephone ; A. Marshack (1978), Human Nature ; Eisenstein (1978), The Printing Press as an Agent of Ghange ; y otras.

[6] En los años 80 se publicaron diversas obras de carácter general, como el ensayo de J. D. Stevens y H. D. García (1980), Communication History ; la antología de textos dirigida por R. Williams (1981), Historia de la Comunicacición , que se tradujo al castellano en 1992; y diversas obras de carácter general: J. Burke (1985), The Day the Universe Changed ; M. Belis (1988), Communication. Des premières signes a la télématique ; W. Schramm (1988), The Story of Human Communication. Cave Painting to Microchiop ; M. Stephens (1988), A History of News. From the Drum to te Satellite ; y en España, de J. Timoteo Alvarez (1984), Del viejo orden informativo , y (1987), Historia y modelos de la comunicación en el siglo XX. El nuevo orden informativo ; y de R. Gubern (1987), El simio informatizado . Además, se publicaron numerosas investigaciones, entre las que podemos resaltar la de J. Perriault (1981), Mémoires de l'ombre et du son. Une archéologie de l'audio-visuelle ; la de G. Ifrah (1985), Las cifras. Historia de una gran invención ; y las de W. Ong (1982), Orality and Literacy ; Czitrom (1982), Media and the American Mind. From Morse to the McLuhan ; S. Kern (1983), The culture of Time and Space (1880-1918) ; J. Carey (1989), Communication as Culture ; o C. Marvin (1988), When the Old Tecnologies were News .

[7] Entre otros, P. Flichy (1991), Una historia de la comunicación moderna. Espacio público y vida privada ; y A. Mattelart (1993), La comunicación - mundo. Historia de las ideas y de las estrategias .

[8] La lectura de El orden del discurso , de M. Foucault, me llevó a examinar lo incluido y lo excluido y lo valorado positiva y negativamente en los textos académicos. Una lectura comparada de La política de Aristóteles, y de lo que de esta obra dicen 20 obras de Historia de Pensamiento, me permitió demostrar, en mi Tesis Doctoral, en 1984, cómo construyó el filósofo griego el orden androcéntrico del discurso, y la opacidad androcéntrica del discurso académico actual. Ver la crítica al orden androcéntrico del discurso académico y las posibilidades que ofrece para formular otras explicaciones en MORENO SARDA, A. (1988), La otra 'Política' de Aristóteles. Cultura de masas y divulgación del Arquetipo Viril , Icaria, Barcelona; la aplicación de esta crítica a manuales de Historia utilizados en el bachillerato, en (1986) El Arquetipo Viril, protagonista de la historia ; y la relación entre este discurso académico androcéntrico y los medios de comunicación, en (1998), La mirada informativa .

[9] La formulación de estos paradigmas puede verse en los Quaderns D'Història de la Comunicació que he elaborado a lo largo de los años como materiales didácticos para mis clases, especialmente en el QHCS n. 5, Historia General de la Comunicación Social. Criterios académicos, científicos y didácticos del Programa Docente , reelaboración de la Memoria que presenté para acceder a la Titularidad, y en el QHCS n. 14 (1993), Programa y apuntes de Historia General de la Comunicación , reelaboración de la Memoria que presenté para acceder a la Cátedra , en artículos especializados (v er MORENO SARDA, A. En torno a la comprensión histórica de la cultura de masas, (I) El orden androcéntrico del discurso histórico , y (II), Paradigmas para una Historia de la Comunicación Social No-Androcéntrica , artículos publicados en ANÀLISI n. 12 (1989) y n. 14 (1992)) y en la obra que es un compendio de los planteamientos teóricos que orientan mi propuesta de Historia de la Comunicación, Pensar la historia a ras de piel , Ediciones de la Tempestad, Barcelona 1992.

[10] Las obras de Innis, que abordan las relaciones entre las dimensiones y orientaciones de los imperios y los medios de comunicación; las de Habermas y Flichy, que plantea la articulación entre espacios públicos y privados, el primero en los Estados Modernos europeos y el segundo en el mundo contemporáneo; así como las de Kern, Czitrom, Carey y otros autores que examinan los cambios que la implantación de las redes de comunicación eléctricas han provocado en las dimensiones espacio - temporales de la vida social, aportan datos de interés para seguir profundizando en este paradigma.

[11] En esta línea inaugurada por Innis y continuada por MacLuhan, que ha sido impulsada en la Simon Fraser University, diversos autores han hecho aportaciones de gran interés a este paradigma que se enriquece cuando relacionamos las transformaciones de los medios de comunicación con los sustratos de la memoria colectiva de corta, media o larga duración, tal como lo planteó Braudel, y con los niveles más o menos conscientes de las memorias personales asimiladas en los procesos personales de socialización.

[12] Sobre los medios de comunicación como mediums, ver MORENO SARDA, Amparo (1998), La mirada informativa , Bosch, Barcelona.

[13] Los resultados de la aplicación de esta propuesta didáctica los recogí, primero, en el QUADERN D'HISTORIA DE LA COMUNICACIO n. 7 (1988), Historias personales / historias colectivas. Aproximación al proceso histórico de implantación de la cultura de masas desde las historias familiares de alumnas y alumnos del curso 1987-1988. Materiales de trabajo para el curso 1988-1989, Bellaterra, 1988. Una elaboración más sistemática la realicé en el QUADERN D'HISTORIA DE LA COMUNICACIO n. 10 (1991), Otra visión del mundo contemporáneo. De las historias personales a la cultura de masas. Propuesta didáctica para la renovación de la Historia Contemporánea . Una versión resumida la elaboré para participar en las Jornadas sobre L'Autònoma i la innovació docent, y puede verse en las actas publicadas por el ICE de la UAB en 1992. Estos planteamientos, y la práctica de trabajar en ellos, me sirvió de base para plantearme la posibilidad de realizar una serie de televisión, de la que conseguí realizar un capítulo piloto, Infancias en los 50 , con Trafalgar, producciones documentales, Madrid, 1992.

[14] Un resumen de los resultados de esta experiencia puede verse en la III Parte de Pensar la historia a ras de piel , Ediciones de la Tempestad, Barcelona 1992.

[15] Historias, Infancias en los años 50 , (1992), documental audiovisual elaborado gracias a la colaboración del ICE de la UAB y de las productoras Videoreport y Trafalgar producciones documentales

[16] Ver QUADERNS D'HISTÒRIA DE LA COMUNICACIO SOCIAL n. 16 (1995), Història de la Comunicació a Catalunya. Apunts i Guía Didàctica , (2ª edición, 3 vols).

[17] QUADERNS D'HISTÒRIA DE LA COMUNICACIO SOCIAL, n. 18. En la primera edición incluí un texto mío y tres trabajos realizados el curso anterior por tres estudiantes. Este texto, revisado y ampliado, fue publicado en 1999 con el título Cap a una Història de la Comunicació a Catalunya, ex-cèntrica, plural i interactiva , en la colección Documents del Servei de Publicacions de la UAB. Esta propuesta está incorporada a la web Passeig per les xarxes de comunicacio, ubicada en el Campus Virtual de la Universidad Autónoma de Barcelona.


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Revista teórica del Departamento de Ciencias de la Comunicación y de la Información
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