Revista F@ro Nº2

Periodismo Cívico. Una alternativa en desarrollo para un Periodismo Participativo.
La experiencia de la Universidad Mayor Sede Regional Temuco.

José Miguel Labrin Elgueta1
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Resumen: El desarrollo del periodismo cívico como un movimiento renovador de la prensa contemporánea supone el desafío de establecer nuevas conexiones entre la ciudadanía, la comunicación política y el sistema de medios. La prensa retoma desde sus propios límites, una acción responsabilizadora para la profundización democrática y el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades desde y para las cuales, incide. La revisión de un modelo de periodismo cívico aplicado en la ciudad de Temuco, en el marco de las elecciones municipales del año 2004, abre la posibilidad de fortalecer en nuestro país un eje transformador de la discusión pública mediatizada.

Palabras Clave: Periodismo Cívico, ciudadanía, responsabilidad social, interés público, Universidad, Chile.

A fines del siglo XX los medios escritos norteamericanos dieron cuenta de la más profunda crisis de la prensa liberal anglosajona. La circulación de los diarios que había aumentado en la post guerra y se había beneficiado del desarrollo económico para la década de los ochenta estaba en un franco declive.

El ejercicio del periodismo, encuestas tras encuestas, demostraba un profundo distanciamiento entre la ciudadanía y los medios. Incluso, la televisión también hablaba de fracasos en su gestión social informativa: sólo había audiencia cuando las noticias se basaban en el escándalo y la cobertura de crisis.

Así, el interés por lo público de la tradición republicana, parecía desvanecerse en el aire y con ello, la sociedad civil sólo reconocía a los medios una función social degradada: el "info-entertaiment", la información del entretenimiento.

Esta carencia era congruente con la escasa participación en las votaciones en Estados Unidos. En 1984 quienes sufragaban representaban menos del 40 % del electorado. La participación de los ciudadanos en el debate público y la práctica periodística, ambos ejes del fortalecimiento de la democracia liberal, estaban distanciados de tal manera que se hacía evidente la búsqueda de nuevas conexiones con la ciudadanía.

Esto motivó a que en distintas partes de Estados Unidos, intelectuales y académicos, comenzaran a criticar el esquema informativo de los medios con el fin de que estos asumieran nuevas estrategias para constituir una nueva esfera: la esfera pública ciudadana.

Dicha configuración no tardó en gestarse. Tras las mediatizadas elecciones de George Bush en 1988, no fueron pocos quienes criticaron la cobertura de la campaña. Sometida a los designios del candidato y no del electorado y basada en la profundización de los conflictos, este tipo de trabajo resultaba, para sus observadores directos, un síntoma evidente de la crisis de la prensa y de su rol para el fortalecimiento democrático.

El esfuerzo combinado de Jay Rosen, uno de los principales intelectuales norteamericanos, James Batten, ex director de la cadena Knight Ridder y Davis Buzz Merritt, un experimentado editor del diario Wichita Eagle de Kansas, desarrolló lo que sería una experiencia única en la creación de un innovador modelo periodístico. Una nueva praxis que logró reformar para siempre la salas de prensa de los medios norteamericanos y que puso al ciudadano común al centro de la producción informativa y de la agenda medial: el periodismo cívico.

La iniciativa fundacional se desplegó durante la elección de gobernador en 1990. El Wichita Eagle dejó de lado la agenda de los candidatos para focalizarse en las demandas de la comunidad en su conjunto. Utilizando metodologías de investigación social, y la construcción de canales de comunicación que potenciaran el feedback, se reconocieron los diez temas de interés ciudadano que guiaron a los periodistas a cubrir la campaña política. Con completa prescindencia de los intereses particulares y enfatizando la interpelación a los candidatos a asumir posturas frente a ámbitos como la educación, el medio ambiente o el gasto estatal, este medio logró promover un diálogo ciudadano efectivo con el mundo partidista.

Dicha experiencia, denominada "Su Voto Cuenta", marcó un hito en las posibilidades de establecer un nuevo trato, dignificando la labor del ciudadano en un efectivo control social, recuperando de manera estratégica y sin perder la noción de mercado necesaria para la industria medial, una dimensíón ética de responsabilidad social.

Hoy, a casi 15 años de esta primera experiencia, el periodismo cívico o público se ha fortalecido y con fuerza resuena como una real alternativa para el alicaído periodismo latinoamericano. Colombia, Perú y Argentina, son algunos de los países que con éxito han aplicado esta metodología y que hoy, en Chile, comienza a ser vista con alto interés para enfrentar, de manera sustentable, la concentración del sistema de medios imperante. En este esfuerzo se ha avocado la Universidad Mayor Sede regional Temuco, casa de estudios que desde el pregrado ya está explorando alternativas para consolidar este afán ciudadanista.

El periodismo cívico, un movimiento reformista.

Coincidiendo con la postura de Charlotte Grimes, para comprender teóricamente al periodismo público hay que remitirse a la forma en que este surge: primero, desde una elite periodística - empresarial vinculada a circuitos intelectuales, y segundo, desde una praxis cotidiana que intenta construir una teorización sobre el ejercicio periodístico. Por lo tanto, el desarrollo del periodismo público tiene un cariz de movimiento, donde quienes participan de él lo hacen por mera adscripción a un entramado conceptual y por cierto, valórico-filosófico común.

Esta peculiaridad incluso ha permitido que coexistan sin grandes disrupciones dos definiciones de un mismo fenómeno: periodismo público o periodismo cívico, donde el matiz sólo está dado en un enfoque práctico. Mientras el primero está orientado hacia la reconstrucción de la esfera pública mediante el rol de la prensa, el segundo se centra en la participación ciudadana -al interior de los medios- para la toma de decisiones y la construcción de una agenda noticiosa común. No obstante, a juicio de todos los investigadores sobre el tema y los periodistas involucrados, esta distinción llega a ser mínima y no existen mayores distancias al momento de desarrollar un proyecto periodístico desde esta perspectiva "ciudadanista".

Sobre la nueva relación entre la prensa y los ciudadanos, el periodismo cívico o público, en varios sentidos, intenta poner a los lectores y espectadores de las noticias no como un mero "beneficiario" de la información que les proveen los periodistas, sino como participantes cruciales en la definición y creación de las noticias en sí mismas.

Más estratégicamente hablando, el periodismo público desplaza al lector desde la mirada de un mero consumidor de productos informativos, a una nueva perspectiva donde aparece al interior de las políticas estratégicas del medio, como co-participante de la construcción de la agenda noticiosa y, además, como un ciudadano con derechos y responsabilidades.

Por lo tanto, el periodismo público apunta a que las personas son beneficiadas y afectadas por lo que sucede en su entorno, lo que debe ser asumido por la ciudadanía mediante la participación en asuntos de interés publico, en la búsqueda de soluciones a los problemas las comunidades o sociedades donde el medio se aloja.

La filosofía política que está detrás del movimiento de periodismo público -aunque no sea del todo homogénea- tiende a converger en el pensamiento de Christopher Lasch.

La democracia requiere debate público, no información. La información generalmente concebida como la pre condición de todo debate no es, sin embargo, sino su resultado. [Y] Si la información no se genera en el debate público, gran parte de esa misma información será irrelevante, en el mejor de los casos, o manipuladora, en el peor. (Lasch, 1995: 81).

Para los impulsores del periodismo público, la información genuina, fecunda, surge del acercamiento a los intereses de la comunidad y de la creación de ámbitos comunicativos que propicien la participación ciudadana en el debate comunitario de esos mismos intereses.

La información debe fundarse en una preocupación deliberada por las necesidades y los intereses de la comunidad... Debe asegurar una conexión con la comunidad tanto como un impacto en la comunidad. Comprender a las comunidades permitirá que los futuros profesionales de los medios sean participantes y no sólo meros observadores para preservar los valores del periodismo como servicio público frente a las presiones competitivas que buscan mercantilizar las noticias. (Alvarez, 2000).

Si bien la observación anterior de Edmund Lambeth y James Aucoin ve al periodismo público como un periodismo al servicio de la ciudadanía y no como una prensa "con y desde la ciudadanía" - y por tanto es relativamente ciega al dejar de lado el inherente componente empresarial y político del periodismo público- esta mirada nos permite distinguir una serie de rasgos fundamentales de este movimiento:

1. Escuchar sistemáticamente las historias e ideas de los ciudadanos manteniendo, al mismo tiempo, la libertad para elegir a cuáles de esas se debe prestar atención.

2. Examinar maneras alternativas de enmarcar las historias a partir de los temas que resultan importantes de la comunidad.
3. Escoger aquellos enfoques, en la presentación de los temas que ofrezcan la mejor oportunidad para estimular la deliberación ciudadana y la comprensión de los temas por parte del público.

4. Tomar la iniciativa a la hora de informar acerca de los problemas públicos sobresalientes en un modo que aumente el conocimiento del público acerca de las posibles soluciones y acerca de los valores comprendidos en los cursos de acción alternativos.

5. Prestar atención continua y sistemática a si la relación comunicativa es creíble y de buena calidad.

Desde esta perspectiva, el periodismo público es mucho más que una técnica. Resulta todo un desafío filosófico conceptual porque supone un cambio fundamental en el modo de concebir el papel como periodistas en la vida pública. Esto, para Merrit, implica dos elementos centrales: El primero, el convencimiento de que en el estado actual de las sociedades contemporáneas el periodismo es un elemento central en el sistema de la vida pública, y, en segundo orden, que esta situación impone a la labor periodística una obligación.

Por tanto, tal como destaca Alvarez Teijeiro, si bien esta relación entre democracia y medios es un vínculo estrecho, por parte de la prensa, esto no ha sido bien entendida y a su juicio, pobremente utilizada (Alvarez, 2000: 207).

Así, tal como se ha presentado anteriormente, distinguir una sociedad democrática y plural, propia de la esfera política y la esfera medial/comunicativa de la prensa como ámbitos de acción independientes es un error, pues ambos se definen mutuamente. Tal como apunta Daniel Bell, desde la mirada de las sociedades pos industriales, lo que se entiende por democracia depende en gran medida de las formas de comunicación que la hacen posibles, y lo que se entiende por periodismo depende de los impulsos y aspiraciones de una política democrática.

Por ello, Merrit sitúa la labor del periodismo como un compromiso directo con la vida pública, entendiendo ésta como un ámbito que trasciende la mera política contingente, para situarlo en el espacio que ocupa cualquier "actividad en la que la gente trata de alcanzar objetivos comunes o busca resolver problemas comunes" (Merritt, 1995: 64). Los cambios que inserta en la lógica periodística el periodismo público, según Merrit, se sitúan en los siguientes ejes:

1. Trasciende la visión limitada de contar noticias hacia una misión más amplia de ayudar a que la vida pública funcione bien, y actúa basándose en ese imperativo. Cuando la vida pública funciona bien, tiene lugar un verdadero proceso deliberativo que se conduce a soluciones potenciales.

2. Va más allá del distanciamiento para convertirse en un participante preocupado por la calidad de la vida pública. Quienes ejercitan el periodismo público recuerdan que son ciudadanos más que periodistas.

3. Deja de preocuparse por las adecuadas separaciones para atender a las adecuadas conexiones. Si se es capaz de lograr conexiones adecuadas, las separaciones adecuadas se mantendrán por sí mismas.

4. No sólo se ocupa de describir lo que va mal, sino que también se imagina cómo serían las cosas si fuesen bien. Al describir las posibilidades realistas que subyacen a las soluciones inmediatas, el periodismo público o cívico informa a la gente de sus elecciones potenciales para el futuro.

5. Deja de ver a la gente como meros consumidores para verlos, además, como público, como actores potenciales que pueden alcanzar soluciones democráticas a los problemas públicos. Además, el periodismo público busca maneras de alentar la participación pública y la discusión verdadera; maneras de construir la capacidad pública de hablar y de alcanzar soluciones.

Según la mirada que plantea Merrit el cambio que el periodismo público defiende no exige al medio una modificación de las características propias que lo han fundado en la matriz de la tradición liberal anglosajona, ni menos en su pretensión moderna de anclar en sí y por sí la construcción de un ethos público. Se trata, más bien, de idear modos que le permitan al periodismo superar su incapacidad para ver al público como un actor más de la vida política, modos de ver la actividad periodística que trasciendan la mera lucha de intereses de una elite distanciada de la ciudadanía.

Tal como Merrit lo sostiene, el periodismo público puede cumplir su rol específico en tanto función social "sin apartarse de su misión central de informar e ilustrar, sin renunciar a su importante papel de vigilante y crítico, sin aburrirnos con lecciones cívicas o presentarse a sí mismo grandilocuente como la cura para todos los males" (Merritt, 1995: 73). Algo similar ve este autor sobre la misma profesión periodística:

Si los periodistas conciben que su único objetivo es proporcionar e interpretar información- esto es, contar las noticias de manera distanciada- no seremos ayuda ni para la vida pública ni para nuestra profesión. Por el contrario, el periodismo debe asumir el objetivo adicional de ayudar a que los ciudadanos se reconecten con la vida pública lo cual significa desarrollar nuevas herramientas. Uno puede ser objetivo al atender a los hechos sin que esto signifique que no le importan las consecuencias de éstos. Esta es la diferencia entre objetividad y el distanciamiento.

Este antecedente del periodismo público se entronca con la postura de la directora del Pew Center for Civic Journalism, Jan Schaffer. A su juicio los periodistas cívicos "no quieren decirle a la gente, lectores y televidentes, qué deben pensar o actuar; ni siquiera cómo deben entender únicamente un acontecimiento noticioso. Más bien crean una zona neutral de facultamiento (sic), al proveerles a los ciudadanos la información y algunas veces los métodos para compartir alguna responsabilidad y ofrecer alguna imaginación o soluciones para resolver algún problema"2

Esto se relaciona con la doble "necesidad" del periodismo público en considerar tanto una mayor presencia de nuevas voces en los medios y la construcción de una nueva forma de comprender la agenda noticiosa.

Mas allá de las definiciones propias que tanto Merrit, Rosen y otros han dado de la filosofía del periodismo público o si se quiere, de su pensamiento basal, la investigadora Charlotte Grimes, reconoce algunos hechos centrales como las prácticas que caracterizan al movimiento. Estas son:

1. El patrocinio de foros, encuestas, debates públicos, encuentros entre los vecinos y "ejercicios cívicos" como paneles de ciudadanos, en pos de la solución de temas específicos como controversias del desarrollo o de la economía local.

2. El uso de coordinadores comunitarios, un nuevo tipo de reportero que media entre el periodista y los vecindarios, por lo general financiados por el Centro Pew.

3. Establecer la cobertura medial mediante un nuevo concepto de pauta, la agenda ciudadana, que se construye por medios de encuestas, entrevistas en profundidad, paneles y otros métodos de investigación científica.

4. La incorporación de personas reales y de sus puntos de vistas en las noticias, como parte de ellas y no como meros referentes detrás de los expertos, los candidatos o cualquier otro actor típicamente relevante.

5. Establecimientos de alianzas estratégicas entre los medios para compartir historias, perspectivas de cobertura de noticias, incluso reporteros para determinadas campañas.

6. Interpelar al público lector a la formación de grupos al interior de sus propias comunidades para resolver los propios problemas de la ciudadanía. Esto conlleva la formación de lideres ciudadanos.

Periodismo cívico en Chile. Un proyecto Universitario.

Durante la pasada década, mientras en Estados Unidos la suma de experiencias de periodismo cívico sobrepasaban varias centenas y en América Latina, casas de Estudios Superiores como la Universidad Católica de Medellín divulgaban la aplicabilidad y alto impacto de este modo de comunicación ciudadana, en Chile, las primeras aproximaciones académicas a esta renovación periodística se diluían rápidamente.

Las razones, múltiples. Una escasa formación intelectual de los periodistas docentes de las escuelas de comunicación, ajenas a las innovaciones extranjeras; una débil preocupación de la Academia para incidir efectivamente y de manera estratégica desde un concepto ciudadano en la empresa periodística; y ante todo, escuelas de formación celosas de una competencia comercial creciente, focalizada en la técnica y conocimiento útil para la industria periodística liberal - publicitaria.

No obstante, a comienzos del 2000 la demanda por construir un nuevo trato entre los medios de comunicación se tornó evidente. La reestructuración democrática estaba cerrando el periodo de transición, la prensa no partidista se consolidaba en el mercado incluyendo como estrategia el infoentretenimiento, y la ausencia de alternativas progresistas a escala nacional que pudieran contrarrestar la creciente concentración de los dos principales holdings -el Mercurio y COPESA-, habían hecho que, por lo menos en el circuito periodístico escrito, existiera similar malestar que aquel vivido 20 años antes en Estados Unidos.

No es menor, entonces, que el periodismo cívico resurgiera en Chile como una posibilidad efectiva de establecer una respuesta inequívoca para este escenario adverso. Una alternativa que, sin salir del paradigma liberal, puede releer desde sus propios límites una nueva validación con el poder político, la comunidad y el mercado.

La enseñanza del periodismo cívico, aún en ciernes, está fomentando esta apertura crítica y propositiva. Tras ya casi tres años de instalación, dos universidades están liderando este proceso, cada una de ellas con perfiles propios. Una de ellas es la Universidad Mayor Sede Regional Temuco.

La experiencia en la Novena región. Oportunidad y desafío.

La instalación de una mirada renovadora de la prensa desde la capital regional de la novena región es un hito que, a todas luces, representa más allá de las posibilidades estrictamente disciplinarias, una significación socio política relevante. No es menor instalar esta perspectiva ciudadanista -donde el sujeto común es puesto en el centro de la información- en la región más carenciada del país, donde el desarrollo no ha supuesto la reducción de las inequidades, en un escenario de alta complejidad cultural y en el cual el sistema de medios sigue operando bajo los cánones tradicionales de una información local general, tendiente al servicio parternalista o con claro énfasis a la visión comunitaria territorial.

En este sentido, el desafío de consolidar un escenario capaz de proyectar alternativas que conjuguen una alta rentabilidad social con una sustentabilidad económica es la meta que, en un mediano plazo, convoca la realización de pequeñas pero circunscritas experiencias de periodismo cívico en la región.

A la fecha, la Universidad Mayor se ha centrado en dar cuenta de la posibilidad de establecer un nuevo trato del periodismo con la ciudadanía, orientando de manera efectiva el desarrollo de las habilidades necesarias para transformar al futuro profesional de las comunicaciones, en un actor protagónico del cambio social y mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades en que participa e interactúa.

Así, el primer objetivo plateado en las asignaturas de Periodismo Cívico I y II fue desarrollar una nueva posibilidad de cobertura electoral, asumiendo que en ella se podrían encontrar elementos suficientes para potenciar un discurso público común entre la ciudadanía y el poder político.

El momento no podía ser más propicio: tras cuatro años, la ciudad de Temuco volvía a tener la posibilidad de escoger su Concejo Municipal y alcalde, bajo una nueva modalidad de elección dual. Así también una fuerte disputa pre electoral hizo que el actual edil cediera -no ajeno a un fuerte debate mediático- su cupo por un ex diputado de su mismo partido. La oposición, en cambio, fuertemente apoyada por un despliegue comunicacional, veía en esta revuelta una nueva oportunidad para llegar al sillón edilicio, mientras que los sectores de izquierda afianzaban un discurso a favor de los comuneros indígenas y la nueva agrupación regionalista aspiraba a una consolidación temprana en el electorado.

Así, mientras para los medios tradicionales esto era una oportunidad única para promover el conflicto y desde ahí construir agenda, en la ciudadanía el diagnóstico era decidor: Una apatía evidente por los temas de interés público, una crítica a la ausencia de propuestas oscurecida por rutinarias declaraciones de principios y ante todo, un descrédito a la democracia que era percibida como un mero procedimiento de escaso impacto en sus vidas cotidianas.

Fue así como surgió la idea de construir un medio de comunicación en internet que, a modo de piloto, pudiera re elevar la función periodística a un compromiso con los públicos, rescatando las voces de la ciudadanía, sus intereses temáticos y la identidad local: www.periodismomayor.cl

Con este sitio, la Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, desarrolló una metodología de reporteo que le permitiera indagar en el desarrollo de las tendencias de opinión que subyacían a la discusión político partidista. Considerando a los sondeos de opinión no como una búsqueda de datos duros susceptibles de convertirse en noticia sino más bien como un instrumento para captar insumos relevantes que favorecieran la indagación más profunda, se aplicó un instrumento a más de 450 residentes de la comuna.

Sus resultados fueron sorprendentes: a diferencia de lo tratado por la agenda medial, los ciudadanos demostraron contar con más herramientas para definir lo realmente relevante en sus vidas. El conocimiento de variables contextuales, un fuerte sentido de apropiación local y una gran preocupación comunitaria hablaban de un sujeto ya no anómico, distanciado, sino más bien de un actor social relevante, observador de su propio entorno, crítico de él y aunque escasamente movilizado, sí con un fuerte sentido de responsabilidad colectiva.

Tras esta aproximación que dio como producto la construcción de una plantilla de 8 temas de interés ciudadano (medio ambiente, educación, seguridad, salud, discapacidad, trabajo) una serie de entrevistas y conversaciones en profundidad permitieron que ante algunos líderes ciudadanos de la más diversa índole se pudieran procesar las informaciones recabadas, para así, desde una cogestión comunicacional ciudadano-periodística se formularan aquellos nudos temáticos en cada uno de estos ámbitos, terrenos en los cuales la opinión pública mediática no reconocía y ni siquiera la elite política en campaña hacía como suya.

No obstante, tal oportunidad de nuevo trabajo periodístico, al igual que en la experiencia del Wichita Eagle, debía ser parte de una fuerte autocrítica profesional, capacidad que los mismo estudiantes, en su proceso formativo, debían enfrentar. Parte del ejercicio de cobertura se focalizó, paralelamente, en que éstos pudieran detectar y conocer las opiniones ciudadanas sobre el trabajo periodístico. Era el momento para conocer cuáles eran las prácticas, aproximaciones y metodologías que más distanciamiento o cercanía provocaban en el sujeto común. Cuáles eran sus visiones y representaciones del mundo periodístico y, por sobre todo, las expectativas que podrían llegar a tener en un escenario distinto, vinculante y propositivo.

Al igual que en otras investigaciones, el descrédito a la prensa se volvió patente. Una falta de información útil versus una excesiva tendencia al conflicto, del cual en pocas ocasiones se anunciaba una salida, era el aspecto más cuestionado por los entrevistados. Asimismo, una demanda por una comunicación más dialógica e información ajustada a criterios de trascendencia, con una figura del periodista como un observador comprometido surgía dentro de los intereses ciudadanos.
De esta manera, los estudiantes pudieron apreciar el verdadero sentido de su profesión. Una información que debía releer el concepto del compromiso, ya no desdeñándolo por la imparcialidad, sino complementando a ésta en el ejercicio de una opinión pública diversa, tolerante y plural.

Este desafío se trasladó al trabajo periodístico concreto. A partir de las opiniones ciudadanas presentadas en el sondeo de opinión y una serie de entrevistas en profundidad a líderes sociales representativos de cada uno de los ámbitos que la gente común requería para la discusión pública, se decidió construir categorías para el reporteo intensivo. Dichas selección de subtemas sería lo que Periodismomayor.cl consideraría como ejes de la cobertura de la campaña electoral, la que además se basaría en un principio ético rector: el candidato debía dejar de responder desde las buenas intenciones para pasar al cómo y al porqué de sus potenciales decisiones en el cargo público si resultara electo.

Este concepto de situar al periodismo en un proceso de responsabilización política frente a la ciudadanía no estuvo ajeno de dificultades. Los candidatos principales vieron con recelo esta nueva forma de abordar sus propias pretensiones y con un manifiesto desdén algunos de ellos decidieron simplemente no participar de la iniciativa. Este negativo efecto, favoreció a que aquellas voces tradicionalmente excluidas por los medios tradicionales, pudieran contar con un espacio en igualdad de condiciones, entregando un principio de veracidad ausente a la fecha en las camapañas anteriores.

Este modelo, por tanto, permitió explicitar las vías del disenso político local, las posibles alternativas para el desarrollo de la comuna y la concepción de crecimiento local de cada uno de los candidatos desde un nivel de compromiso alcanzado con la ciudadanía de Temuco.

Dicho nivel de acuerdo se formalizó, finalmente en la gestación de un encuentro amplio entre el concejo electo y representantes de la ciudadanía, en el salón auditorium de la Universidad Mayor. Pese a que muchos de los recién elegidos se excusaron o bien simplemente se arrepintieron de asistir, quienes sí participaron pudieron dialogar de igual a igual con más de 150 personas, las que sin caer en las tradicionales querellas, sí buscaron una posibilidad de construcción común.

No es menor, en este sentido, que la discusión dada en ese espacio fuera la necesidad de una mayor y mejor participación ciudadana con el Municipio y en la toma de decisiones locales. Esto, a su vez, permitió generar el primer compromiso público de los concejales presentes: la articulación del Consejo Económico Social y Comunal (CESCO) principal instancia representativa de la gente en la administración municipal.

Así, este pequeño esfuerzo por instalar desde un micromedio una agenda de cobertura electoral, pudo terminar con un potencial cambio en las relaciones político-sociales de los temuquenses. El esfuerzo por la ciudadanización de los medios se traduce en un cambio social que ciudadaniza la vida pública y enriquece la democracia.

Medios comprometidos con ese esfuerzo es lo que requiere el desarrollo de las culturas e identidades locales. Esfuerzos conjuntos por una comunicación ciudadana y política renovadora es el principio rector de nuestra profesión periodística para este nuevo siglo.

Referencias bibliográficas

ALVAREZ, C. (2000). Comunicación, Democracia y Ciudadanía. Buenos Aires, Ediciones Ciccus.

LASCH, Ch. (1995) Journalism, Publicity and the Lost Art of Argument. Ney York, The Freedom Forum Media Studies, Columbia University.

MERRITT, Davis (1995). Public Journalism and Public Life, Why Telling news is not enough. Hillsdale, Lawrence Erlbaum Associates.


Notas

1 Periodista, Licenciado en Comunicación Social. Magister (c) en Antropología y Desarrollo. Profesor de la Universidad Mayor Sede Regional Temuco y del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.

2 Entrevista personal con el autor.


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Revista teórica del Departamento de Ciencias de la Comunicación y de la Información
Facultad de Humanidades - Universidad de Playa Ancha
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