Estudios - Revista F@ro Nº 12
Héroes, tradiciones y poder. El caso de Chile en la Guerra del Pacífico
alexarevalosalinas@yahoo.es
Universitat Jaume I de Castellón (España)
Recibido: 01 de julio de 2010
Aprobado: 05 de octubre de 2010
Resumen
Este artículo analiza los métodos de las elites de Chile y Perú para fortalecer una identidad nacional basada en el recuerdo heroico de los militares de la Guerra del Pacífico. En este sentido, se describe el papel de tradiciones como los desfiles de estudiantes en bandas de guerra; los discursos para legitimar el poder y el papel de algunos intelectuales en la difusión de propaganda.
Palabras clave: Chile / héroes / Guerra del Pacífico / propaganda / tradiciones.
Abstract
This article discusses the methods of the elites from Chile and Peru to strengthen a national identity based on the memory of heroic soldiers of the Pacific War. In this sense, it describes the role of traditions like the parade of students in military bands, the discourses to legitimize the power and role of intellectuals in the dissemination of propaganda
Key words: Chile / heroes / Pacific War / propaganda / traditions.
Muchos han perdido sus vidas por defender escudos y banderas movilizados por discursos propagandísticos que desnaturalizan al Otro. Aún está fresco el recuerdo de las estrategias nazis para inculcar símbolos y mitos que respaldaron el racismo y la violencia hacia la diferencia cultural. La exaltación de las identidades puede transformar “el apego a unas ciertas tradiciones y al folclore propio en sacralización del pasado e inmovilismo social, etc” ( Huici,1996, p. 30).
Esta sacralización del pasado, en el caso de las relaciones políticas entre Chile y Perú, se vincula al recuerdo heroico de los militares de la Guerra del Pacífico. Ambos gobiernos mediante elaborados procesos propagandísticos instrumentalizaron la representación y memoria de sus líderes navales como Arturo Prat Chacón en Chile y Miguel Grau Sarmiento en Perú, quienes fallecieron en el Combate Naval de Iquique y de Angamos, respectivamente. Al respecto, Ernest Renan señala que las tragedias históricas tienen mayor influencia simbólica que los hechos gloriosos porque imponen “deberes, obligaciones y exigencias de esfuerzo común tanto a los contemporáneos como respecto a las generaciones futuras” (Defez, 2006, p. 291). Lo anterior explica el énfasis por recordar la muerte de sus líderes y sus respectivas derrotas militares.
Las exigencias de esfuerzo común son canalizadas en ambos países por determinadas tradiciones como los desfiles de estudiantes en bandas de guerra, que cada año conmemoran a estos militares y refuerzan el discurso del héroe. La vinculación de estas tradiciones con el sistema educativo se explica por la importancia de la escuela como una “herramienta de cohesión temprana en torno a lo que se consideran los pilares básicos y fundamentales de la nacionalidad” que permite difundir “determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado” (Hobsbawm y Ranger, 2002, p.89). Sin embargo, en este caso, su continuidad es incoherente con su transformación pacífica y la promoción de la reconciliación entre sus habitantes por la difusión de discursos que refuerzan la dicotomía Nosotros y los Otros. Esto se explica porque la soberanía nacional se sustenta en “la idea binaria del uno-dos y es resultado de una sociedad netamente delimitada por la disciplina (en tiempos modernos) y el control (en tiempos posmodernos)” (Silva y Browne, 2007, p. 144).
En el caso de Chile, cada 21 de Mayo se recuerda el Combate Naval de Iquique y el papel de Arturo Prat mediante la organización de desfiles cívicos militares entre miembros de la Armada y los estudiantes de diversos establecimientos escolares, tanto públicos como privados[1]. Silva agrega que en sus inicios estas festividades incluyeron desfiles, fuegos artificiales y carros triunfales:
Así, en 1885, un carro triunfal, con luces de Bengala, recorrió en la noche la ciudad, y se prendieron fuegos artificiales en la Plaza Sotomayor. Además, en el Teatro Nacional hubo en la noche del 23 un gran baile de máscaras en “celebración del glorioso 21 de mayo” (Silva, 2008, p.150).
Dado el alto analfabetismo de la época, estas tradiciones fueron eficaces métodos propagandísticos que se complementaron con los discursos mediáticos y el activo rol de algunos intelectuales. Hobsbawm y Ranger señala tres tipos de tradiciones:
Las que establecen o simbolizan cohesión social o pertenencia al grupo, ya sea comunidades reales o superficiales; b) la que establecen o legitiman instituciones, estatus, o relaciones de autoridad; c) las que tienen como principal objetivo la socialización, el inculcar creencias, sistemas de valores o convenciones relacionadas con el comportamiento (Hobsbawm y Ranger, 2002, p.16).
De acuerdo a esta clasificación, los desfiles de estudiantes en bandas de guerra cumplen todas características antes mencionadas porque fortalecen el sentimiento de pertenencia en torno a la identidad nacional; legitiman a instituciones como las Fuerzas Armadas e inculcan valores castrenses como la obediencia ciega y las jerarquías. Lo anterior hace que se interioricen valores militares como parte de la identidad chilena y peruana, que de ser necesario, movilizará a la población para defender la patria o emprender la conquistar otros territorios, ya sean físicos o simbólicos.
Para normar su celebración en el sistema educativo y en la sociedad en general, ambos gobiernos establecen como feriados los días 21 de Mayo y 8 de Octubre, fecha de las muertes de Arturo Prat Chacón y Miguel Grau Sarmiento, respectivamente[2]. Junto a ello, se fijan determinadas recomendaciones a sus docentes para la correcta enseñanza y difusión de estas batallas navales. En 1915, el presidente chileno Ramón Barros Luco mediante la ley 2977 norma la conmemoración de las glorias del Ejército y de la Armada. En su artículo 4 se señala lo siguiente:
El día 21 de mayo deberá destinarse en los establecimientos de instrucción primaria i secundaria a conferencias sobre historia patria i a la enseñanza de los deberes cívicos de la juventud, en conformidad a un reglamento que dictará el Presidente de la República (Ministerio del Interior Chile, 1915).
Por su parte, el Perú proclama el 8 de Octubre como día de la Marina Nacional y el aniversario del Combate Naval de Angamos mediante la ley 4360 de 1921. En este sentido, establece las siguientes recomendaciones:
El día referido los Profesores Nacionales darán a sus alumnos en las plazas públicas de sus respectivas circunscripciones, conferencias sobre este hecho naval, terminando la actuación con la lectura de las protestas de los tacneños, ariqueños y taracapeños a raíz de la celebración del tratado de Ancon. (Congreso de la República del Perú, 1921).
Estas normativas imponen un marco basado en el respeto de las instituciones castrenses y plantean una mirada “sedentaria, estática e identitaria de concebir la historia” (Silva y Browne, 2007, p. 87).
A pesar de ello, en la última década el gobierno de Perú y su Ministerio de Educación, han impuesto una serie regulaciones y resoluciones que constituye un avance en la materia. Por ejemplo, se elimina la obligatoriedad de los desfiles; se prohíbe del uso de horas de clases para el entrenamiento y se incentivan estrategias creativas de celebración como el teatro y otras expresiones artísticas[3]. Un buen ejemplo de este último punto, es la campaña de sensibilización Celebra Perú: un 28 de Julio diferente, que busca revertir el enfoque militarista de los desfiles estudiantiles que conmemoran la independencia del Perú. Para ello se promueven actividades culturales como la danza y la música, en coordinación con municipalidades y establecimientos educativos. Además de la organización de talleres con profesores y alumnos; reuniones con directivos de escuelas y seminarios temáticos.
Actividades de este tipo transforman los discursos dominantes a través de maneras innovadoras que potencian la convivencia pacífica y el reconocimiento de la diferencia cultural. Este proyecto es desarrollado por entidades como Transparencia, UNICEF, UNESCO, entre otras.
Estas experiencias deben ampliarse a las conmemoraciones de las batallas navales de la Guerra del Pacífico y paralelamente potenciar el intercambio estudiantil. A nivel de docencia, las nuevas tecnologías pueden posibilitar el enriquecimiento mutuo de sus estudiantes a través de redes sociales, bitácoras, videoconferencias, páginas web.
La cohesión social y la Guerra del Pacífico
Como observamos, La Guerra del Pacífico se convirtió en una especie de segunda independencia para Chile y Perú, dado el fuerte simbolismo y el relanzamiento de los proyectos de construcción nacional. Leyton (2006, p. 227) señala que conflictos históricos de este tipo sirven a la clase dirigente como “sustentos de los sistemas políticos al permitirles alimentarse políticamente de ellos, legitimando externa pero sistemáticamente sus puestos de autoridad”. Esta descripción explica la escasa disposición de sus elites para implementar alternativas interculturales de transformación pacífica en el sistema escolar y los medios de comunicación, que permitan reconvertir los discursos excluyentes y fomentar la reconciliación.
Junto a ello, este conflicto sirvió para incluir a determinados grupos como los mestizos y los pueblos originarios en el ideario nacional de las jóvenes repúblicas. De acuerdo a lo anterior, es interesante analizar cómo durante el siglo XIX evoluciona el discurso de la elite en relación al mestizo. En un primer momento, este grupo fue considerado como un potencial enemigo por su itinerante deambular y por el miedo que tuvo la elite de perder sus propiedades. Sin embargo, con los años esta percepción y representación se modifica debido a la necesidad de la elite de movilizar tropas para defender sus intereses económicos en la Guerra del Pacífico. De esta manera, este cambio posiciona a los mestizos como esforzados productores de las riquezas del país y valientes soldados defensores de la integridad territorial.
Gallardo y otros señala que en el devenir histórico, el mestizo es un interlocutor válido para el grupo dominante sólo cuando las necesidades coyunturales así lo determinan. “Esto es básicamente en período de conflictos o guerras, momentos donde se revisa, cuestiona o reafirma la nacionalidad” (Gallardo y otros, 2002, p.184)
Por su parte, Grez (2009) destaca que no siempre esta persuasión fue de manera pacífica y persuasiva. Por el contrario, agrega que “fue el fruto de una “pedagogía” (a veces muy ruda) y del disciplinamiento del “bajo pueblo” ”. Este autor menciona una serie de medidas violentas que fueron utilizadas en el siglo XIX para fomentar la identidad nacional entre las que se encuentran:
Reclutamientos forzosos, penas de azotes, trabajos forzados; instalación de jefes militares en los yacimientos mineros; extensión del aparato de Estado (policía, fuerzas armadas, tribunales, cárceles); entidades administrativas de diverso índole, las prédicas “patrióticas” de la Iglesia y la escuela; servicio militar permanente en las filas de la Guardia Nacional para los trabajadores; la difusión de símbolos patrios y celebración obligatoria de ciertas efemérides (Grez, 2009).
Esta revalorización del mestizo también se utilizó para ocultar los graves problemas sociales de pobreza y desigualdad que los trabajadores sufrían a fines del siglo XIX. A pesar de las ganancias de la extracción del salitre de las regiones anexadas, las penurias de estos colectivos se agudizaron debido a una clase dirigente que no se interesó en el bien común. Esta precarización unido a la represión estatal, es el germen del despertar político de la clase obrera que fue interpretado por Luís Emilio Recabarren, quien en 1913 funda el Partido Obrero Socialista. El reflejo de esta explotación tuvo su punto más alto con la matanza de la Escuela Santa María de Iquique de 1907. Más de 3.000 trabajadores del salitre fueron asesinados por reclamar sus derechos laborales.
Este sufrimiento humano se recuerda y se relata en el disco la Cantata Santa María del grupo chileno Quilapayun. Su letra compuesta por Luis Advis describe los graves problemas sociales de la época:
La Escuela Santa Maria vio sangre obrera. La sangre que conocía solo miseria. 3,600 cayeron bajo las balas. 3,600 vertieron su sangre amarga. La Escuela Santa María fue el exterminio de vida sólo agonía, sólo alarido. 3600 miradas que se apagaron. 3,600 obreros ¡asesinados! Un niño juega en la escuela Santa Maria. Si juega a buscar tesoros. ¿Qué encontraría? A los hombres de la pampa que quisieron protestar, los mataron como perros por que había que matar. No hay que ser pobre, amigo, es peligroso (Advis, 1970).
Otros hechos históricos a fines del siglo XIX y comienzos del XX, contribuyen a crear un ambiente proclive al nacionalismo como la inmigración europea, el centenario de la república, los temas limítrofes con Argentina y la pacificación de la Araucania.
El rol de los Intelectuales y la Propaganda
Algunos intelectuales no estuvieron al margen de este proceso de construcción nacional. Por el contrario, con sus obras contribuyeron y difundir el legado de estos militares y a sustentar una visión homogénea y estática de la identidad.
En este sentido, Nicolás Palacios publica en 1904 el libro raza chilena que construye el mito de una sociedad uniforme y patriarcal que proviene de la unión de dos razas comunes: los godos y los araucanos mapuches. Para este autor, la raza chilena posee “una fisonomía moral uniforme relacionada a rasgos como: la valentía, el sentido guerrero, la sobriedad, el amor a la patria, la moralidad doméstica severa, el rechazo a los afeites, el carácter parco, etc» (Subercaseaux, 2006, p. 40). Cabe destacar, que este concepto de raza chilena se construye desde una visión patriarcal donde la mujer está totalmente excluida. Si ampliamos esta perspectiva de género, tenemos que mencionar que la invención de héroes es concordante con este esquema machista.
Otro intelectual que colaboró en estas estrategias fue Bernardo Vicuña, quien elaboró una de las primeras biografía de Arturo Prat en el año 1879. En dicho texto, se exaltan determinados rasgos de la personalidad de este militar como el amor y bondad hacia su madre y esposa; su desinterés por el dinero y su humildad; su lealtad hacia los amigos y compañeros de armas; su brillante intelecto y perseverancia en el estudio; su arrojo y valentía. Vicuña con esta biografía buscó subir la moral de las tropas y de la población en general.
No fue un combate el de Iquique, no fue lid donde el valor y la pericia pudiera triunfar; fue un holocausto de gloria i honor Tributemos a la memoria de esos héroes el homenaje de la patria agradecida i esculpamos en cada corazón la página de esta historia que las jeneraciones futuras admirar como homérica leyenda (Vicuña, 1879, p. 5).
Para ello representa a Prat como un hombre valiente, perseverante y criterioso, que incluso en los últimos momentos de su vida no siente odio ni venganza hacia sus enemigos. “Conservó la expresión de su dulzura; la lucha no había crispado siquiera su rostro; sus ojos entreabiertos todavía, pero un tanto vedados; miran sin odios a aquellos que acaban de darle muerte” (Vicuña. 1879, p. 34).
Uno de los acontecimientos con mayor fuerza simbólica en estas estrategias fue el abordaje de Prat al monitor Huáscar. Vicuña intenta inculcar el valor del sacrificio y la lucha constante ante escenarios adversos. “Ni un momento Prat ha vacilado; la muerte la tienen a sus ojos, ya puede evitar arriando el pabellón sin deshonor; prefiere, antes de hacerlo, mil veces morir” (Vicuña, 1879, p. 33). Cabe destacar que el hecho de que Prat fuera un reconocido creyente de la iglesia católica, sirvió a la clase dirigente para difundir valores que se asocian a esta institución.
La biografía de Vicuña predice en 1879 que el recuerdo de Prat no pasará al olvido y que tendrá un amplio reconocimiento popular.
Este suceso será una leyenda que nuestros hijos aprenderán como una enseña de cívico denuedo i sublime patriotismo. Ningún viajero habrá que al llegar a la rada de Iquique no interrogue los hechos; las olas que hoi les sirven de tumba se los repetirán con acentos doloridos La patria no les dejará allí largo tiempo, i mientras sus conciudadanos les levantan estatuas, que serán altares consagrados a su memoria, enviémosle nuestro proster adiós como dulce i tierna plegaria de reconocimiento i amor (Vicuña, 1879, pp. 35-36).
Tanto el libro raza chilena de Nicolás Palacios como la biografía de Arturo Prat, fueron efectivos métodos de propaganda que se complementaron con la creación de monumentos; la representación este hecho histórico desde visiones excluyentes; la invención de tradiciones y la poderosa influencia de los medios de comunicación. En este sentido, el 21 de Mayo de 1886, se inauguró una cripta en honor a Prat y a sus compañeros de armas, ubicada en la ciudad de Valparaíso. En este lugar, fueron depositados los restos fúnebres de este militar y de los otros marinos que participaron en el Combate Naval de Iquique de 1879.
Palabras Finales
La Guerra del Pacífico en Chile y Perú tuvo un simbolismo tanto o más fuerte que los procesos de independencia de la monarquía española. Una vez finalizada esta guerra, ambos gobiernos legitimaron su poder mediante la instrumentalización del recuerdo heroico de los líderes de los combates navales de la Guerra del Pacífico. Para ello inventaron tradiciones como los desfiles de estudiantes en bandas de guerra que difundieron una serie de valores y normas de comportamiento propias del ámbito castrense como las jerarquías y el respeto a la autoridad. A esto se le suma la difusión de discursos identitarios que buscaron homogenizar e invisibilizar la diferencia cultural.
La transformación de esta dicotomía héroe-villano, requiere de discursos creativos y pacíficos que deslegitimen la violencia y propicien lugares de encuentro. En este sentido, se requiere de campañas de sensibilización que destaquen los momentos de solidaridad y los personajes comunes en la historia de ambos países.
La necesidad de un análisis de los factores que perpetúan este conflicto cobra mayor relevancia en la última década, debido al incremento de la inmigración peruana en Chile y el indudable factor que tiene la representación de la guerra del Pacífico en el desarrollo de actitudes discriminatorias hacia este grupo.
Referencias Bibliográficas
Advis, L. (1970): “La Cantata Santa Maria de Iquique” [CD Rom]. Quilapayun, Santiago, Chile: RCA Estudios.
Defez, A (2003): “Memoria, Identidad y Nación”. En: M. Torrevejano y M.Fanna (Eds.). “Identidad, Individuo e Historia” (pp. 287-300): Valecia: Editorial Pre-textos.
Congreso de la República del Perú (1921): “Ley 4360. Declarando Día de la Marina Nacional el 8 de Octubre, aniversario de la Batalla de Angamos”. Disponible en http://buscador.congreso.gob.pe/lableg/Paginas/archivodigitalleyes.aspx
Gallardo, V y otros. (2002): “Chile-Perú Indios y rotos: el surgimiento de nuevos sujetos en los procesos de construcción identitaria latinoamericana”. Revista Unuversum, 17 (1), 171-178.
Grez, S. (2009): “El Huáscar y el veneno del nacionalismo”. Rebelión, Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=78580
Huici, A. (1996): “Estrategias de la persuasión. Mito y propaganda política”. (1ed.) Sevilla: Ediciones Alfar.
Hobsbawm, E y Terence, R. (2002): “La invención de la tradición”. (1ed.) Barcelona: Gedisa.
Leyton, C. (2006): Francia y Alemania: “Génesis, Desarrollo y Cese de la Hostilidad Franco Alemana. Un análisis comparativo para el caso Chileno-Peruano”. Parte II. Revista Enfoques: Ciencia Política y Administración Pública, (5), 203-234.
Ministerio del Interior de Chile (1915): “Ley 2977. Fija los días feriados”. Biblioteca del Congreso Nacional. Disponible en: http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=23639
Silva, F. (2008): “Formas de sociabilidad en una urbe portuaria: Valparaíso 1850-1910”. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, (117), 81-159.
Silva, V y Browne, R. (2007): “Antropofagias. Las indisciplinas de la comunicación”. (1ed.) Madrid: Biblioteca la Nueva
Subercaseaux, B. (2007): “Raza y Nación: El caso de Chile”. Revista a Contra Corriente: Revista de Historia Social y Literatura en América Latina, 5 (1), 29-63.
Tauzin, I. (2010): “Hacia una nueva historia de la prensa decimonónica en el Perú”. Revista Contra Corriente: Revista de Historia Social y Literatura en América Latina, 7 (3), 402-408.
Vicuña, B. (1879): “Biografía completa de Arturo Prat”. (1 ed.) Valparaíso: Imprenta El Mercurio.
Notas
* Doctorando en Estudios Internacionales de Paz, Conflictos y Desarrollo de la Universitat Jaume I de Castellón. Investigador de la sede Castellón del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Social y Paz de la misma universidad.
[1] La creación de la figura del Héroe en Arturo Prat Chacón se construye desde la valoración positiva del abordaje que realizó este militar al monitor Huáscar. Con sable en mano y provisto de un revólver avanzó hacia la torre de control matando a un oficial. Su incursión termina cuando recibe un balazo en la frente que lo mata instantáneamente.
[2] Para más detalles revisar los Decreto Supremo 0007-2001 del Ministerio de Educación del Perú; la Resolución Ministerial 0352-2006; la Resolución Ministerial 0712-2006-ED y la Resolución Vice Ministerial 022-2007-ED.
[3] La ley 23222 de 1980 del Congreso de la República del Perú establece el 8 de Octubre como día no laborable.