Monográfico - Revista F@ro Nº 9

Comunicación y representación en migraciones. Sobre la producción e institucionalización del imaginario de la vida errante en los procesos de transmisión cultural: El caso de Chiloé en la primera mitad del siglo XX*

Claudia Mancilla Maldonado**
cmancillam@gmail.com
Rodrigo Rehbein Montaña***
rrehbeinm@gmail.com
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad Austral de Chile (Chile)
Recibido: 30 de junio de 2009
Aceptado:
21 de julio de 2009

Resumen

El presente artículo da cuenta de los movimientos migratorios de Chiloé en la primera mitad del siglo XX, analizando desde la antropología y bajo la perspectiva de los imaginarios sociales, los procesos de transmisión y circulación de los modelos de representación y significación que operan en el viaje. El vagar por diversos territorios, se institucionaliza a través de procesos dinámicos, donde el sentido de la vida errante a pesar de ser construido a partir de experiencias individuales, alimentan a través de la oralidad, un imaginario colectivo que mueve a los sujetos a emigrar. La asimilación de diversos elementos contenidos y exhibidos en los relatos de los viajeros, son incorporados a la tradición oral isleña, contribuyendo al mantenimiento o surgimiento de nuevos imaginarios centrales que le proporcionan el sentido al viajar.

Palabras clave: Imaginarios Sociales / Tradición Oral / Representación del Viaje /  Comunicación en Migraciones

Abstract

This present article shows Chiloe's migratory movements in the first half of the 20th century, analyzed under the anthropology and social imaginaries' perspective, the transmission and circulation processes of the representation models, as well as the meaning that operate on the voyage. The wander through several territories, it's institutionalized through dynamic processes, where the sense of this wandering life, despite being built from individual experiences, lives on through orally, to a collective imaginary which leads people to emigrate. The assimilation of different elements contained and shown in the travelers' stories, are incorporated into the island oral tradition, contributing to the maintenance or emergence of new central imaginaries that provide the sense of travelling.

Key words: Social Imaginaries / Oral Tradition  / Representation of the Journey /  Communication on Migration

Introducción

La génesis e implicancias del fenómeno migratorio de Chiloé en la primera mitad del siglo XX, han sido caracterizadas históricamente por factores económicos y productivos. Sin embargo entre los años 1900 a 1940, se establecen compañías de explotación aurífera en la zona de Cucao, costa occidental de Chiloé, las que si bien, tenían el potencial de proporcionar gran cantidad de puestos de trabajo, coexistieron espacial y temporalmente con uno de los procesos de más alta tasa de emigración de la población isleña. A partir de esta situación de contraste para el contexto económico general de Chiloé, surgen diversas interrogantes que abren un nuevo camino de análisis para el fenómeno de las migraciones, indagando en el rol de las fuentes de recursos en la retención y expulsión de población, respecto a la importancia y representación del viaje para los actores y la cultura chilota.

Para aproximarse a esta problemática, el estudio se enmarca en un tipo de investigación descriptiva- exploratoria de carácter cualitativo, que integra los aportes de la historia oral y la memoria, para acceder a través de los relatos de informantes de la zona de Cucao, a las representaciones subjetivas y significados compartidos. Los aportes de la información documental en este campo, significó una tarea de integración y complementariedad con los tipos de fuentes y estrategias metodológicas, ya que son considerados como fragmentos de memoria, indispensables para aliviar la precisión de la memoria oral del grupo (Roubin, 1981, p.33) sobre el periodo estudiado.

A partir de los resultados, se puede concluir que el imaginario de la vida errante, está constituido por una multiplicidad de representaciones y significados que le otorgan sentido al viaje. El deseo de evasión, el desarrollo de la personalidad y la búsqueda de la aventura asociada a la confrontación con lo extraño, son componentes esenciales de las formas de representación adquiridos a través de los diversos procesos de socialización, y que se relaciona con la liberación del confinamiento espacial, la necesidad de diferenciarse y explorar formas alternativas a los sistemas de vida tradicional isleña.

Breve contexto de Chiloé en el periodo de las migraciones

Diversas situaciones se interrelacionan con la diáspora chilota de comienzos del siglo XX, que dejó algunos pueblos casi completamente deshabitados (Urbina, 2000, p.370), sin embargo, lo que logra convulsionar y plasmar una profunda huella en la memoria colectiva e histórica de Chiloé, se relaciona con la percepción de abandono de la isla en el contexto nacional y las sacrificadas migraciones en busca de sustento, situación reflejada en gran parte de los discursos de la época. Además, las constantes crisis económicas, la precaria infraestructura de transporte y las restricciones comerciales, principalmente de la papa, contribuyeron a la institucionalización y masificación de las emigraciones. Los destinos principales eran los puertos de Antofagasta, Valparaíso, Talcahuano y Puerto Montt por el norte, sin embargo, los lugares preferidos por los chilotes eran Punta Arenas, Coyhaique, Aysén y las provincias de la Patagonia argentina.

Weber señala que el Estado inspirado en la presunta miseria de Chiloé, impulsa la emigración destinando periódicamente sus transportes para trasladar chilotes a Punta Arenas. Sin embargo, una de las razones fundamentales radicaría en su capacidad de adaptación a las condiciones ambientales y de trabajo más adversas: "Son los más laboriosos, los más fuertes y los más hábiles los que emigran. Fuera de su tierra, el chilote se vuelve más enérjico, más confiado en sí mismo, imitando el ejemplo de sus nuevos compañeros" (1903, p.152).

Con la expansión de las migraciones, los chilotes llevarían sus costumbres a lo largo del país y diversas fronteras por las que han transitado, "en todas las naciones marítimas, en la China como en Inglaterra, se halla algún chilote, i no sería exajerado calcular en otros cinco mil los que corren tierras en el nuevo y viejo mundo" (Weber, 1903, p.152). Este tipo de afirmaciones comienzan a estar cada vez más presentes en los discursos y medios de comunicación de la época, nutriendo la imaginación isleña e incorporando nuevos elementos de significación a los esquemas tradicionales de representación, con lo que el viaje y la navegación adquieren un nuevo valor en la cultura isleña. Para Maffesoli (2004, pp.52-53) el nomadismo no está determinado únicamente por la necesidad económica o la simple funcionalidad, es una especie de pulsión migratoria que incita al hombre a cambiar de lugar y de hábitos para alcanzar plenamente las diversas facetas de su personalidad, sólo accesible a través de la confrontación con lo extraño.

En cuanto al comportamiento demográfico en Chiloé durante las dos primeras décadas del siglo XX existe un constante crecimiento de la población que cae drásticamente en 1930, disminuyendo de 110.348 habitantes en 1920 a 90.971, este período para Agar (1985, p.11) coincide con el alza de población Aysén y Magallanes. En este contexto, pese a que el fenómeno migratorio se presentó como predominantemente estacional, muchas veces generó el desplazamiento definitivo de ciertos grupos, especialmente de los jóvenes sin familia, como relata don Che Aníbal, viajero de la zona de Quilque/Cucao "dejaban su casa po, los sueltos se iban todos, dejaban a sus mayores, a sus hermanos... de los que van, volverán la mitad y el resto no vuelven, se casan allá... son padres de familia organizan su hogar".

Los emigrantes se ocupaban principalmente en estancias ovinas, donde realizaban la esquila y faenas en frigoríficos; roza y limpieza de terrenos; cosechas agrícolas y actividades madereras, la construcción y actividades de carga en los principales puertos del norte (Urbina 2002, p.361). Si bien, estos aspectos socioeconómicos pueden representar factores determinantes en la expulsión o atracción de los migrantes, deben considerarse otros factores socioculturales, que operan tanto en el lugar de residencia como en el de destino y que impregnan a la concepción económica del viaje de un fuerte componente inmaterial, rebelándose imágenes, sentimientos, sueños y deseos, expresados a través de las acciones cotidianas de los viajeros. Según recuerda la señora Sonia del sector Rahue/Cucao:

Mis tíos vivieron todos aquí... se fueron a poblar a Coyhaique, porque como eran viajeros, les gustó el lado más de Coyhaique... mi abuelito se murió haciendo campo, quería llevar a mi papá que era cabro... porque mi abuelito se había aburrido de aquí y estaba haciendo campo en el lado de Aysén, por ahí estaban todos sus hermanos... El papá de mi marido dice que el iba a trabajar al lado de Osorno, a trabajar la siembra, porque antiguamente se trabajaba la siembra con bueyes.

Si bien, existen períodos donde se producen auges en las actividades productivas de las zonas receptoras, esto no ocurre de forma constante, provocando un problema a las autoridades y habitantes de estos territorios, especialmente en las provincias de Aysén y Magallanes, donde el exceso de mano de obra causó la cesantía de numerosos trabajadores y abarató los jornales. "Más de 2000 hombres... recorren las calles en busca de ocupación... con este motivo muchas casas de comercio cerraron sus puertas temerosas de ser víctimas de los ataques y atropellos que puedan cometer tantísima jente sin trabajo y sin pan" (El sur de Chiloé, 18 de diciembre de 1907). Ya en 1917 el gobernador de Punta Arenas envió a los intendentes de Llanquihue y Chiloé un comunicado que resaltaba la falta de puestos de trabajo, encontrándose todas las faenas y haciendas con personal completo (El Chilote, 9 de noviembre de 1917). En 1931, los periódicos siguen haciendo llamados para impedir el envío de trabajadores a Magallanes.

Diversos discursos y medios de comunicación de Chiloé señalan que la falta de vías de comunicación fue lo que ocasionó el lento progreso de Chiloé. Para llegar a la isla grande o movilizarse dentro de ella, las condiciones eran pésimas, frenando iniciativas extranjeras y nacionales para la explotación de los recursos existentes. Asimismo, pese a que el transporte naviero en las primeras décadas del siglo XX, contó con numerosas compañías que permitieron conectar el territorio insular con el resto del país, el servicio fue siempre deficitario, incumpliendo los itinerarios y ofreciendo una mínima cantidad de pasajes en temporada de esquila. A esto se suma, los constantes malos tratos y abusos por parte de las navieras hacia los pasajeros de tercera clase, grueso de los migrantes chilotes, "los pasajeros de tercera, eran amontonados en bodegas, lugar que se caracterizaba por una fuerte y fétida atmósfera, obligándoles... llevar consigo una frazada para cubrir los fierros de las parrillas donde debían tender sus cuerpos para dormir" (La voz de Castro, 17 de marzo de 1934).

Por otra parte, en el mismo periodo, la explotación aurífera en la zona de Cucao, comienza a adquirir mayor importancia. En la década del ´30 se instaló en la zona "La Compañía Aurífera Cucao de Chiloé", quizás la más grande en extensión de hectáreas concesionadas. Según el informe realizado en 1935 por esta compañía, son dueños 535 ha. de terrenos auríferos, de los cuales 385 ha. han sido reconocidas y comprobadas con una duración de 25,7 años, explotando 5000 m³/diarios. Sin embargo las proyecciones fallaron, marchándose en los años 40. La época del auge de la extracción de oro, entre 1928 y 1934, como señala Weisner (2003, p.257), provocó un gran impacto en términos migratorios, reteniendo un fuerte número de la población local, no así de población isleña en general. Las noticias del oro atrajeron una cantidad considerable de habitantes de otras provincias - principalmente de Osorno-, pero al fracasar las expectativas mineras, esta población se marcha, junto a un puñado de gente oriunda del lugar.

Como se señaló anteriormente, la época donde se producen los mayores flujos emigratorios de Chiloé, coincide con el período de auge de la explotación aurífera de Cucao, donde la zona se transformó en receptora de población de otras provincias mayoritariamente. En este sentido, para la población isleña en general comienza a operar un aspecto postmaterial del viaje (Maffesoli, 2004, p.131), en particular las potencialidades afectivas y sentimentales, que constituyen un modo de tejer lazos, de establecer contactos y de poner a circular a los sujetos y su cultura, estructurando en torno a diversos elementos la vida social - y cultural - del viaje.

Imaginario del mar y el sentido del viaje en la masificación de las migraciones

El chilote y el mar son casi inseparables, esta relación simbiótica no sólo implica un vinculo de dependencia ecológica, sino que encarna una constante lucha del chilote contra sus propias fronteras, es la disputa continua por la trasgresión de los límites impuestos por los tabúes culturales contenidos en las figuras míticas que lo habitan (Mancilla y Rehbein, 2007, p.31).

En una conferencia pronunciada por el Dr. Juan Steffen ante la Royal Geographical Society en 1900, habla sobre las dificultades en la navegación de los ríos patagónicos y de la habilidad del chilote para sortear aquellos peligros, demostrando gran coraje y habilidad en la navegación (Shwarzemberg y Mutizábal, 1926, pp.262-263).

La navegación constituye un espacio de inmortalización para los viajeros, y a través de la tradición oral isleña, se institucionalizan ciertas formas de representaciones, especialmente en los relatos épicos de hazañas y aventuras, que alimenta el imaginario de los niños, quienes aprenden las maniobras de navegación, representando a partir de esta imagen idealizada, un pasado que les habla de piratas y aventureros del mar. A este respecto, en 1925 el periódico "La Cruz del Sur" del 19 de junio, publica una noticia sobre un grupo de náufragos chilotes en las costas de Isla de Pascua. En la noticia se recalcaba que los tripulantes de la Goleta Falcón provenían de Chiloé, "isla que se ha hecho famosa porque de ella salen los mejores hombres de mar", y que cuando llegó la escampavía Águila en su rescate, los encontró atareadísimos construyendo un bote con maderas del naufragio, el cual tendría capacidad para cuatro pasajeros, pero donde pensaban embarcarse los siete náufragos para dirigirse a Tahití, distante a 1200 millas náuticas.

Sobre la navegación Don Quiel agricultor del sector de Chanquín/Cucao, relata:

En general acá el chilote es buen navegante, aquí toda la gente por el hecho de vivir a orilla de mar o rodeado de mar o vivir dentro de las islas... estuve viviendo dentro de las islas del grupo Desertores... y toda esa zona de islas, los chicos de la edad de 13-14 años salen a navegar por los canales con sus botes, a maniobrar la vela, a correr contra el viento... son expertos para el tema de la vela y todo el día lo pasan en eso, increíble que hay gente que maneja tremendos chalupones de 15 metros, veleros.

Emergen nuevas visiones sobre el viaje que son integradas a la tradición oral y rápidamente aceptadas, asimiladas y retransmitidas como esquemas culturales válidos. De esta forma, las hazañas, aventuras, nuevas formas de vestimenta y la exhibición de objetos traídos desde lejanas tierras, se convierten en símbolos que llevan a la institucionalización del viaje como forma de vida, ya que como señala Baeza (2000, p.28), el símbolo puede ser enunciado como un elemento que facilita la visibilización de los imaginarios sociales en las designaciones de determinados objetos o ideas, símbolos que pueden ser todavía más complejos, ya que constituyen un punto de referencia visualizado a partir de nuestro imaginario, sin perjuicio de que dichos códigos pueda ser corregidos, reemplazados o destruidos.

Los emigrantes se convierten en protagonistas de diversas historias, protagonismo que es más bien marginal en las zonas receptoras, pero que al entrar en el circuito de la tradición oral de Chiloé, son idealizados y convertidos en herramientas de status y reconocimiento, permitiendo la reproducción de las migraciones, ya que como señala Maffesoli (2004, p.53), el nomadismo no es, naturalmente, un evento de la población en su conjunto; pero al ser vivido por unos cuantos, alimenta un imaginario colectivo global. Además, Baeza (2000, p.25) plantea que el paso de un imaginario individual a uno social, es decir, del paso de representaciones subjetivas a las institucionalizadas, se producen en el contexto de un proceso de socialización de imaginarios, debido a que existen determinados desafíos al conocimiento y a la experiencia que no pueden ser enfrentados de manera exclusivamente individual, en que la sociedad puede ser entendida como una comunicación experiencial e intencionada en un contexto de relaciones sociales en el sentido más amplio. Como se expresa en el discurso pronunciado por Don Antonio Bórquez Solar en una velada del Centro de Estudiantes de Chiloé del año 1922:

Estudiantes insulares, convertid la vista al Archipiélago, al inmenso Archipiélago, convertid la vista, encendida en amor, a nuestros mares, al mar lírico y soberbio que en amoroso abrazo cine las islas; porque él nos está diciendo como en la leyenda: Vivir no es necesario. Navegar es necesario. Yo he oído a ese mar divino que nos dice: Tenéis en vuestros bosques chilotes y vírgenes, maderas más duras que el acero, y el hierro que querías, y el petróleo y el carbón que queráis, en el hondón de las montañas, para todas vuestras escuadras. Navegar es necesario. Yo os llevare por mis rutas dilatadas a las tierras más lejanas, a vivir otras vidas de intensos riesgos y grandes felicidades; surcad mis espacios cerúleos y domad mis tempestades y mis ciclones; domadme, y como un león domesticado y humillare mis melenas a la caricias de vuestras manos. Marinos chilotes, los mas bravos del mundo, vivir no es necesario; navegar es necesario. Por mis rutas de plata contemplareis mas vividos el fulgor de las noches estrelladas y todas las ciudades del planeta, las más ricas, las más hermosas, os esperaran como al señor temido y amado por su opulencia y sus prodigalidades, y sus mujeres se os darán con todo el encanto de sus gracias y seducciones, y os ungirán con esencias olorosas y exquisitas. Navegar es necesario. Por esto, insulares, haced marinos a todos vuestros hijos, sin exceptuar a uno, y lanzadlos desde temprano a la bella aventura del peligro, a la aventura del mar, a la dulzura del mar, a la riqueza de mar, a la felicidad del mar y a la muerte gloriosa y divina del mar" (Bórquez, 1922, p.28).

Al comunicar sus hazañas y exhibir sus logros, los migrantes suelen convertirse en un modelo a imitar al que los jóvenes son especialmente sensibles, integrándose rápidamente al circuito del viaje, en busca de oportunidades para el logro de sus propias hazañas. Este modelo de comunicación, en el caso de Chiloé, se produce principalmente al interior de las familias, a través del proceso de enculturación. La transmisión de estos esquemas de representación, se encuentran en un proceso de reelaboración constante, ya que en la retroalimentación producida entre el viaje y las significaciones imaginarias que movilizan a los sujetos a dicha acción, surge un proceso de creación de nuevas formas de representación que llevan a la aparición de nuevas significaciones o micro imaginarios. Estas nuevas significaciones imaginarias son producto de la capacidad creativa de los individuos y de las nuevas situaciones, experiencias y vivencias que las personas experimentan, contribuyendo al mantenimiento o surgimiento de nuevos imaginarios centrales que le proporcionan el sentido al viajar. En este sentido, la necesidad de trabajo asalariado se incorpora como un elemento más en la institucionalización del viaje, que influye sobre los esquemas tradicionales de relación con el mar, apareciendo la noción de bienestar asociada a la felicidad, alcanzable mediante el viaje hacia zonas con mayores proyecciones económicas.

Pese a la masificación de las migraciones, las malas condiciones de los medios de transporte, la posibilidad de zozobrar y el entorno denigrante en que navegaban los viajeros insulares, constituía una constante, haciendo que el desplazamiento hacia las provincias del norte y sur adquirieran poco a poco los ribetes de aventura. A partir de este contexto, se manifiesta un sentimiento de arraigo y nostalgia por los lugares donde vivieron su infancia, el cariño por la tierra, la familia y las amistades dejadas atrás. Esta necesidad de familiaridad, de arraigo hacia la cultura de la isla, se hace latente en el rápido establecimiento de diversos lazos de amistad y compadrazgo durante los viajes, creando en los puntos de destino, verdaderas colonias de chilotes para enfrentar la discriminación. Los migrantes llegaran a las casas de los chilotes que les habían precedido, frenando en algún nivel sus posibilidades de integración y socialización con la sociedad receptora. Pese a esta socialización deficiente con individuos de las zonas receptoras, se adoptan nuevas costumbres y vestimentas, a partir de lo cual surgen elaboraciones culturales (Cuche, 2004, pp.134-135) que modifican el marco cultural .previo, siendo en el retorno de los viajeros que se transmiten estos nuevos esquemas, que actualizan las experiencias y adhieren nuevos sujetos al viaje colectivo.

La transformación de los significados en el proceso de apropiación de los elementos afuerinos, genera nuevos símbolos de identidad, produciéndose como señala García Canclini (2006, pp.34-35), un cambio en los fines pragmáticos y simbólicos predominantes de estos elementos al integrarse a otro sistema sociocultural, adquiriendo nuevos usos en la identidad colectiva de la sociedad chilota.

La gente creo que lo incentivaban las conversaciones que le traían, las prendas que le llamaban, el ropaje por la vista a lo mejor, y por los sentidos, ellos decían: viene con buena chaqueta de cuero, pantalones, botas, y acá que usaba el chilote: pantalones de lana, ojotas de cuero y el poncho de lana, ósea, que era muy distinto, entonces el joven sobre todo quería tirar más pinta, sobre todo de Chonchi para allá (Fragmento de Don Reinaldo, sector de Cucao).

Sobre el mito del Caleuche y la movilidad cultural isleña

El impacto del desarrollo del sentimiento de arraigo en la aparición de nuevos micro-imaginarios que modifican la estructura central de las representaciones del viaje, tienen su mayor influencia en la modificación del mito del Caleuche. Para Mandradel, el Caleuche es un buque típicamente chilote, donde "hoy pueden viajar en él, no sólo los afiliados a la secta, sino cualquier mortal, siempre que vaya premunido de una tarjeta-recomendación de algunos de sus socios más conspicuos" (1937, p.25.). Esta medida más universal adoptada por el Caleuche beneficiaría enormemente a los viajeros, ya que a un menor costo podrían haber viajado rápida y cómodamente. Además, sugiere que:

Ya que tanto se ha escrito y hablado en esta región de subvencionar una línea de barcos rápidos, ahora sería la oportunidad de insinuar al Gobierno de la conveniencia... [de] subvencionar al "Caleuche" y tendríamos así un servicio ultra rápido y baratísimo casi tan ligero como el avión... la vida entonces en esta isla sería un edén. Los fletes rápidos y bajos abaratarían la vida en un cien por cien... aparte de que cualquier prójimo podría viajar con pequeños gastos, bailando... al embrujo de orquestas inverosímiles, entre los brazos de damas nudistas y bebiendo champaña (pp.27-28).

El buque de arte se transforma en un medio de transporte que no sólo solucionaría las demandas de los viajeros y comerciantes isleños, sino que se convertiría en una forma de movilización de los rasgos culturales chilotes, siendo el emigrante capaz de trasladar la isla y sus tradiciones culturales a donde quiera que vaya, razón por la cual el Caleuche puede ser avistado fuera de la isla, en los lugares a los que acuden los viajeros, es la proyección y símbolo de la movilización de razgos culturales isleños.

La aventura del viaje entregaba a los isleños la posibilidad de romper con la monotonía y la anomia de su ritmo de vida. Aquellos que hacían trato con el Caleuche, recibían en un instante las riquezas sólo podían ser obtenidas en el largo plazo, producto del esfuerzo; pero siempre y cuando guarden el secreto. Por lo tanto, la noción de riqueza, ocupa un lugar central en el ideal de aventura al que salían numerosos viajeros y constituye un permanente nexo con las tradiciones culturales isleñas. Como recuerda Don Hidalgo, del sector de La Montaña/Cucao:

Don Julio Maldini, ese trabajó con el Caleuche, porque ese hombre estaba pobre y de una noche a otra amaneció rico, rico totalmente rico, ropas, cosas de comer... mi papá lo conversaba que siempre se oía el sonido de cadenas allá abajo en el desemboque donde entra el río... mi papá lo vio una vez... de repente vio un tremendo barco... alumbrado entero, se mostró un rato no más... porque que con algunos no más se da ese barco.

Conclusiones

El imaginario de la vida errante es entiendido como un conjunto de representaciones y significados colectivos sobre la acción de viajar, constituidos por una creación de imágenes, sentimientos, sueños, deseos, símbolos y mitos compartidos que le proporcionan sentido a la acción de viajar. Entre la emigración y las conductas sociales adoptadas para la situación del viaje se interpone una formación de sentido, un sistema de orientación de tales conductas nacidas de la capacidad de creación simbólica que le proporciona el sentido y significado a esta práctica.

La internalización de diversos significados sobre los cuales se construyen las representaciones sociales, más que referir a una internalización mecánica de contenidos a través del proceso de enculturación, apuntan a la complejización de los modelos cognitivos, es decir, que los contenidos adquiridos a través de los diversos procesos de socialización conducen a una creación incesante sobre las formas en que se representa la realidad, ya que el sentido no se agota sobre aquello reconocido por el colectivo como institucionalizado, sino que el sentido del viaje se encuentra inmerso en un proceso dinámico, sobre el cual se estructura y deconstruyen constantemente los fundamentos de la sociedad isleña, los que si bien tienen una génesis en ciertas manifestaciones individuales, a través de los procesos de comunicación adquieren formas que son reconocidas por el conjunto de la sociedad como estructuras de sentido.

La duplicidad de la existencia, que propone Maffesoli (2004, p.60), está asociada a la forma de libertad que entrega la aventura, puesto que introduce el movimiento en lo estable. Constituye una manera de liberarse del orden establecido, de salir de la monotonía de la rutina, de la repetición de la vida, era la oportunidad de vivir grandes aventuras. Esta ambigüedad basada en la noción de los contrarios, le entrega al viajero chilote, por una parte, la posibilidad de mantener esa unión con su tierra "con lo suyo y con los suyos", mientras que por otra, le da la oportunidad de salir, de movilizarse. Se produce, en otras palabras, lo que Maffesoli (2004, p.30) denomina como "arraigo dinámico".

Por último, se puede afirmar que Cucao no se transformó en una zona de atracción para los chilotes emigrantes del resto del archipiélago, ya que ofrecía condiciones similares en términos laborales a las encontradas en otros lugares. El viaje hacia otras zonas del país, significaba someterse a las formas de trabajo asalariado, situación similar a la manifestada en la zona de Cucao al emplearse para las compañías de explotación aurífera. La búsqueda de riquezas no estaba contenida por las supuestas garantías económicas que ofrecerían otras zonas del país, sino que por la oportunidad de desplegar las facetas de su personalidad y alcanzar la añorada aventura, encarnada en los nostálgicos relatos de los viajeros de antaño. 

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*   Investigación financiada por el proyecto FONDART N° 39224.

** Antropóloga y Licenciada en Antropología. Estudiante del Magister en Comunicación, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Austral de Chile.

***   Antropólogo y Licenciado en Antropología. Estudiante del Magister en Comunicación, Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Austral de Chile. Becario Conicyt, Beca para estudios de Magíster.