Monográfico - Revista F@ro Nº 11

La gestión noopolítica del ‘miedo’ en las actuales sociedades de control

Dr. (c) Ivan Pincheira Torres*
ivanpincheira@gmail.com
Instituto de Estudios Avanzados
Universidad de Santiago (Chile)

Recibido: 30 de junio de 2010
Aprobado: 12 de julio de 2010

Resumen

En nuestras actuales sociedades de control, posibilitado por los modernos medios de comunicación, los dispositivos noopolíticos buscarán la conformación de nuevos públicos, entendidos éstos como el conjunto mayor que albergará las contemporáneas subjetividades, las cuales, y esta será la hipótesis que guiará  nuestro de trabajo, se constituyen en una dimensión relevante a partir del miedo.

Palabras clave: sociedades de control / noopolítica / medios de comunicación / miedo.

Abstract

In our present societies of control, made possible by modern mass media, the devices noopolitik will look for the conformation of new public, understood these like the set greater than it will lodge the contemporary subjectivities, which, and this will be the hypothesis that will guide ours of work, are constituted in an excellent dimension from the fear.

Key words: societies of control / noopolitik / mass media / fear.

El arribo de las Sociedades de Control

Lo que se plantea a continuación es que el entramado del ‘biopoder', denominación otorgada por Michel Foucault (2006, 2007) para describir aquel régimen general de dominio que en los inicios de la modernidad se hizo cargo del gobierno de la vida (el ‘hacer vivir y dejar morir' distinto del antiguo poder de soberanía que residía más en decidir sobre la muerte que en administrar la vida), reconocerá nuevas formas de gobierno  distintas a las propiamente ‘disciplinarias'  (modelación y normalización de los cuerpos a través de los espacios de encierro), y distinta a las prácticas ‘biopolíticas' (gestión de los rasgos biológicos organizada a partir de políticas poblacionales). Nos estamos refiriendo al arribo de las ‘sociedades de control'. Esta nueva modalidad de poder, al igual que la tecnología biopolítica, se expande por los espacios abiertos de la circulación, sin embargo, a diferencia de esta última, en las sociedades de control el objeto de gobierno va más allá de la mera gestión de los procesos biológicos (tasas de natalidad, mortalidad, enfermedades, migraciones) que buscaron reproducir las condiciones de existencia de toda una población.

Es Gilles Deleuze quién da cuenta de  esta transmutación.  Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro, sostendrá,  prueba de ello son las constantes reformas a la prisión, hospital, fábrica, escuela, ejercito, que se han venido anunciando e implementando en el último tiempo. Las emergentes prácticas de gestión ya no  consisten en encerrar y programar la multiplicidad, sino en modular sus actuaciones en un espacio abierto. Para graficar esta relación Gilles Deleuze propuso al marketing como modelo del nuevo control social por excelencia. El marketing es una forma de localización rápida: organiza y discrimina en forma permanente en función del consumo. “El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado” (1996, p. 284). Al producir  una malla continua y flexible de control, contraria al modo estático  de las redes institucionales de la sociedad disciplinaria, es posible concebir  un mecanismo de control capaz de proporcionar a cada instante la posición de un elemento en un medio ambiente abierto.

 Aporías, contradicciones de nuestra contemporánea gobernabilidad en tanto que, por un lado, se muestra abierta y tolerante, por otro lado, desplegará controles mucho más flexibles, penetrantes y exhaustivos. Es por esto que  podríamos concluir que el capitalismo tiene el imperativo, antes de producir cosas, de producir sujetos, públicos,  mundos y formas de vida. De acá que la misión del marketing y la publicidad sea el diseño y efectuación de mundos posibles. Siendo en este aspecto que estriba la distancia con el concepto de ideología propio de cierta tradición marxista, por cuanto,  más que referir al puro dominio sobre las ideas, anclado en el lugar de la conciencia, podemos constatar que en el paso a las actuales sociedades de control se lograrían establecer mecanismos de dominación en la totalidad de las relaciones sociales, tachadura sobre el conjunto de las formas de vida, objetivo que el capitalismo había perseguido a lo largo de todo su desarrollo. Este diagrama general de dominancia, sustrato energético del cual se alimenta el termidor neoliberal, es el objeto de gobierno del noopoder.

El paradigma de noopoder: la gestión de los atributos de la memoria

Si las disciplinas ‘moldean' hábitos principalmente en la memoria corporal, en las sociedades de control ‘modulan'  la memoria espiritual. En estos términos, el concepto de ‘noopolitica' (de noos, o noûs que designa en Aristóteles la parte más alta del alma, el intelecto, y, por otro lado, también refiere al nombre de un proveedor de acceso a Internet), denominación adoptada por el italiano Mauricio Lazzarato, será el más adecuado para dar cuenta del conjunto de las nuevas técnicas de control. Existiría, así, un moldeamiento de los cuerpos, asegurado en los espacios de ‘disciplinamiento' (prisiones, escuela, fábrica); por otra parte,  la gestión de la vida organizada por las medidas ‘biopolíticas' (políticas estatales en salud, vivienda, seguros previsionales, etc.); y, finalmente, la modulación de la memoria regulada por la ‘noopolítica' (a partir de las redes tecnológicas audiovisuales, el marketing y constitución de la opinión pública).

Será desde fines del siglo XIX que se gestan estas nuevas tecnologías de poder que,  no pareciéndose ni a las disciplinas ni a la biopolítica, lograrán agenciar a las subjetividades que interactúan en la contingencia propia de los espacios abiertos. Para Lazzarato, es Gabriel Tarde quien, situado precisamente  en aquel periodo,  captaría en su nacimiento la serie de  fenómenos que van a caracterizar nuestras contemporáneas sociedades de control. De es modo, Tarde trazará el bosquejo de una sociedad en que la categoría social dominante  no será ni la masa, ni la clase, ni la población, sino el ‘público'. “Por público, él entiende el público de los medios, el público de un diario: El público [sostendrá Tarde] es una masa dispersa donde la influencia de los espíritus de unos sobre otros se convierte en una acción a distancia” (Lazzarato, 2006, p. 84). El público no está determinado por la posición social o por la tradición, sino que remite a la adscripción a algún producto, o, sencillamente, a una opinión. Este juego de  adscripciones es múltiple, si los individuos solo pueden pertenecer a una sola clase, a una religión, a una definición política, en cambio, pueden pertenecer a varios públicos. Es por esto que el público supone, ante todo, una segmentación variable, que se  moviliza al ritmo de las fluctuaciones de la moda.

Dicho esto, nos encontramos con que en la era de los ‘públicos' serán las nuevas tecnologías de acción a distancia los medios fundamentales de captura de esta multiplicidad de subjetividades que se desenvuelven, e influencian unas a otras, en un espacio abierto. Serán, entonces, las máquinas de expresión (las tecnologías de la velocidad, de la transmisión, del contagio y propagación) las que ‘modulan', a través del marketing, los deseos, la voluntad, y creencias compartidas por aquella comunidad de consumidores interconectados a distancia que son los públicos.

En relación a cuál sería el objeto último de modulación expresadas en estas nuevas relaciones de dominación,  nos encontramos con que, sensiblemente diferente a las técnicas biopolíticas que se dirigen a la vida entendida como reproducción de una población (técnicas que apuntan a regular la vida en tanto enfermedad,  la vejez, la muerte, migraciones), las nuevas técnicas de control, en cambio, ponen en juego otro concepto de vida, otra noción de lo vivo.

Para no denominar cosas tan diferentes con la misma palabra, se podría definir, a falta de algo mejor, a las nuevas relaciones de poder que toman como objeto la memoria y su conatus (la atención) como noo-política. La noo-política (el conjunto de las técnicas de control) se ejerce sobre el cerebro, implicando en principio la atención, para controlar la memoria y su potencia virtual. La modulación de la memoria sería entonces la función más importante de la noo-política. (Lazzarato, 2006, p.93)

Los nuevos dispositivos de la noo-política han conocido un desarrollo sin precedentes gracias a la informática, las trasmisiones audiovisuales vía satélite, la capacidad de almacenamiento de información en los microchips, etc. Son estas características, que le dotan de un carácter intrínsicamente desterritorializado, las que harán que los dispositivos noopoliticos dirijan y organicen tanto a las modalidades soberanas, disciplinares y biopolíticas de poder.

Los ritornelos del miedo

La memoria no sólo designa el atributo primordial de la vida intelectiva, aquel noûs aristotélico, sino que define la característica fundamental de la vida en general. Esto es lo que se desprende de trabajos como el Ensayo de psicología celular de Ernst Harckel, que, tal como señala Lazzarato, fueron leídos con atención, y compartidos en sus postulados principales, por Nietzsche y Tarde. La esencia de lo vivo es una memoria, la preservación física del pasado en el presente.

Ahora bien, lo que se buscará gestionar en la actualidad será, entonces, la vida en tanto que memoria articulada a máquinas de información. En esta dirección  el colombiano Santiago Castro-Gómez mencionará los casos de la memoria de las enfermedades recogidas en la  base de datos de los sistemas privados de salud y de pensiones, la memorias de las deudas  recogidas en la base de datos de las instituciones bancarias, la memoria de las compras, del consumo cultural, etc. Desprendido de lo anterior, se comprueba que en el capitalismo contemporáneo la gestión noopolítica  no refiere a un tipo de gobierno coordinado por el Estado, como en el caso de la biopolítica, sino que se trata de un tipo de gobierno que depende de los “regímenes empresariales” (Castro-Gomez, 2009, p. 79).

Es en este plexo de gestión compartimentada entre las Corporaciones Privadas y el Estado, que hoy en día, más que producir mercancías, se crean mundos. Al interior de estos mundos es que las empresas buscan incluir las almas y los cuerpos de los trabajadores y el público. De esta forma, el capitalismo contemporáneo no llega primero con las fábricas. Éstas llegan después. El capitalismo llega primero con las palabras, los signos, las imágenes, a partir de las cuales se capturan y se recrean nuevas memorias. Circulación del rumor, producción de habladurías, es desde el acontecer de la rutina que las máquinas de expresión (noticieros, prensa escrita, publicidad, marketing) operan  como el sustrato indispensable a partir del cual se conforman los nuevos públicos.

¿Qué tipo de subjetividad es movilizado entonces? Pues bien, ante todo, las del ‘miedo'. Hay mensajes que retornan y resuenan en nosotros, como motivos, música, melodías  y canciones que se  encriptan  en la memoria.  “La concepción de la publicidad, el encadenamiento y el ritmo de las imágenes, la banda sonora están construidos bajo el modo del «ritornelo»” (Lazzarato, 2006, p. 104).  Pues bien, es esa memoria, en tonos de ritornelo lo que resuena en el Chile de hoy, ese estribillo tarareado a cada instante, es el miedo. Entendida como aquella emoción que es constantemente  reactualizada y movilizado por las máquinas de expresión, el miedo será uno de los archivos axiales que  almacenan  nuestras memorias, el artefacto privilegiado con el que se amoblarán los mundos. Esta descripción es la quisiéramos desarrollar en este final de recorrido.

Los medios de comunicación y la propagación del  miedo  en el Chile de hoy

La Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC), encargada por  el Ministerio del Interior del gobierno de Chile es el más importante acervo de información en materia de Seguridad Ciudadana. Aplicada desde el año 2003, entrega una información pormenorizada tanto del fenómeno delictivo, como también respecto de las reacciones   y percepciones  suscitadas en la población. Su importancia no sólo estriba en su universo muestral, con cerca de 20.000 personas encuestadas a lo largo del país, sino  más bien en que en las respuestas a las preguntas formuladas en dicha encuesta, podemos ver perfilado los principales miedos que enfrenta el país, los cuales nos hablan, por medio  del ‘lenguaje de las cifras' (Rotker, 2000), de los temores del Chile de hoy. A partir de estos resultados sabremos que, superior  a los peligros de contraer una enfermedad, al desempleo, a que la situación económica empeore, el miedo a la delincuencia se ubica como una de las principales preocupaciones del país. En tanto se considera uno de los temores más revelantes, será acerca del temor a la delincuencia que nos concentraremos a continuación. [1]

Todo lo cual problematizaremos a partir de la relación existente entre número de delitos cometidos y las apreciaciones suscitadas respecto de estos sucesos. Situación que podemos ver reflejada en los dos recuadros que se exponen a continuación.

Durante los últimos doce meses ¿usted o algún miembro de su hogar ha sido victima de algún delito?

2003

2005

2006

2007

2008

2009

 

43%

38,3%

38,4%

34,8%

35,3%

33,6%

  Fuente: ENUSC 2003, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009

 

¿Usted diría que la delincuencia en el país aumentó?

2003

2005

2006

2007

2008

2009

 

80,4%

79,2%

78,2%

86,6%

80,3%

78,1%


Fuente: ENUSC 2003, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009

La comparación entre ambos recuadros nos permite advertir una clara desproporción entre las cifras reales de victimización (delitos cometidos) y las percepciones frente a  la ocurrencia de estos sucesos. Si por un lado se aprecia una progresiva disminución en la tasa de victimización desde el 2003 con un 43%, hasta llegar ubicarse en el 33,6% en el año  2009, no obstante, por el lado de las sensaciones tenemos que no se colige esta misma disminución, manteniéndose cercano al 80% el promedio de personas que, durante este mismo periodo de tiempo (2003-2009), consideran que la delincuencia ha ido en aumento. Es decir, la sensación de inseguridad aparece como una variable independiente respecto de los niveles objetivos de victimización.

Esta situación no ha sido ajena para quienes se han dedicado al estudio de estos temas. Asociada al uso de las encuestas de victimización (EV), el término ‘miedo al delito' (fear of crime) proviene fundamentalmente de la investigación criminológica norteamericana y británica, siendo  luego traducido al contexto latinoamericano como ‘sensación de inseguridad'. (Varela, 2005; Dammert y Arias, 2007; Kessler, 2007, 2009). Relevante campo de estudios, éste, desde el cual se ha venido a indagar esta falta de correspondencia entre delito y sensación de inseguridad, llegando a establecerse algunas  regularidades tales como el hecho de que el miedo pueda acrecentarse aún cuando  las tasa de delito disminuyan, o, más paradójico todavía, que sean quienes estadísticamente tienen menores probabilidades de sufrir algún delito (mujeres y anciano)  los que muestran mayor temerosidad, y por el contrario,  aquellos más expuestos al delito (jóvenes y varones) sean los que manifiesten niveles de temor más bajos.

En virtud de lo anterior no es extraño que hoy en día se sostenga  que el “miedo al delito constituye un problema mayor que el delito mismo” (Varela, 2005, p. 155). Ahora bien, la interrogante es ¿cómo se explica esta desproporción entre sensación de miedo y cifras objetivas de victimización? Siguiendo los resultados de las investigaciones realizadas en este campo, nos encontramos con que éstos van en la dirección de señalar la no preeminencia de una única explicación. “Así, se trata de aceptar la existencia de procesos propios del sentimiento de inseguridad que incorporan las representaciones ligadas al delito dentro de una trama de sentido mayor” (Kessler, 2009, p. 35). En consecuencia, ya sea por condicionamientos  etáreos, de género, por el influjo de los medios de comunicación, la apreciación de una comunidad desorganizada, los procesos de fragmentación social, el desmantelamiento de los sistemas de protección social producto de la aplicación de las políticas neoliberales, de todo lo anterior, se concluye que la falta de correspondencia entre temor y delito debe ser explicada al interior de una trama compleja de sentidos que atraviesan a los sujetos del temor.

Referidos al lugar que ocupan los medios de comunicación en este panorama, Lucia Dammert y Patricia Arias, señalarán que “no basta con cuantificar la información y los mensajes que los medios de comunicación entregan al público, sino que lo relevante es averiguar el impacto real que dichas informaciones tienen sobre el público” (2007, p. 203). De esta manera, el impacto del mensaje de los medios dependerá de factores tales como: cercanía o distanciamiento respecto a experiencias de victimización; el grado de confianza en los medios de comunicación; todo lo cual se relaciona con el nivel educacional, así, quienes tienen un menor nivel educacional le reconocen mayor legitimidad a los medios. Junto a lo anterior, ambas investigadoras  destacarán que uno de los principales problemas de la sensación de inseguridad inducida por los medios es el impacto que generan en las autoridades políticas, quienes tienden a elaborar respuestas firmes y efectistas, movidos por la necesidad de aparecer en sintonía con el público. (2007, p. 204)

Si,  tal como hemos observado, y a propósito de la desproporción entre miedo y cifras reales de delito, para el campo de estudio sobre el sentimiento de inseguridad el papel desempeñado por los medios de comunicación no es una temática dejada de lado, no obstante, en nuestra perspectiva, es necesario un mayor detenimiento sobre este aspecto, por cuanto desde acá podemos lograr una mayor inteligibilidad al momento de dar cuenta de la conformación, incluso más allá de  la vinculación a la temática del delito, del miedo como  eje transversal  de  nuestra contemporaneidad.

            Aquí se nos hace pertinente la lectura de Rossana Reguillo, quien plantea que serían dos los elementos mutuamente imbricados en la percepción ciudadana de ‘incertidumbre': por un lado,  la ‘dimensión objetiva de los hechos', y, por el otro, lo que va a denominar como las ‘políticas de visibilidad (Reguillo, 2007). Si bien el primer elemento remite a una ‘factualidad' indesmentible de los sucesos, el segundo elemento, la política de la visibilidad, remite a la articulación de códigos y reglas mass-mediáticas que buscan construir lo real, así su objetivo es el de producir una especie de verosimilitud que propone que al ‘mirar todos juntos', miramos lo mismo.

El problema, pues, nos remite siempre al  control sobre la ‘opinión pública'. Es por esto  que, y aún reconociendo las múltiples variables que explican la preeminencia  del sentimiento de inseguridad,  debemos insistir en el rol central desempeñado por los medios de comunicación en la construcción de dicha sensación generalizada de temor. Distantes de cualquier pretendida neutralidad, las máquinas de expresión responden a los intereses de aquellos sectores  dominantes[2] que, por medio de la propagación del miedo, han logrado  conformar un perfil de subjetividad (temerosa) propicia de ser modulada en los espacios abiertos de nuestras actuales sociedades de control. Es  desde la propagación del miedo, entonces, que se apoyaría  en una medida  la  etapa actual del entramado del biopoder.

Conclusiones preliminares.
Acerca de la utilización político-económica del miedo en nuestra actualidad neoliberal.

De acuerdo a la matriz de análisis que hemos venido siguiendo, vamos a sostener que serían  dos las dimensiones desde las cuales logramos apreciar la gestión del miedo por parte  del entramado de gobierno neoliberal. De esta manera, junto con el uso ‘político' del miedo también nos encontramos con la utilización ‘económica' de dicha emoción.  Desplegados siempre en función de los procesos de acumulación capitalista, posibilitados por modernos medios de comunicación, los dispositivos noopolíticos  no sólo logran constituir subjetividades, que atravesadas por el miedo, se tornan más dóciles frente a políticas de control cada vez más exhaustivas, sino que, igual de importante, también se logran conformar subjetividades temerosas  propicias, en último término,  para el consumo de los productos puestos en circulación  por las ‘industrias del miedo'.

Si, por una parte, al problematizar la desproporción existente entre la sensación de inseguridad y las tasas reales de victimización, nos hemos movido en el plano de la ‘utilización política de los miedos', por cuanto a partir de las altos índices de inseguridad vemos implementarse una serie medidas de gobierno (programas de prevención, planes de intervención, reformas penales, etc.). Pues bien, por otra parte, del lado de la ‘utilización económica de los miedos', podemos advertir cómo es que a partir de la existencia de públicos temerosos  se conforma una verdadera ‘industria del miedo',  la cual no sólo está ligada a las ‘industrias infocomunicacionales' que han encontrado en los temores de la gente una fuente inagotable de material (en vivo) a utilizar, sino que también esta utilización económica del miedo puede ser apreciada en el crecimiento exponencial que han tenido los diversos negocios relacionados con: guardias de seguridad, sistemas computacionales de seguimiento y rastreo, sistemas de video vigilancia, empresas de seguros, sin contar la lucrativa industria bélica desarrollada a partir del miedo a la amenaza ‘terrorista'.

En síntesis, y para finalizar, es a partir de la interrelación de las matrices ‘política' y ‘económica' que, en tanto emoción suscitada ante la presencia de un peligro real o imaginario, aquella memoria profunda que es el miedo, se estructura como uno de los soportes  imprescindible en nuestras neoliberales sociedades de control.

Referencias Bibliográficas

Becerra, M. y Mastrini, G. (2009). Los dueños de la palabra. Acceso, estructura y concentración de los medios en la América Latina del siglo XXI. Buenos Aires. Prometeo.

Castro-Gómez, S. (2009). Disciplina, biopolítica y noopolítica en Mauricio Lazzarato. En I. Mendiola (Ed.) Rastros y rostros de la biopolítica (pp. 71-92). Barcelona: Anthropos.  

Dammert, L. y Arias, P. (2007). Construcción de una sociedad temerosa: crimen y castigo en Chile. En A. Isla (Comp.) En los márgenes de la ley. Inseguridad y violencia en el cono sur (pp. 177-208). Buenos Aires: Paidós.

Deleuze, G. (1996). Post-scriptum sobre sociedades de control. Valencia: Pre-Textos.

Foucault, M. (2006).  Seguridad, Territorio y Población. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 

Foucault, M. (2007). Nacimiento de la Biopolítica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Kessler, G. (2007). Representaciones colectivas, comportamientos individuales y acciones colectivas. En A. Isla (Comp.) En los márgenes de la ley. Inseguridad y violencia en el cono sur. Buenos Aires: Paidós.

Kessler, G. (2009). El sentimiento de inseguridad. Sociología del delito amateur. Buenos Aires: Siglo XXI.

Lazzarato, M. (2006). Por una política menor. Acontecimiento y política en las sociedades de control. Madrid: Traficante de sueños.

Reguillo, R. (2007). Horizontes Fragmentados: Una Cartografía de los miedos contemporáneo. En Diálogos de la comunicación [en línea] (75). Disponible en:

 http://www.dialogosfelafacs.net/75/articulo_resultado.php?v_idcodigo=40=7 

Rotker, S. (2000). Ciudades escritas por la violencia. (A modo de introducción). En S.  Rotker (edit.). Ciudadanías del miedo. Caracas: Nueva Sociedad, 2000.

Sunkel, G. y Geoffroy, E. (2001). Concentración económica de los medios de comunicación. Santiago: LOM.

Varela, C. (2005). ¿Qué significa estar seguro? De delitos, miedos e inseguridades entre los adultos mayores. En Cuadernos de Antropología Social (22),  pp. 153–171.

Notas

* Sociólogo, Universidad de Concepción. Magíster  en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile. Doctor © en Estudios Americanos, IDEA/Universidad de Santiago de Chile. Entre sus publicaciones se encuentran: Organizaciones Juveniles en Santiago de Chile. Invisibles_Subterráneas. Co-autoría con Andrea Gamboa. Santiago: LOM, 2009. “Del Miedo y la Seguridad; a las luchas Ético/estéticas en el Chile de hoy”. En I. Cassigoli y M. Sobarzo (Ed.). Biopolíticas del Sur. Santiago: Editorial  ARCIS, 2010.    

[1]Conceptualizado como ‘problemas' los temores de los chilenos se desglosan de la siguiente forma:

-¿Cual de los siguientes “problemas” de actualidad nacional tiene mayor importancia para usted?

1) La pobreza: 21,1%

2) La delincuencia: 15,3%

3) La situación económica: 14,6%

4) El tráfico de drogas: 12,0%

5) El desempleo: 7,4%

Fuente: Informe ENUSC 2009.  Disponible en: http://www.ine.cl

[2] Sobre este aspecto quizás sea importante reparar en la cuestión de la ‘concentración de los medios de comunicación'. De esta manera, para el caso latinoamericano, tenemos que las llamadas ‘industrias infocomunicacionales' son propiedad de reducidos grupos económicos. Así los dueños de la palabra concentran la mayor parte de la producción, edición y distribución de contenidos (información y entretenimiento) que circulan en las sociedades latinoamericanas (Becerra y Mastrini, 2009). Para el caso chileno el panorama no es distinto, sin embargo, la peculiaridad del caso chileno es que esta concentración económica va acompañada de un marcado ‘monopolio ideológico'. “¿Cómo interpretamos esta peculiaridad? Nuestra hipótesis sería que la raíz del problema se encuentra en el empresariado chileno: esto es, un empresariado ideológicamente homogéneo, educado en una matriz económica neoliberal  y en un conservadurismo valórico…. Esto incluye no solo a los propietarios de los medios sino también al conjunto de los avisadores” (Geoffroy y Sunkel, 2001, p. 115).