Revista F@ro Nº2

Voces de Ciudad: un relato audiovisual que indaga por los imaginarios visuales
y sonoros de lo local.

Pamela Flores 1
Livingston Crawford 2
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Resumen: Como el resto de América Latina, Colombia no construyó, después de la Independencia, un conjunto de representaciones que convocara a la mayoría a un proyecto nacional. Solo la llegada de la televisión, a mediados del siglo XX, inició la elaboración de relatos que, además de ser hoy la memoria documental más importante del país, construyeron una noción de lo nacional que, aunque ignoraba la diversidad, convocaba a los diferentes grupos a formar parte de una totalidad. El "mundo de la vida" apareció documentado desde las imágenes en movimiento y estos relatos se instalaron en la cotidianidad de los seres humanos recién convertidos en televidentes. Durante los ochenta, en consonancia con el redimensionamiento de lo local, surgen los canales regionales para reconocer los valores culturales de la diferencia. Muchas propuestas en el escenario global televisivo están referidas a modelos que se reproducen como productos patentados ( Big Brother, CITY TV) que, si bien presentan particularidades en cada contexto, apuntan a un imaginario global con una nueva noción de sujeto situado en unos espacios en donde lo urbano se desvanece. Pero lo urbano también se desvanece en las imágenes fragmentadas de las luces de neón, los centros comerciales y las salas de diversión que constituyen la imagen de ciudad más difundida en la televisión global. Allí, no solo las ciudades e parecen, sino que el ejercicio ciudadano se torna innecesario y se agota en una individualidad que exhibe su incapacidad para el ejercicio político. La propuesta de "desciudanización" presenta peligros específicos en América Latina, especialmente en ciudades que nunca han construido un relato que dé cuenta de su propia identidad urbana. Voces de Ciudad nació como una propuesta para reconstruir el relato audiovisual de Barranquilla, ciudad en la Costa Norte colombiana con una evidente incapacidad para afrontar los desafíos de la ciudadanía.

Palabras clave: No lugar- espectáculo- ciudadanía- imágenes- fragmentación social- Barranquilla.

Introducción

Como el resto de América Latina, Colombia no construyó, después de la Independencia, un conjunto de representaciones que convocara a la mayoría a un proyecto nacional. En el continente, la complejidad de cada uno de los procesos de conformación de las naciones, lo intrincado de la geografía, la ignorada diversidad étnica y lingüística y, sobre todo, una noción difusa y formal de la democracia hicieron de los proyectos nacionales, con especificidades en cada uno de los casos, se tornaron en discursos vacíos que no invitaron a las mayorías a participar en la vida nacional.

La llegada de la televisión, a mediados del siglo XX, inició la elaboración de relatos que, además de ser hoy la memoria documental más importante del país, construyeron una noción de lo nacional que, aunque ignoraba la diversidad, convocaba a los diferentes grupos a formar parte de una totalidad. El "mundo de la vida" apareció documentado desde las imágenes en movimiento y estos relatos se instalaron en la cotidianidad de los seres humanos recién convertidos en televidentes.

Durante los ochenta, en consonancia con el redimensionamiento de lo local, surgen los canales regionales para reconocer los valores culturales de la diferencia. Simultáneamente, la globalización invade con sus redes transnacionales impugnando "los fundamentos institucionales de los sistemas de comunicación de los estados-naciones" (Mattelart, 1996) y aumentando la oferta audiovisual lo cual conectó a los televidentes nacionales con contextos culturales antes lejanos que se convirtieron en referentes cercanos e íntimos.

En este nuevo contexto, caracterizado por la tensión global-local, las "comunidades imaginarias" de Benedict Anderson adquieren un sentido múltiple. Es decir, que las comunidades culturales, además de no tener ya como únicos atributos de autorreconocimiento la lengua, el territorio o la etnicidad, establecen nexos basados en nuevos referentes culturales que ignoran las dinámicas de anclaje al pasado y que, excluyéndose, complementándose o yuxtaponiéndose, se constituyen en vehículos de una identidad múltiple y fragmentada que privilegia, según los contextos, unos referentes u otros. Este fenómeno tiene unas implicaciones específicas en América Latina, en donde el televidente se ve convocado fundamentalmente por productos que tienen tres orígenes:

- Televisión de los Estados Unidos

- Televisiones nacionales o multinacionales de otros países de América Latina.

- Televisiones locales o regionales.

Esta tensión entre la televisión global y la televisión local en las sociedades de América Latina, adquiere diferentes significados según se trate de comunidades rurales o urbanas, ricas o pobres, jóvenes o adultas. En el caso de las comunidades marginadas, ¿De qué manera la tensión global local incide en sus formas de autorreconocimiento? ¿Qué exigencias hace a cada uno de los sectores de la sociedad? ¿Qué implicaciones tiene ello para la construcción de lo público?

Identidad en la tensión local- global a partir de las imágenes televisivas

Según Castells (1997), los medios de comunicación, independientemente de que sean globales o locales, generan tres tipos de identidades colectivas:

Identidades legitimadoras

Identidades de resistencia e

Identidades de proyecto.

El debate entre los medios legitimadores y los medios de resistencia fue ampliamente desarrollado por las teorías del imperialismo cultural a partir de la década de los sesenta. Hoy, los análisis de recepción, desde los Estudios Culturales, han aportado nuevas perspectivas y, sobre todo, han creado conciencia de que el poder no emana de una sola fuente. Y aunque es claro que los modelos económicos dirigidos al fortalecimiento del libre comercio y al debilitamiento de las medidas proteccionistas, inexorablemente, fortalecen a los más fuertes y debilitan a los más débiles (según datos del Banco Mundial, América Latina es la región más desigual del planeta), el análisis del impacto cultural no puede agotarse en reduccionismos economicistas. En primer lugar, las dinámicas culturales y políticas son menos unívocas que las económicas; y, en segundo término, siguiendo a Morley y Robins (1995), dicho análisis "siempre debe diferenciarse y preocuparse por establecer cuáles grupos y en qué lugares están respondiendo y cuáles no".

En el caso específico de la televisión en América Latina, la fragilidad del estado-nación y la sustitución de las televisiones nacionales, públicas o privadas, por empresas de grandes grupos económicos que se disputan el mercado latino (por ejemplo, Venevisión y Radio Caracas T.V. tienen oficinas en Miami) regidas por objetivos políticos puramente legitimadores, han terminado, sin embargo, construyendo una noción de "latinoamericanidad" de la cual carecíamos en el continente y que las televisiones nacionales tenían poco interés en incentivar.

Si bien muchos de los contenidos simbólicos de esta "latinoamericanidad" son susceptibles de una diversidad de cuestionamientos (por ejemplo, la simbología común que pone en escena la telenovela) lo que interesa destacar es que las dinámicas de la globalización han posibilitado, por primera vez en la historia del continente, un acercamiento entre los imaginarios culturales de los diversos países y una puesta en escena simultánea de realidades que, aunque extremadamente similares, se habían mantenido completamente desconectadas las unas de las otras. Un ejemplo de ello son las conexiones que la televisión y, en los últimos años, la Internet, han permitido entre las comunidades indígenas, las cuales, sometidas a problemáticas comunes, habían permanecido distanciadas unas de las otras desde la Colonia.

Simultáneamente, las televisiones estadounidenses también han construido nuevas formas de identidad y de solidaridad ajenas a los dictámenes del poder político. Regidas por la lógica del mercado, al concebir al espectador como consumidor, no como público, lo insertan en lógicas contradictorias que, si bien lo convocan al universo del consumo, tienen el valor de generar discursos múltiples y ambiguos promoviendo solidaridades identitarias que, sin proponérselo, inscriben a los espectadores en el universo del lenguaje de los derechos. Esto último se hace evidente en la incidencia que la reescritura, desde lo audiovisual, de las identidades de los negros, las mujeres o los gays, por ejemplo, ha tenido sobre los grupos homólogos en nuestros países.

De esta manera, las tensiones global-local contenidas en el megarrelato televisivo han construido unas solidaridades inéditas en el continente que conducen a que cada consumidor formule, desde su contexto, exigencias audiovisuales globales y, simultáneamente, se sienta en la necesidad de completar audiovisualmente ese "resto del mundo" en el que queda convertida su geografía más próxima. Y a resignificar ese "resto de mundo" conjugando los referentes tradicionales de la identidad con los nuevos referentes desterritorializados en el espacio público de la televisión.

Estos nuevos relatos televisivos, insertos en las dinámicas de lo global, terminan configurando identidades de resistencia que proponen nuevas miradas de sí mismo y que, lentamente, van construyendo un universo mediático que se distancia de las lógicas del mercado para proponer el espacio medial como ámbito de diálogo y reconocimiento.

Sin embargo, en el caso de América Latina, junto a estas marginalidades reterritorializadas (es decir, la inmensa variedad de "otros" a quienes la televisión posmoderna ha otorgado carta de identidad) existe un amplio sector que, en algunas ciudades supera el 50%, cuyas identidades se resignifican en la invisibilización de sus subjetividades, en la desaparición de las diferencias individuales o de grupos, reduciéndolos a ser objetos en las imágenes-mercancía de una pobreza descontextualizada.

En estos sectores, las dinámicas de la identidad, enfrentan, entre otros problemas, el hecho de que los códigos televisivos que han construido el relato de la miseria se han elaborado desde la dimensión afectiva y emocional. Por tanto, apelan al espectador no marginal en forma efímera, ya que, como lo ha afirmado Jean Mouchon (1994), "la emoción que no desemboca en un acto concreto se convierte en una emoción estéril"; y en los espectadores que se reconocen en esas imágenes, operan una pérdida de la autoestima que contribuye a fragmentar las ya deterioradas identidades de los inscritos en los circuitos de la miseria.

De esta manera, el espectáculo de la pobreza, construido desde las rutinas productivas de lo audiovisual, inserta a quienes la padecen, en circuitos de autoconmiseración que no contribuyen a que los sectores más marginales de la sociedad se conciban a sí mismos como sujetos de derechos; y dificulta al resto de la sociedad, la reflexión sobre los factores a los cuales está asociada la miseria privándola de los argumentos para la toma de posiciones éticas y políticas sobre la distribución de la riqueza y el ejercicio de la ciudadanía.

Desde el punto de vista de la narrativa televisiva, los relatos de la miseria constituyen un espectáculo homogéneo que, inserto en la tensión global-local, deslocaliza los problemas, desvaloriza a los sujetos y desconoce la especificidad económica, cultural, política y ambiental de cada localidad específica. La miseria pareciera ser una y unívoca, carente de causas o explicaciones y los relatos de la identidad se reconfiguran desde la carencia misma que es la que pareciera agotar la definición de unos seres humanos a los que se les niega el estatuto de sujetos en cuanto se oculta su subjetividad.

En una época en donde el espacio público se ha ampliado en virtud de los medios, en donde, como afirma Jean Marc Ferry (1989) éste se constituye no solo en "el lugar de la comunicación de cada sociedad consigo misma, sino también y, quizás ante todo, (en) el lugar de una comunicación de las sociedades distintas entre sí", los relatos de la miseria están llamados a resignificar sus códigos con el fin de poder generar diálogos y respuestas. Vistas desde "fuera" todas las miserias son iguales. Vistas desde "fuera" todas se constituyen en espectáculo.

Los relatos televisivos globales de la pobreza forman parte de ese nuevo universalismo fundamentalista que, en cuanto define al ciudadano como televidente consumidor o como consumidor televisado, deja por fuera las subjetividades de quienes pueden ser televidentes o televisados, pero no consumidores.

Ni consumidores ni ciudadanos, parafraseando a García Canclini, los actores de los relatos de la miseria son colocados fuera del ámbito de lo urbano. Si en el imaginario global de la ciudad, lo urbano se desvanece en las imágenes fragmentadas de las luces de neón, los centros comerciales y las salas de diversión que constituyen las miradas de ciudad más difundidas en la televisión global; si allí todas las ciudades son similares y los ciudadanos se agotan en unos flujos que hacen innecesario el ejercicio de lo público, en el caso de los actores de la miseria, las imágenes los representan fuera del ámbito de la ciudad.
Y, sin embargo, no están fuera de la ciudad. La "otra" ciudad es estructuralmente un sector de la totalidad por lo que, del mismo modo que hemos presenciado durante las dos últimas décadas, un renacimiento de lo local en lo político, social y económico, una descentralización administrativa creciente de los gobiernos y la recuperación del papel protagónico de las ciudades ante la indeterminación de lo local producida por el auge de lo global, es imperativo que las televisiones regionales y locales en América Latina recuperen sus vínculos con la ciudadanía.

Las televisiones locales y regionales tienen que poner en escena modelos democráticos de comunicación. Los modelos del escenario global televisivo que se reproducen como productos patentados (Big Brother, City TV) apuntan a un imaginario global con una nueva noción de sujeto situado en unos espacios en donde lo urbano se desvanece y, en donde, la ciudadanía se hace innecesaria. Para América Latina, esta propuesta de "desciudanización" representa serios peligros, especialmente en aquellas ciudades que no han asumido, desde la administración local, el desarrollo de sus sectores productivos y de una cultura política para los ciudadanos. Y mucho menos han construido un relato que dé cuenta de su propia identidad urbana y del hecho de que sus sectores mayoritarios conforman una zona negada por las estadísticas oficiales, los planos de las ciudades, los imaginarios colectivos y, por supuesto, los medios de comunicación.

Voces de Ciudad: la identidad como proyecto

Si observamos el plano de Barranquilla, más del 70% de la ciudad está en condiciones de pobreza. Sin embargo, pocos son conscientes de ello ya que la ciudad ha sido invisibilizada por unos medios que recorren veloces el caos del centro histórico, descontextualizan y fragmentan los problemas, ocultan el creciente deterioro de la urbe, ignoran la inexistencia de espacio público y fortalecen la noción de que lo político se reduce a problemas como las elecciones o la corrupción; además, al despersonalizar la miseria entrenan a la mirada para no ver, o para ver esquemáticamente, como si la miseria no fuera un problema de cientos de miles de seres humanos y no estuviera inscrita en un sistema del cual el que mira también hace parte.

Voces de Ciudad3 nació como una propuesta audiovisual que pretende dar un primer paso en la reconstrucción de nuestro relato audiovisual sobre Barranquilla y posibilitar nuevas perspectivas de los problemas asociados a la pobreza. El primer problema abordado fue el de la descontextualización de la noticia. Este aspecto hace parte de nuestra frágil memoria colectiva y de la manera cómo hemos ocultado el pasado tras el discurso mítico de la ciudad "Puerta de Oro de Colombia". Proponer una nueva versión del pasado y relacionarlo con el presente se constituyó en el primer objetivo del programa para lo cual se creó la sección Vuelta de Hoja. Esta propuesta de recuperación de la memoria y de reescritura del relato urbano barranquillero se propone hacer concientes a los ciudadanos de que las problemáticas urbanas y sociales han sido generadas por unas actitudes y acciones concretas y de que hemos carecido de una acertada planeación de nuestro futuro, en parte, debido a que hemos mitificado nuestro pasado.

Otro aporte a la recontextualización del relato urbano fue la sección Mi Barrio, una Ciudad, en la cual la cámara recorre en un largo travelling un barrio de Barranquilla proponiendo una mirada más crítica al abordar en el barrio, problemas como la proliferación de negocios en los sectores residenciales, la falta de parques o plazuelas, la inseguridad o la carencia de servicios públicos. Esta sección tiene por objeto mostrar las múltiples ciudades que existen en Barranquilla y la invisibilización a la que muchas de ellas son sometidas. De ahí que, junto a barrios tradicionales de la ciudad, hayamos recorrido zonas de invasión o supuestos barrios con viviendas de interés social con el objeto de mostrar cómo la discriminación espacial se convierte en multiplicadora de pobreza la cual afecta la totalidad de la estructura social urbana así se pretenda segregar estas zonas del resto de la ciudad.

El segundo problema tiene que ver con el hecho de que los medios de la región no distinguen entre planes y hechos. Y puesto que los planes constituyen más del 70% de las noticias y los hechos son pocos, lo que le otorga a los espectadores la noción de que el relato avanza es la permanente proliferación de proyectos que nunca se concretan en acciones, y que serán reemplazados por otros que no permiten que el espectador se interrogue por los que no se cumplieron. Esta proliferación de planes a los que no se les hace seguimiento tiene que ser entendida por la ciudadanía como un factor fundamental en el aumento de los índices de pobreza.

Un tercer problema abordado fue el de las fuentes. El desequilibrio, en términos de porcentaje, entre la utilización de fuentes estatales y fuentes de entidades privadas o de la sociedad civil, nos llevó a no entrevistar al Estado en la primera etapa del proyecto. Y a privilegiar como fuente a expertos que combinaran un conocimiento científico sobre el tema con la experiencia de haber sido o ser actores del mismo en el espacio público. Nació así la sección La Ciudad Escucha como una invitación a la ciudadanía a escuchar las voces de quienes proponían acciones eficaces desde diferentes ámbitos a la solución de los problemas urbanos. Igualmente, se asumió que la participación de las entidades estatales, cuando se diera, se centraría a la exposición de acciones no de proyectos o planes que no tuvieran resultados concretos que mostrar.

Indagar las percepciones de la ciudadanía era otra de las tareas importantes. Las entrevistas de la sección Mirada Pública son una muestra de las 200 entrevistas que se realizan en diferentes sectores de la ciudad. Los resultados obtenidos han mostrado la escasa conciencia que existe sobre la importancia de los problemas urbanos y una deficiente conceptualización sobre la pobreza bien sea entendiéndola como una determinación, como "resultado4 de una culpa", o como un problema cuya solución "solo está en manos de los políticos".

En razón de que los jóvenes son un sector definitivo para la generación de cambios sociales, creamos la sección Mirada Joven. Esta sección brinda la oportunidad de abordar cada tema desde la perspectiva de los menores de 25 años y se ha convertido en un medio de expresión para los nuevos narradores audiovisuales de la ciudad. En esta etapa, hemos considerado que el hecho de que los jóvenes reconceptualicen la miseria prepara abordajes más racionales del problema en el futuro.

En este sentido, el proyecto se ha propuesto como objetivo en esta nueva fase, colocar en la agenda pública de los medios, los "Objetivos del Milenio" con el fin de sumarse a la "Campaña del Milenio" y contribuir a la disminución de los índices de pobreza antes del 2015. Con el propósito de hacer de la disminución de la pobreza un objetivo de la ciudadanía, el programa convoca a todos los sectores sociales a aportar en la disminución de los indicadores relacionados con cada uno de los objetivos estipulados en la Declaratoria.

Un primer problema es la ausencia de estadísticas en la ciudad. De ahí que se haya dirigido una convocatoria a la administración local con el fin de que se creen los mecanismos para la construcción de un sistema confiable de información.
Un segundo problema consiste en la desconexión existente entre los expertos que pueden aportar a la mejor comprensión y solución de cada una de las problemáticas. Por lo tanto, se han iniciado una serie de entrevistas a especialistas en cada uno de los objetivos con el fin de poner en común las perspectivas y de construir estrategias integrales para la consecución de los objetivos.

Otro aspecto importante es que, debido a que no existen redes ciudadanas con experiencia en gestión de problemáticas sociales urbanas desde perspectivas no asistencialistas, los grupos de trabajo tienen que ser conformados y capacitados. El trabajo con estos grupos se inicia con una desestigmatización de la pobreza y una reflexión sobre los factores que inciden en la permanencia en los circuitos de la miseria.

Ante una administración local que ha demostrado niveles altos de ineficacia en la gestión de la ciudad -lo cual se comprueba en el hecho de que Barranquilla es un centro urbano con notorios rezagos en relación con las otras ciudades del país- el compromiso de la empresa privada, de las organizaciones no gubernamentales y de la ciudadanía es imperativo para exigir al Estado las acciones tendientes a la consecución de estos objetivos.

Es importante anotar que Barranquilla ha sido centro de recepción del desplazamiento interno que la guerra en Colombia ha provocado durante las últimas décadas. Esto ha causado un número creciente e indeterminado de población flotante que incrementa los ya serios problemas de vivienda, servicios públicos y carencia de empleo existentes en la ciudad. Y lo que es más grave aún, estos grupos humanos se asumen como carentes de derechos, en cuanto -insertos en la ilegalidad por la informalidad de sus tránsitos- no forman parte de los programas oficiales sino en forma muy coyuntural y precaria.

Los medios de comunicación, como instancias dadoras de sentido e instituciones fundamentales de la democracia, tienen que asumir el reto de visibilizar a estos grupos no en cuanto objetos sino en sus subjetividades. "Descubrir la ciudad" es incluir en las representaciones colectivas estos territorios ignorados dando a los ciudadanos la oportunidad de dirigir hacia allí la mirada. Es concebir la totalidad de la vida urbana en términos incluyentes. Las narrativas audiovisuales tienen inmensos aportes que hacer en este sentido y los productores de relatos audiovisuales están en la obligación de convocar a la ciudadanía para trabajar por ciudades más democráticas y pluralistas.

La globalización disminuyó los espacios de la televisión pública en Colombia. Los canales regionales constituyen una oportunidad para imaginar una sociedad más democrática, reflexionar sobre nuestros destinos colectivos y construir sujetos cuya noción de lo público no se agote en el no-lugar del espectáculo. Voces de Ciudad pretende ser un lugar en donde el pluralismo de voces permita la construcción de unos referentes de identidad comunes que apunten a un proyecto futuro: el de una ciudad para todos.

Referencias bibliográficas

BORJA, J. y CASTELLS, M. (1997): Local y global. La gestión de las ciudades en la era de la información. Madrid. Taurus.

CASTELLS, Manuel (1997): The power of identity. Blackwell, Malden MA.

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MATTELART, Armand (1995): La invención de la Comunicación. México. Siglo XXI.

MORLEY, D. y ROBINS, K. (1995): Spaces of identity: Global Media, electronic landscapes and cultural boundaries. Londres, NY: Routledge.

MOUCHON, Jean (1994): "La reunión invisible". En Espacios Públicos en imágenes. Barcelona. Gedisa, 1997.

OROZCO, A. y DÍAZ, D. (2003): "La Comunicación: un juego ciudadano". En Ciudad, ciudadanías y lenguaje. Bogotá. Departamento Administrativo de Bienestar Social.

SINCLAIR, John (2000): Televisión: comunicación global y regionalización. Barcelona. Gedisa.


Notas

1 Candidata a Doctor en Estudios Culturales, Universidad de Sevilla, España. Miembro de PBX Grupo de Investigación en Comunicación y Cultura, Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia. Académica de la Universidad del Norte de Barranquilla.

2 Candidato a Magíster en Filosofía, Universidad del Valle, Colombia. Miembro de PBX Grupo de Investigación en Comunicación y Cultura, Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia. Académico de la Universidad del Norte de Barranquilla.

3 Voces de Ciudad ha abordado dos temas fundamentales: espacio público y pobreza. En este artículo nos referimos al segundo tema.

4 El 48% de las encuestas reveló que existe una tendencia a creer que el pobre es culpable de su pobreza., ignorando factores asociados a la existencia de empleo, el nivel de educación o temas más fundamentales como el hambre y la enfermedad.


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Revista teórica del Departamento de Ciencias de la Comunicación y de la Información
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