Revista F@ro Nº 6 - Reseñas y Recensiones

Diálogos culturales.
Interdisciplinas para la comunicación

Julio Sebastián Figueroa Cofré
Universidad Austral de Chile
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Reseña para el libro:
Diálogos Culturales:
Interdisciplinas de la Comunicación

Rodrigo Browne Sartori
Breno Onetto Muñoz
Víctor Hugo Valenzuela Sepúlveda
(editores) 2007
Editorial Annablume, Sao Paulo
137 págs.



Al hablar de un texto como Diálogos culturales. Interdisciplinas para la comunicación se me hace urgente ya no reseñar su aparición contingente y hasta casual si lo pensamos geopolíticamente, sino reseñar su prehistoria, su más genuina prueba de existencia anterior, y que para mí viene siendo nada más que su dimensión materialista. Para entender a qué me refiero, veamos la situación paso a paso.
A nivel de las ciencias del lenguaje, la cultura se ha ido manifestando cada vez con más fuerza, provocando un cambio en sus cimientos disciplinarios. La premisa lingüística más básica decía: la realidad no ordena la lengua sino que la lengua ordena la realidad, y esto suponía una serie de sucesos metodológicos. Primero, que la relación filosófica primordial del pensamiento antiguo (mundo y mente) estaba mediada por la producción lingüística, cosa más o menos predecible; segundo, que la lengua constituía un elemento autosuficiente para ser estudiado por una disciplina científica; tercero, que ese estudio podía ser sincrónico y dejar de lado la historia. Consecuencia de todo esto fue la proliferación de cursos generales de lingüística que proveyeron de una teoría y una metodología las más amplias que se han visto en la formación de una ciencia humana. Se estimó conveniente pensar, entonces, que el modelo de la lengua era, quizás, el modelo perfecto para entender la cultura. Puede ser éste, quizás, el origen de la comunicación como disciplina: el uso de la lengua en la comprensión de los procesos sociales de la cultura.
Pero, dar este paso significó darse de bruces con dos suelos a la vez. El primer reclamo vino desde los procedimientos analíticos con que la propia lingüística operaba y que le señalaron que el lenguaje era más propiamente un juego bastante problemático; desde la deconstrucción, el psicoanálisis y la retórica norteamericana, sin nombrar todo esto como ‘postestructuralismo’, aparece el problema de la diferencia en el juego del significante y la fragmentación del sujeto y la consecuente indeterminación del método ante el estudio de la sincronía comunicativa.
El segundo reclamo no podía venir sino desde la propia cultura y las disciplinas sociales que se habían mantenido fiel a su estudio; toda vez que la lengua había pensando en existir sin los sujetos, obligando a las disciplinas sociales a un giro discursivo (psicología, antropología, sociología lingüísticas), sobre todo desde la antropología sociocultural viene un golpe de materialismo cultural enorme, con el retorno a la pregunta por la diferencia de los sujetos, la relevancia de los códigos culturales y la primacía del conflicto (género, generación, ideología, etc.). La sincronía de la lengua y la comunicación, habiéndose visto díscolas, logran ser aprehendida nuevamente por el materialismo cultural, del que el modelo de la lengua se alejaba cada vez más. Es éste, hoy por hoy, el escenario para los estudios de la cultura, en el sentido amplio y subalterno de la palabra.
Y es aquí donde me gustaría situar el origen de estos Diálogos culturales. Ahora que la localidad cobra sentido, un aporte como éste vale por sí mismo. La propia introducción a la compilación, “Problemas complejos y enfoque supradisciplinario” (15-16) de Pablo Villarroel, es una argumentada ‘arenga’ a la necesidad de abrir la disciplina a la complejidad del problema-mundo, y nada más preciso que demostrarlo con ejemplos de investigación de la propia Universidad Austral de Chile (institución que patrocina la publicación) en el ámbito medioambiental, actualmente uno de los más importantes a nivel disciplinario y social.
Más adelante, en la primera parte (“La comunicación en el diálogo interdisciplinario”), los artículos que rehacen con belleza la discusión que ya avanzamos son, por ejemplo, el de Iván Carrasco (“La mutación disciplinaria”, 17-27) y el de Eduardo Peñuela Cañizal (“Interdisciplinariedad, Polisemia y Dialogismo”, 27-42). En el primero, se explica el trabajo local realizado sobre las mutaciones disciplinarias entre literatura y ciencias sociales, para el caso de poetas y antropólogos que han mezclado sus rutas con el deseo de establecer una experiencia más radical en el mundo de la cultura. En el segundo, leemos primero un cuestionamiento general al dominio lingüístico de la interpretación, desmitificando ciertas posiciones para abrir el camino al concepto de ‘interioridad’. Con este concepto, se nos está indicando una necesidad hermenéutica, la de provocar siempre el desajuste entre texto y contexto en los casos, sobre todo, estéticos (para ilustrar con perfección aquello, el artículo revela luego un bello análisis de algunos grabados de Maurits Cornelis Escher).
Aunque el artículo de Cañizal nos aleja del materialismo que anunciábamos, lo hace para reconvenir tesis estéticas. Pero quien refuerza un análisis materialista es Luis Bocaz (“Sub Terra de Baldomero Lillo y la gestación de una conciencia alternativa”, 43-75), revocando las aspiraciones estéticas del cuentista chileno en términos de la incipiente lucha de clases de aquellos tiempos; cabe decir que, sin embargo, en este documento aún pervive cierta tensión analítica marxista de viejo cuño que desconoce en cierta medida la lengua de la subalternidad.
Para finalizar esta primera parte, el complejo texto de Juan Carlos Fernández Serrato (“Teoría de la comunicación y escrituras de la multitud”, 75-100) sitúa la comunicación en una de las discusiones más actuales e importantes, a saber, cómo mantener una perspectiva crítica en medio de la virtualización de la cultura. En nuestras palabras, esto equivale a pensar el materialismo cultural desde la virtualidad, conociendo las diferencias tecnológicas del espacio donde circula la información.
De la segunda parte titulada “El desafío de las comunicaciones en los nuevos horizontes interdisciplinarios. Cultura, imágenes y medios”, pienso que el texto de Malena Segura (“Amor e Incomunicación”, 109-120) está en la misma sintonía que la primera parte. En un lenguaje erudito, este documento establece una compleja hermenéutica del amor y la comunicación por medio de mitos antiguos y actuales; su tránsito por una crítica de la seducción permite discutir los problemas del poder y el control en la comunicación, convirtiéndose en una reinterpretación materialista de la tradición occidental del amor y su reificación mítica en las relaciones sociales del poder.
A mi entender, sobresalientes son los textos de Juan Carlos Skewes (“El diario de Eva o apuntes para una economía política de la imagen y algo más”, 103-108), Breno Onetto (“Huida de lo público o la despolitización por los medios”, 121-126) y Norval Baitello Junior (“Las capilaridades de la comunicación”, 127-137).
Los dos últimos ocupan las categorías de una teoría de las mediaciones o una mediología, en el sentido que la academia alemana ha abierto, sobre todo, a través de Vilem Flusser; para indagar las implicaciones de los medios en el cuerpo sociocultural. En el primer caso, Breno Onetto advierte cómo el concepto de lo público se ha desvanecido en la actualidad, puesto que los medios reemplazan a los medios, en el sentido de que la información ya no está en un lugar (generalmente un lugar público) sino en los propios medios, a través de ellos y con ellos. Con perspicaces ejemplos, se nos ilustra cómo la información se des-publica y, por lo mismo, no estimula política alguna. En el segundo caso, Baitello Junior realiza un bello trabajo de modelado conceptual para reflexionar sobre un ‘tejido sociocultural’ entre medio del cual se mueven las capilaridades de la comunicación, y cómo de esa situación se consigue advertir distintas, en mis palabras, ‘ontologías de la comunicación’.
El primero de ellos, que dejo para el final, ocupa el popular programa televisivo de talkshow El diario de Eva, para analizar la problemática situación de una mujer de provincia sometida al violento ritual del pecado y el escarnio vecinal. Con audacia, el autor de este documento logra comparar a Eva con una nueva inquisición, que discrimina valores y principios; y que al tener una inclinación claramente tradicional, rediseña el carácter de la dominación masculina y compromete, sin darse cuenta, a la condición femenina con la religión y el sometimiento.
Comento este último artículo con el fin de confirmar mi tesis inicial. Las exigencias del materialismo cultural, cuya lengua es cada día más el de la subalternidad, han hecho converger los aspectos disciplinarios de las ciencias sociales y humanas en la comunicación. El escenario social para que esto ocurra no puede sino ser otro que el de la proliferación tecnológica de la información y la liberalidad de las relaciones comerciales. Este escenario tiene un enorme compromiso capitalista, y su tentación más grave es hacernos creer que la cultura se mueve con la misma velocidad. Diálogos culturales como éste nos invitan a revelar lo contrario, que la cultura es más dramática y compleja, que en ella hay giros y atajos, dominación y poder, sometimiento y control, libertad y riesgo. Nada más volver a agregar el sentido periférico de su posición geopolítica, en una ciudad como Valdivia, para expresar su capacidad crítica. La oportunidad que estos Diálogos producen nos invita a oír las voces, a estar atentos, a escuchar: a tener la oportunidad de comunicar, en toda su materialidad, la cultura.

 


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Revista teórica del Departamento de Ciencias de la Comunicación y de la Información
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