Resumen: Se describen la metodología y las conclusiones de una investigación de una tesis de grado que trata específicamente sobre las prácticas periodísticas referentes a la extracción información desde Internet y su correcta atribución en el proceso de reporteo y elaboración de productos informativos, y las relaciones de esas prácticas con la deontología profesional en cuatro medios de prensa escrita chilenos.
El ser humano necesita comprender y controlar el mundo. Su mundo. Físico y social. Para lograrlo, ha concebido reglas y normas, que han pasado desde antaño de generación en generación y que, además, le han permitido crear y re-crear todo un complejo sistema social e intercultural. De estas normas, las concernientes a la ética y la moral son fundamentales y transversales a todas las actividades humanas y, por supuesto, también al periodismo.
Sobretodo en el marco de las actuales tecnologías de la información y comunicación, donde la posibilidad de acceso a grandes cantidades de información a través de Internet facilita la germinación de rutinas éticamente censurables en las prácticas periodísticas. Estamos hablando específicamente de plagio, considerado delito y falta ética grave porque, por una parte, vulnera los derechos de autor y de propiedad intelectual que posee todo escrito; y, por otra, indica una carencia de competencias profesionales, flexibilidad de rigor y falta de comprensión de aspectos básicos de la educación, porque la correcta atribución de la autoría de una información necesariamente es una práctica que se fundamenta en la estructura de enseñanza del sistema educativo.
La hipótesis planteaba que “los periodistas que extraen información desde Internet en el reporteo y elaboración de sus informaciones cometen plagio, al no citar la fuente de origen de los datos extraídos, atribuyéndose la autoría de las informaciones como propia”. La muestra del estudio estuvo conformada por 10 periodistas de los diarios La Nación, La Tercera, El Mercurio de Valparaíso y La Estrella de Valparaíso, respectivamente, y 10 de productos informativos de cada uno de ellos.
La metodología consistió en aplicar una encuesta compuesta por dos cuestionarios –el primero relacionado con la utilización de Internet y el segundo tendiente a dilucidar prácticas periodísticas vinculadas a la utilización y atribución de la información extraída desde Internet– a los 40 periodistas que conforman la muestra; y, posteriormente, revisar 10 productos informativos de cada uno de ellos escogidos aleatoriamente –en total, 400 informaciones–, a través del motor de búsqueda Google, con el fin de identificar coincidencias entre los contenidos de las informaciones impresas y el material existente en Internet, para, en última instancia, verificar la veracidad de las respuestas que los periodistas dieron en la encuesta. Esta medida, llamada análisis comparativo de contenido, entonces, tiene como doble finalidad: comprobar los resultados de los dos cuestionarios de la encuesta y proporcionar nueva información, aportando datos para la investigación y la comprobación final de la comisión de plagio en productos informativos de los periodistas que conformaban la muestra.
Desde el punto de vista de la utilización de Internet como herramienta de extracción de información, de acuerdo con los datos analizados de los resultados de las respuestas de los profesionales a la encuesta, se plantea que el uso de Internet está masificado entre los periodistas, siendo utilizado diariamente y validado por ellos como una forma más de reporteo. También, se estableció que, entre las rutinas de reporteo por Internet, los sitios visitados tienen que ver con el área periodística que cubren en el medio en que trabajan. Además, los periodistas utilizan Internet para corroborar informaciones y datos conocidos con antelación o para complementar la redacción de sus productos informativos con nuevos antecedentes. Asimismo, la utilización de Internet puede servir para encontrar nuevas ideas para la agenda periodística que se realiza en las reuniones de pauta llevadas a cabo en los medios de comunicación. La información consultada al reportear en Internet, incluye datos estadísticos y productos periodísticos, tales como reportajes, crónicas, entrevistas, críticas especializadas, columnas de opinión, etc.; nutriéndose del trabajo de otros periodistas, para realizar sus propios productos informativos.
Desde el punto de vista de la ética deontológica en las prácticas periodísticas, la falta ética que fundamentó nuestra investigación es la relacionada con la atribución de la autoría de documentos ajenos utilizados durante el proceso de generación de productos informativos propios. Es decir, la comisión de plagio.
En sus respuestas al instrumento, la mayor parte de los periodistas de la muestra –específicamente, un 92,5%– respondieron negativamente en la pregunta Nº 5 del segundo cuestionario, que trataba sobre la copia íntegra de informaciones sin atribución explícita de la fuente.
Sin embargo, en la pregunta de control, que corresponde a la Nº 11 del segundo cuestionario, todos respondieron que no utilizaban contenidos de Internet copiándolos sin citar la fuente y sin atribuirse como propia la información extraída.
Por otro lado, de acuerdo con los datos extraídos de la respuesta Nº 1 del Cuestionario II, sólo un 34% afirmó citar las informaciones extraídas de Internet, de lo que se deduce que parte importante de los periodistas que conforman la muestra se contradice, ya que en la pregunta Nº 11 del mismo cuestionario todos respondieron que no utilizaban contenidos de Internet sin citar la fuente de origen de la información. Ello nos lleva a pensar que hay una generalizada falta de rigor profesional con respecto a la citación de fuentes desde donde se extrae información.
Empero, era necesario verificar la veracidad de las respuestas de los periodistas encuestados, a través del análisis comparativo entre los contenidos de los productos informativos impresos firmados por los profesionales y las informaciones existentes en Internet. De acuerdo con esto, se constató empíricamente que determinados sujetos de la muestra –específicamente un 10%– sí cometía plagio.
Al cotejar las respuestas de los periodistas que conforman ese 10% que plagió, descubrimos que la totalidad de ellos respondió negativamente en las preguntas Nº 5 y Nº 11, relacionadas con el plagio. Es decir, mintieron al manifestar explícitamente nunca haber cometido plagio durante el ejercicio profesional.
De estos datos se puede inferir que la mayoría de los periodistas que conforman la muestra –90%– se guía por los principios éticos de la profesión en relación a la correcta utilización de las informaciones extraídas desde Internet, no obstante, existe una considerable minoría de profesionales que no sólo elude las correctas prácticas éticas de la profesión, sino que también mintió en lo que respecta a la entrega de los datos que se utilizaron en esta investigación.
Por si fuera poco, todos los periodistas que fueron descubiertos cometiendo plagio a través del análisis comparativo de productos informativos señalaron, en sus respuestas del cuestionario, que el plagio es una falta grave a la ética profesional que nunca debe cometerse. Esto significa que no asumen su comportamiento éticamente censurable, lo que se ve reafirmado en las respuestas a la pregunta de desarrollo, donde utilizaron palabras y frases con gran carga semántica para referirse al plagio, tales como: “engaño”, “robo”, “apropiación”, “falta de competencia profesional” y “falta de sinceridad para con uno mismo y con los lectores”.
De esta manera, la hipótesis se comprueba sólo parcialmente, ya que, si bien el 10% de los periodistas investigados comete plagio, existe un 90% que se rige por normas deontológicas acorde con lo que se espera de un profesional de las comunicaciones.
Por cierto, consideramos importante que los medios de comunicación pongan mayor atención en las prácticas periodísticas de los profesionales, porque existe una responsabilidad compartida por parte de quienes supervisan a los periodistas, lo que se ve acentuado si existe una carencia de énfasis al momento de imponer las directrices propias del medio en relación con la ética profesional. Además, es necesario que esa responsabilidad también llegue a las oficinas de las distintas agrupaciones de periodistas, de modo que se profundicen las medidas de control ético, denuncia y castigo de esta actividad por parte de los diversos actores que participan de la industria periodística.
Asimismo, se hace imperioso contar con herramientas legales que permitan imponer una sanción efectiva a quienes cometen actos de plagio y otras tantas faltas a la ética profesional, dado que nuestro país no cuenta con una legislación adecuada al respecto. El periodismo, en particular, requiere normativas que estén de acuerdo con sus particulares exigencias, que muchas veces no son cubiertas por la amplitud de la legislación actual.
Tampoco podemos dejar de lado lo que ocurre en el campo académico. Es pertinente profundizar las enseñanzas éticas en las aulas de las escuelas de periodismo y asegurarse de que los alumnos toman real conciencia de las materias que se tratan, evitando una perpetuación de prácticas ilícitas éticamente, que pueden ser aprendidas durante el transcurso de la formación profesional.
Es importante siempre tener en cuenta que el uso de las nuevas tecnologías de información y los requerimientos de inmediatez de nuestra profesión no deben hacernos perder de vista los horizontes éticos en las prácticas periodísticas en el ejercicio de la profesión, que ha sido constantemente menoscabada puesta en tela de juicio por parte de la opinión pública.
[1] Todos son Licenciados en Comunicación de la Universidad de Playa Ancha. Actualmente están en trámite de conseguir el título de Periodista, a través de la misma casa de estudios.
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Revista teórica del Departamento de Ciencias de la Comunicación y de la Información
Facultad de Humanidades - Universidad de Playa Ancha
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