Estudios - Revista F@ro Nº 12

Las influencias en el pensamiento sobre el desarrollo en América Latina

Felipe Venegas San Martín*
fvenegas@upla.cl
Universidad de Playa Ancha (Chile)

Recibido: 01 de diciembre de 2010
Aprobado: 07 de diciembre de 2010

Resumen

Este artículo realiza un análisis de los conceptos teóricos más influyentes elaborados alrededor de la economía del desarrollo, así como la presentación de algunos de los principales postulados y enseñanzas de las mismas para países como los de América Latina. Esta revisión se lleva a cabo a partir del estudio de los momentos específicos en donde aparecen y tienen vigencia las distintas posiciones descritas en el documento.

Palabras clave: economía / desarrollo/ modernización / dependencia/ neoliberalismo.

Abstract

This article realizes an analysis of the most influential theoretical concepts elaborated about the economy of the development, as well as the presentation of some the principal postulates and educations of the same ones for countries as those of Latin America. This review is carried out from the study of the specific moments where they appear and have force the different positions described in the document.

Key words: economy / development / modernization / dependence / neoliberalism.

La Teoría de la Modernización

Esta sección resume la literatura de las teorías de desarrollo económico que se originaron desde 1930s con el trabajo de Schumpeter (1934) y los desarrollos posteriores de Lewis (1954), Rostow (1956), Mynth (1958), Nurkse (1953), Rosenstein-Rodan (1961), Fei- Ranis (1961) entre otros[1]. Estos autores son conocidos como “los  pioneros del desarrollo” y construyeron un conjunto de conceptos sobre el desarrollo conocidos normalmente en la literatura sobre el tema como la denominada “Teoría de la Modernización” (Mora, 2006)  Las teorías desarrolladas por estos autores comparten dos aspectos.

El primer aspecto es el enfoque histórico del proceso de desarrollo desde sociedades precapitalistas hacia sociedades capitalistas. El segundo aspecto es la concepción dualista de una economía en desarrollo o menos desarrollada. Esta dualidad identifica a las teorías “clásicas o tradicionales” del desarrollo económico.

Para este grupo de teorías un país en desarrollo era un país definido con las siguientes características:

  1. La economía tiene dos sectores económicos claramente distinguidos. El primer sector pre-capitalista o sector de subsistencia, de baja productividad de los recursos humanos y en donde los “agentes” residentes en el sector explotan algún recurso natural (principalmente la tierra) o usan su propia fuerza laboral. El segundo sector capitalista de mayor productividad de los recursos humanos y con una dotación de capital que permite a los “agentes” residentes de este sector realizar actividades productivas;
  2. El “salario real”[2] en el sector subsistencia es determinado exógenamente por factores institucionales mientras que en el sector capitalista el salario real es determinado por las fuerzas de mercado. Los trabajadores del sector capitalista provenían del sector no capitalista y del crecimiento natural de la población. Las diferencias en el funcionamiento de los mercados laborales, implicaba que el salario real en el sector capitalista sea determinado por el salario real de subsistencia;
  3. El proceso de desarrollo de la economía descansa en tres tipos “agentes”. Los ‘trabajadores', con baja propensión al ahorro y que emplean su fuerza laboral en las actividades económicas derivadas de la explotación de los “recursos no humanos” de los sectores capitalistas y no capitalistas. Los ‘capitalistas', con una más alta propensión al ahorro y dueños de los medios de producción (recursos naturales y no naturales) y el ‘gobierno' cuyo papel se concentraba en: mantener el equilibrio en las cuentas  macroeconómicas, proveer de la dotación de los bienes públicos, e impulsar el proceso de desarrollo de la economía.

Bajo la concepción clásica o tradicional el proceso de desarrollo económico consistía en el proceso mediante el cual la economía pasa de una situación inicial llamada de “subdesarrollo” (o “trampa de equilibrio de nivel bajo de ingreso”) a otra situación de desarrollo (y de “equilibrio”) con crecimiento sostenido, mayores niveles de ingreso por habitante y con plena utilización de los recursos humanos. En la situación de desarrollo, la economía en su totalidad funciona como una economía capitalista sin distorsiones sustantivas en los mercados y sectores.

Las causas principales que explicaban la situación “inicial” del subdesarrollo para los clásicos son:

  1. La insuficiencia de la demanda interna para absorber la mano de obra de los sectores no capitalistas;
  2. La ausencia de una significativa clase capitalista que permitiera generar la demanda vía ahorros e inversiones;
  3. El bajo desarrollo del sector financiero que no permitía canalizar los ahorros hacia inversiones productivas;
  4. La existencia de “indivisibilidades” en la producción[3]; demanda  y ahorros generadas por la existencia de economías de escala a nivel de la empresa (o de la planta); la falta de coordinación empresarial y la baja propensión al ahorro respectivamente. La superación de estas indivisibilidades pueden originar externalidades pecuniarias[4] potenciales (positivas) a nivel agregado de la economía.

Para los clásicos, o tradicionalistas del desarrollo económico, para el cambio o lo que denominaremos “el salto cualitativo” desde la situación (inicial) de subdesarrollo hacia la situación final de desarrollo y crecimiento sostenido se requería de una serie de condiciones.

Entre ellas se destacan:

  1. La oferta de trabajo requiere responder a los incentivos “salariales” de mercado (esto es, oferta de trabajo precio elásticas) o que esta no sea “rígida” ante los cambios de los salarios y que el trabajador pueda movilizarse entre sectores económicos con  bajos costos de migración;
  2. La existencia de cambios políticos, sociales, institucionales y culturales sustanciales a favor del cambio hacia la situación de desarrollo;
  3. La aparición e incremento de una clase empresarial innovadora, con altas propensiones a invertir y ahorrar[5]. Esto implica relativamente altas elasticidades precio de la oferta de ahorro y de la demanda por capital;
  4. La expansión de los sectores e instituciones financieros que movilicen los recursos desde los ahorros hacia la inversión productiva;
  5. Incrementos sustantivos de los niveles de inversión y ahorros de la economía;
  6. La identificación y creación de demandas (internas o externas) que sostengan el desarrollo del conjunto de industrias domésticas;
  7. Intervenciones del Estado en diversas esferas. En primer lugar, en los sectores económicos donde existen indivisibilidades productivas y que además sirven como sectores de soporte para el desarrollo de industrias en otros sectores. En segundo lugar, en la redistribución (en el período de transición de desde la situación inicial hacia la de crecimiento sostenido) de los ingresos hacia los grupos sociales de mayores propensiones al ahorro y a la inversión. En tercer lugar en un diseño fino e inteligente de impuestos, subsidios, o transferencias que generen los recursos necesarios y suficientes para lograr tres objetivos definidos: la estabilidad macroeconómica; inversiones en los sectores de infraestructura o en aquellos donde las indivisibilidades obstaculicen la inversión privada; y la redistribución de ingresos hacia los grupos de propensiones al ahorro e inversión altos sin descuidar a la masa de población en situación de pobreza.

Los autores seguidores de los clásicos sostienen dos formas del cómo estas condiciones se vierten en el proceso del desarrollo de los sectores. La primera a través de un “crecimiento balanceado” (Rosenstein-Rodan, 1961) que implique que la inversión y el producto de todos los sectores de la economía crezcan de forma simultánea o a iguales o similares tasas de crecimiento (Lipton, 1962). La segunda, a través de un “crecimiento no balanceado” donde el crecimiento de los denominados sectores líderes arrastren o generan el crecimiento del resto de sectores. Bajo este tipo de crecimiento los “encadenamientos o eslabonamientos” inter-sectoriales “hacia atrás”[6] requieren ser de relativa mayor importancia que aquellos “hacia delante”[7] (Hirschman, 1958).

Uno de los sectores líderes que los desarrollistas clásicos otorgaron una especial atención fue el sector exportador (usualmente ligado a la explotación de los recursos naturales y la producción de materias primas o productos primarios, Myint, 1958). Las exportaciones generadas por una demanda externa podría ser un elemento clave ante la insuficiente demanda interna por el bajo nivel de ingresos de las economías en desarrollo. El nivel de “apertura” de la economía requerida para el desarrollo del sector exportador originaba sin embargo dos efectos sobre el desarrollo del mercado interno. El primero, favorable al desarrollo de dicho mercado, causado por la generación de demanda –necesaria para el despegue o “take off” (Rostow, 1956) o “big push” (Rosestein-Rodan, 1961), o “salto cualitativo” de la economía, y la reducción del tamaño de la inversión requerida para el despegue. El segundo de impredecibles efectos sobre la demanda interna debido a los movimientos de los factores trabajo y capital entre países. Las migraciones de ambos factores, desde la economía menos desarrollada hacia las más desarrolladas, podrían deprimir a la economía menos desarrollada por la falta de capital, empresas, y potencial capital humano. Contrariamente, las migraciones de ambos factores desde las economías desarrolladas hacia las menos desarrolladas podría acelerar el proceso de desarrollo siempre y cuando la mano de obra externa sea de mayor grado de calificación que la mano de obra doméstica.

En general estos economistas formularon grandes modelos de estrategias de desarrollo, los cuales involucraban transformaciones estructurales y el correspondiente papel para la participación extensiva del Estado en la planeación y programación de este proceso.

La acumulación de capital constituyó el punto central de estos modelos, aunque también se destacan aquellos requerimientos de un incremento en el ingreso per cápita de la población, como condición para tal acumulación.

En América Latina dado su modelo productivo primario y políticas sociales mínimas, este modelo no tuvo los resultados esperados, por lo que era necesaria un modelo que respondiera de mejor manera a la realidad latinoamericana.

El Modelo Estructuralista y Dependentista

La teoría económica formal sobre la Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI) comenzó en América Latina a partir de la Conferencia de La  Habana de 1947. El discurso teórico fue iniciado por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Uno de los autores centrales de este planteamiento fue Raúl Prebisch quien con su trabajo, unido al de otros autores (Celso Furtado, José Medina Echavarría, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vásquez, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel, entre otros), constituyó la denominada teoría o modelo cepalino, el cual fue desarrollado y aplicado específicamente en el contexto latinoamericano.

Las propuestas de Prebisch (1948, 1950) formaron y definieron el pensamiento de la CEPAL en las décadas de los 1950s; 1960s hasta finales de los 1970s.

 El modelo de ISI se basa en las teorías clásicas de desarrollo económico con un énfasis en las consecuencias negativas del comercio internacional para los países en desarrollo o pobres denominados países de la “Periferia o del Sur” en su relación comercial con los países desarrollados, industrializados o ricos denominados como países del “Centro o del Norte” y la heterogeneidad de las estructuras productivas internas.(Guillén, 2004, p.7)

La tesis de Prebisch-Singer (denominada también la tesis “estructuralista”) sostiene que distorsiones en el funcionamiento de los mercados laborales y/o de los productos y diferencias en las elasticidades precio e ingreso de las demandas de los productos transados entre los países del centro y la periferia[8] originan por un lado, una tendencia decreciente de los términos de intercambio en contra de los productos de exportación de bienes primarios de los países de la periferia y a favor de los productos manufacturados exportados por los países del Norte. De otro lado, producen efectos asimétricos de los crecimientos (originados por cambios tecnológicos, cambios en las propensiones al ahorro, etc.) de los países del centro y de la periferia. Así, crecimiento de la periferia origina decrecimiento en los términos de intercambio y posible decrecimiento en el ingreso por habitante de la periferia; mientras que crecimiento del centro genera incrementos del ingreso por habitante del centro sin que necesariamente incremente los términos de intercambio a favor de la periferia. Estos resultados son demostrados a través de modelos estáticos (Bacha, 1978) y dinámicos (o de crecimiento; Findlay, 1980).

Estos negativos efectos sobre el crecimiento de los países en desarrollo debido al deterioro de los precios relativos de los productos primarios de exportación de la periferia, aunado al segundo argumento de Prebisch el de la industria naciente (basada en la existencia de economías de escala a nivel de la firma (planta) en los sectores manufacturados y/o el proceso de aprendizaje necesario de las industrias nacientes en estos sectores) originó que los países de la periferia orientaran su proceso de crecimiento hacia al desarrollo del mercado interno y que como consecuencia de ello las industrias nacientes requieran protección. Esta  protección entre otros efectos generaba un incremento de la demanda interna la cual apoyaría a las condiciones del despegue económico postuladas por los clásicos del desarrollo.

Otro autor destacado del pensamiento estructuralista es  el economista brasileño Celso Furtado. Según Furtado en todos los países capitalistas ha existido el dualismo entre el hiper desarrollo del sector productor de materias primas y el subdesarrollo del sector moderno, en las etapas iniciales de su desarrollo. Sin embargo, los países subdesarrollados habrían transformado el dualismo en una situación estructural permanente. El sector moderno ni traslada su acumulación de capital al sector atrasado, ni tampoco es capaz de desarrollarse hasta dar empleo a toda la economía. Así, uno de sus textos clásicos, define “subdesarrollo”, como un proceso histórico autónomo, y no, como una etapa por la cual habrían pasado necesariamente todas las economías antes de alcanzar el desarrollo (Furtado, 1976: 137).

En Latinoamérica existen obstáculos que impiden la extensión del sector moderno a toda la economía.

En primer lugar, aquella parte del excedente que el sector moderno no exporta, llega a las manos de la élite de la periferia. Luego, el ritmo de acumulación reproductiva del excedente conseguido en el sector moderno está limitado por el "consumo imitativo obsesivo de los centros” por parte de la “sociedad privilegiada de consumo” de la periferia. El consumo suntuario esta influenciado por las técnicas masivas de comunicación de masas (Prebisch, 1987:58-59). Esto se suma a la succión de ingresos que efectúan los centros a través del control sobre los mercados internacionales de bienes y servicios. Una proporción significativa de los excedentes retenidos en la periferia se invierte en “activos no reproductivos”, como la construcción suntuaria, o en la adquisición de bienes durables de consumo. Ambas son expresiones de una diversificación considerable del consumo de los estratos de altos ingresos, que se produce cuando los ingresos medios son aun extremadamente bajos en comparación con los que prevalecen en los países capitalistas industrializados. En la periferia, una diversificación del consumo que pudiera llamarse prematura tiene como contraparte la importación de bienes producidos en los centros industriales (Burgueño y Rodríguez, 2002).

Para Furtado, la imitación no sólo compromete el ahorro, y por ende, el ritmo de la acumulación. La imitación esconde una apreciación especial de lo foráneo, lo cual consiste en la admisión de que lo foráneo refleja los grandes logros del progreso, y de que estos logros están vinculados a consideraciones de prestigio social. Pero además esa apreciación especial de lo foráneo va acompañada por una amplia penetración de ideas y valores trasladados desde otras culturas. En otras palabras, al identificarse cultural e ideológicamente con los centros, los grupos dominantes limitan su visión de la transformación política de la periferia (Burgueño y Rodríguez, 2002).

En segundo lugar, el sector moderno y el sector tradicional presentan una cada vez más baja demanda de trabajo en relación al capital invertido. Esto es resultado del progreso técnico ahorrador de mano de obra en el sector moderno y de los débiles nexos económicos entre el sector moderno y el sector tradicional. Las tecnologías importadas desde el centro, diseñadas para ahorrar de mano de obra, no son adecuadas a los países de la periferia, en donde ésta es abundante. A su vez estas tecnologías fueron diseñadas para usar insumos importados desde el centro. Así, el crecimiento de la producción del sector moderno tiene un bajo impacto sobre la producción y el empleo de las empresas locales, que habrían podido abastecerlos con insumos. Además, en los estratos de menor productividad, el crecimiento demográfico se reduce lentamente mientras que la tasa de mortalidad, gracias al progreso técnico, se reduce de modo rápido.

Así, en los países de la periferia estos tres elementos generan un excedente permanente de mano de obra abundante dispuesta a emplearse a cualquier precio. Para Prebisch, este surplus de mano de obra permite mantener la desigualdad y el consumo privilegiado de una minoría. No hay nada en el sistema que asegure de forma espontánea un ritmo de inversión productiva suficiente para absorber el crecimiento de la fuerza de trabajo. Capitalismo periférico, es, finalmente, un modo de vida importado de una minoría; este estilo de vida no está de acuerdo con las condiciones sociales de pobreza de la mayoría de la población.

Varios autores de la teoría estructuralista y de la escuela de la dependencia, han destacado el rol histórico de la demanda en los países del centro. Así, tanto en países europeos como Inglaterra o en las colonias-establecimientos del Norte de Estados Unidos, Canadá y Australia, se habría registrado el mismo círculo virtuoso: una demanda creciente creaba un mercado para la oferta de bienes de consumo.

Esta demanda incentivaba la producción de bienes de capital, lo cual, a su vez, permitía seguir aumentando el ingreso medio y la capacidad de compra. En los países del centro, el crecimiento de los salarios gracias a la presión sindical, no entorpece la continuidad de la acumulación capitalista: el progreso técnico permitía asegurar una tasa de ganancia compatible con la acumulación de capital.

Además, el progreso técnico y la expansión del capital creaban una demanda continua de nuevos trabajadores a pesar de la disminución de la cantidad de hombres ocupados por unidad de capital. Este proceso virtuoso no se observó en la periferia. Su mercado fue dinamizado por la demanda externa, más que por la demanda interna. En la periferia, fue determinante la sobre explotación del trabajo esclavo, semi-esclavo o asalariado, funcional a la producción de exportaciones a bajo costo que compitieron en el mercado mundial.

La Teoría de la Dependencia surgió a mediados de los años sesenta, en parte como respuesta al aparente fracaso del análisis estructuralista y de sus prescripciones.

Para el investigador brasileño y uno de sus teóricos más importantes Theotonio Dos Santos, por dependencia entendemos una situación en la cual la economía de ciertos países está condicionada por el desarrollo y la expansión de otra economía a la cual está sujeta la primera. La relación de interdependencia entre dos o más economías y entre éstas y el comercio mundial, asume la forma de la dependencia, cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y pueden autosustentarse, mientras otros países (los dependientes) pueden hacerlo sólo como reflejo de dicha expansión, lo cual puede tener ya  un efecto negativo en su desarrollo inmediato (Dos Santos: 1970.p, 231)

Los teóricos de la dependencia aducen que la estrategia de la industrialización para lograr la sustitución de importaciones propuesta por los estructuralistas, no fue capaz de producir un crecimiento económico sostenido en los países menos desarrollados, porque las condiciones sociales y económicas tradicionales de los países menos desarrollados permanecieron intactas; por cierto, la alianza neocolonialista de las elites feudales criollas con el capitalismo internacional se reforzó con la estrategia de la sustitución de importaciones. El resultado fue un aumento de la mala distribución del ingreso, una demanda interna demasiado débil como para sostener la industrialización continua y una dependencia aún mayor de aquellas empresas multinacionales de las economías desarrolladas, las cuales sacaron ventajas de las políticas de sustitución de importaciones. Como consecuencia, los países menos desarrollados perdieron control sobre sus economías internas y se volvieron cada vez más dependientes del capitalismo internacional.

Los componentes principales de la Teoría de la Dependencia incluyen análisis de:

  1. La naturaleza y la dinámica del sistema capitalista mundial
  2. La relación o vínculo entre los países capitalistas avanzados y los países menos desarrollados
  3. Las características internas de los países dependientes en sí mismos.

La Teoría de la Dependencia sigue siendo un paradigma de desarrollo de la construcción del Estado en una economía mundial altamente interdependiente. Aunque adopta un modo de análisis marxista e ideales socialistas, la Teoría de la Dependencia ha absorbido poderosos elementos de la transición estatista del mercantilismo del siglo XVIII y del nacionalismo económico del siglo XIX. La teoría sostiene que un país menos desarrollado puede convertirse en un Estado – nación independiente a través de una estrategia de desarrollo autónomo o autosuficiente.

Las falencias latinoamericanas como el mantenimiento del modelo primario exportador, la inflación permanente y las crisis económico -  políticas que impiden un proceso de acumulación de capital para invertir, entre otros factores,  hicieron inviable un modelo de desarrollo que respondiera a las necesidades de crecimiento “hacia adentro”. Asimismo, las ideas de ampliar el rol del Estado fueron rechazadas por Estados Unidos y las dictaduras que asolaron América Latina. Un nuevo modelo se impondría: Prometía terminar con la inflación y generar crecimiento, eso sí, a un costo social alto.

El Modelo Neoliberal, la contrarrevolución Neoclásica

El activo papel del Estado en casi todos los mercados de las economías en desarrollo (en particular en América Latina entre fines de la década del 50 y finales de la de los ochenta) que condujo la estrategia dirigida hacia el desarrollo del mercado interno propulsada por el modelo ISI tuvo consecuencias negativas para los países que las implementaron. Por un lado y a nivel macroeconómico, originó:

  1. Bajas y hasta negativas tasas de crecimiento del PBI real por habitante,
  2. Altas tasas de inflación (incluso llegando a niveles hiperinflacionarios);
  3. Desequilibrios permanentes en las cuentas básicas de las economías (el fiscal, monetario y de pagos).

De otro lado, la población en situación de pobreza y las desigualdades de ingresos se incrementaron (Little-Scitovsky-Scott, 1970; Bhagwati-Krueger, 1973; Bhagwati, 1978, Krueger, 1978, Tello, 1993; Bruton, 1998). Estos hechos llevaron al resurgimiento del “pensamiento (neo) liberal” donde el principio del mercado libre de distorsiones (en particular las originadas por el activo rol del Estado en los mercados) y el énfasis en los llamados “fundamentos de la economía” requerían ser la base del desarrollo de las economías de la periferia.

De esta manera, “el enfoque neoclásico defensor del “laissez- faire” reapareció con fuerza en los ochenta; en Latinoamérica inspiró las políticas neoliberales que se aplicaron para enfrentar la crisis de 1984-1985” (Cademártori, 2003). De acuerdo al enfoque neoclásico, la falta de desarrollo económico ha sido el resultado del exceso de intervención estatal. Para este enfoque, cada país debe especializarse en sus “ventajas comparativas naturales”. En el caso de los países en desarrollo esto implica especializarse en productos con alto contenido de recursos naturales y mano de obra barata. La apertura de las economías propende a esta mayor especialización pues la presión de la competencia obliga a cada región a centrarse en las exportaciones que produce a menor costo relativo. Los acuerdos de libre comercio propenden a ese objetivo.

En una visión de conjunto, las principales características de esta nueva ortodoxia podrían resumirse en los siguientes postulados (Espinosa, 2001, p. 124 – 125):

  • “Los déficit del presupuesto público son intrínsicamente negativos para la economía”, ya que de acuerdo al pensamiento neoliberal absorben el ahorro nacional, aumentan la tasa de interés interna y disminuyen las tasas de inversión financiada por los ahorros domésticos. Por esto es que se pide sistemáticamente la reducción e incluso la eliminación total del déficit público, con el fin de permitir la liberalización de los recursos necesarios para la inversión privada, liberación que se vería además facilitada por la reducción del gasto público.
  • Un segundo postulado es que “la protección social garantizada por el Estado a través de las políticas redistributivas , se considera perniciosa para el desarrollo económico” ya que según el pensamiento neoliberal tiende a aumentar el consumo y a disminuir el ahorro de la población y, muy en particular, el ahorro de los sectores de más altos ingresos, que son los sectores que tienen mayor capacidad de ahorro y que son, a su vez, el grupo más afectado por aquellas políticas redistributivas del Estado. Por lo tanto se ve como altamente deseable que se reduzcan o que en algunos casos se haga mínimo este Estado que además eleva el costo de las empresas y reduce la competitividad externa de la economía.
  • Otro aspecto fundamental en este pensamiento es que “las intervenciones estatales que regulan el mercado del trabajo son también altamente negativas”. Según la teoría neoliberal, estas intervenciones añaden rigideces que dificultan el libre juego del mercado, obstaculizando el desarrollo económico y la misma creación de empleos. Se asume que las políticas públicas encaminadas a establecer el pleno empleo son ineficaces y sin fundamento económico, recomendándose más bien que sean sustituidas por políticas que favorezcan el libre juego del mercado del trabajo, considerando la fuerza de trabajo como cualquier otra mercancía, cuya comercialización debiera ser desregulada.
  • Finalmente otra prescripción básica del neoliberalismo es que “el Estado no debiera intervenir en la regulación del comercio exterior, ni en la regulación de los mercados financieros locales y externos”. Para el pensamiento neoliberal, ciertamente la libre movilidad de los capitales es el factor determinante que garantiza la más eficiente redistribución de los recursos a escala nacional e internacional.

Conclusiones

América Latina ha sido una región heterodoxa en cuanto a modelos de desarrollo. Como expusimos, salvo el modelo de Importación por Sustitución de Importaciones fomentado por la CEPAL, todos los modelos de desarrollo han respondido a elaboraciones extrarregionales que respondían a coyunturas específicas y a realidades sociales que poca o ninguna relación tenían con América Latina.

Lo anterior nos lleva a plantearnos la necesidad, como decía Raúl Prebisch, de “planificar el desarrollo desde dentro”. En tal sentido no podemos omitir las experiencias actuales como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina que proponen un nuevo modelo de desarrollo que responda a las realidades y a las consecuencias históricas de los modelos anteriormente aplicados. Corresponden a experiencias en pleno desarrollo que plantean el desafío de elaborar  un modelo propio de desarrollo económico.

Sin embargo ya podemos evidenciar algunas características comunes de estas experiencias:

  1. Recuperación del rol del Estado en materia económica como actor fundamental encargado de reducir la brecha de ingresos en nuestros países.
  2. Establecimiento de alianzas virtuosas que generen interrelaciones justas a nivel comercial y no de dependencia. El modelo del comercio Sur – Sur es clara muestra de aquello.
  3. Un sistema financiero latinoamericano que actúa con un criterio de solidaridad regional y cuyo objetivo es promover el desarrollo de las economías locales. Lo anterior se encuentra materializado en el Banco del Sur.
  4. Una participación activa de la ciudadanía, concebido como un modelo generado desde la base social, y que por ende, puede responder mejor a las necesidades reales de la población.
  5. Un sistema de concertación política a nivel regional plasmada en UNASUR que establece al sistema democrático como el único que puede plasmar estas políticas y el irrestricto respeto por los gobiernos democráticos.

Esta nueva vía de desarrollo de carácter endógeno busca superar las dificultades que hicieron fracasar los modelos señalados en este artículo y cobran mayor interés cuando el modelo en ejercicio sufre una grave crisis y los países promotores del neoliberalismo y sus premisas han debido volver su mirada al Estado.  Pero es necesario ir más allá, terminando con la economía de papel y especulación y avanzar hacia una economía productiva, que en el caso de América Latina debe tener como norte la superación del modelo primario exportador a través de la inversión en conocimiento que permita dotar de valor agregado a los productos en conjunto con una estrategia de comercio justo al interior y sobretodo con los grandes mercados mundiales. Aquello es posible alcanzar con mayores grados de integración.

Referencias Bibliográficas

Burgueño, O;  Rodríguez, O. (2002): “Desarrollo y Cultura. Notas sobre el enfoque de Furtado”. En: Trayectorias, Año IV, N°10, Septiembre-Diciembre 2002, Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nueva León.

Cademartori, J. (2003): “Vigencia del Enfoque Estructuralista y Dependentista para las Estrategias de Desarrollo”. S/E.

Dos Santos, T (1970): “The Sstructure of  Dependence”. American Economic Review. 60. (231 – 236).

Espinosa, J (2001): “Economía Neoliberal versus Economía Social en América Latina”. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones.

Fei, J., G. Ranis (1961): “A Theory of Economic Development”. American Economic Review. Septiembre.

Findlay, R. (1980): “The Terms of Trade and Equilibrium Growth in the World Economy”. The American Economic Review. Junio.

Guillén, A (2004): “La teoría latinoamericana del desarrollo: Reflexiones para una estrategia alternativa frente al neoliberalismo”. Ponencia presentada en la III Conferencia Internacional de la Red de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado “Repensar la teoría del Desarrollo bajo la globalización”. Río de Janeiro, Brasil, 4-6 de mayo.

Mynth, H. (1958): “The Classical Theory of International Trade and Underdevelopment Countries”. Economic Journal.

Nurkse, R. (1953): “Problems of Capital Formation in Underdeveloped Countries”. Oxford-Blackwell.

Rostow, W. (1956): “The Take-Off into Self-Sustained Growth”. Economic Journal. Marzo.

Rosenstein-Rodan, P. (1961): “Notes on the Theory of the Big Push”. En: Ellis-Willich, (eds.) Economic Development for Latin America, St Martin.

Schumpeter, J. (1934): “The Theory of Economic Development: An Inquiry, Profits, Capital, Interest and the Business Cycle.” Harvard University Press.


Notas

* Periodista y Licenciado en Comunicación Social UPLA. Diplomado en Teoría y Métodos de Análisis Político, Academia de Guerra Naval. Diplomado en Política Mundial, Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago de Chile, Master (c) en Desarrollo Económico en América Latina, Universidad Internacional de Andalucía, España.

[1] Las contribuciones a las teorías del desarrollo económico anteriores a los 1930s están relacionadas al desarrollo del pensamiento propio del área económica (Hunt, 1989; Lewis, 1988; Bardhan, 1988).

La influencia del Keynesianismo en las teorías del desarrollo ha sido frecuentemente minimizada y criticada por no prestar demasiada atención al estudio de los países menos desarrollados, por cuanto sus teorías del exceso de ahorro y del consumo inadecuado no serían aplicables en países subdesarrollados en los cuales el ahorro insuficiente es un factor limitativo del crecimiento de la inversión y el ingreso. Sin embargo se pueden señalar tres relaciones principales entre la teoría keynesiana y la economía del desarrollo:

  1. La aparición del keynesianismo favoreció el surgimiento de las teorías del desarrollo por cuanto supuso el rompimiento de la visión monoeconómica del neoclasicismo respecto a la existencia de una única situación de pleno empleo. La visión keynesiana considera ésta como una situación excepcional y concibe otro escenario como el más frecuente, el desequilibrio y desempleo de los recursos de la economía;
  2. El keynesianismo reintrodujo en el análisis económico una perspectiva dinámica y macroeconómica frente al análisis estático y microeconómico característico del pensamiento neoclásico;
  3. La aparición de la teoría keynesiana favoreció el desarrollo de la contabilidad nacional y la recolección de datos estadísticos, fortaleciendo el carácter empírico de la economía.

[2] Para el sector de subsistencia, este salario representaba la productividad media del trabajo en el sector.

[3] Las indivisibilidades en el proceso productivo, en algunos sectores de la economía, resultan por el hecho que las tecnologías de dichos sectores demandan volúmenes altos de inversión para que la producción sea factible. Las industrias ejemplos de este tipo de tecnologías son las de comunicaciones y transporte.

[4] Un externalidad pecuniaria existe cuando las interacciones de los agentes económicos de un mercado producen efectos sobre los precios, cantidades y el bienestar (o beneficios) de los agentes económicos de otros mercados (o industrias) a través de los mecanismos del mercado.

[5] De los autores clásicos de este grupo de teorías, el que más destaca el papel de los empresarios en el proceso de desarrollo es Joseph Schumpeter (1934).

[6] Una industria genera un eslabonamiento o encadenamiento hacia atrás cuando el incremento o nivel de la producción de la industria genera una demanda por un (o grupo de) factor (es) o insumo (s) lo suficientemente grande para que sea rentable la existencia y la producción de la industria de dicho (s) factor (es) o insumo (s) (Krugman, 1995).

[7] Una industria “X” genera un eslabonamiento o encadenamiento hacia delante cuando el incremento o nivel de producción de la industria se lleva a cabo con costos de producción lo suficientemente bajos para la existencia y la producción de otras industrias que usen como insumo el producto de la industria “X” (Krugman, 1995).

[8] El uso del concepto centro-periferia no es exclusivo del enfoque cepalino. También fue utilizado por la teoría de la economía-mundo desarrollada por Braudel y continuada por I. Wallerstein. Un análisis en términos de centro-periferia existe también en la teoría del imperialismo de finales del siglo XIX y comienzos del XX. La originalidad del aporte de Prebisch consistió en construir una teoría del subdesarrollo a partir de la utilización de dicho concepto.