Presentación - Revista F@ro Nº 10
Presentación
Director
Victor Silva Echeto
Subdirector
En el número 10, correspondiente al II semestre de 2009, los/as investigadores/as y profesionales que escriben, analizan y reflexionan sobre una diversidad de aspectos vinculados con la emergencia de nuevos referentes identitarios, que tensionan la relación entre conservación y cambio, entre la influencia y sumisión a las memorias de generaciones precedentes y las rupturas que protagonizan las nuevas prácticas, éticas y estéticas de la comunicación en la cultura juvenil, desde sus entornos digitales.
Las nuevas ritualidades de jóvenes y adolescentes, mediadas por computadora y telefonía móvil, generan nuevas lógicas de sociabilidad, desplazando los límites de las otrora rígidas fronteras entre vida íntima, vida privada y pública. Sin embargo, en “El Sitio Social como escenario de ceremonias de representación” se sostiene que, pese a la recurrente sospecha de “conductas desviadas”, la mayoría de representaciones y exposiciones digitales estarían focalizadas por el propio emisor dentro del mismo grupo de personas con que también interactúa cara a cara, conformando lo que se ha denominado “zonas densas de la red social”.
El curriculum escolar construye sujetos y subjetividades, instituyendo la memoria y los olvidos del pasado-presente. ¿Cómo se transmiten las significaciones de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante las dictaduras latinoamericanas? La enseñanza de la historia está produciendo futuro, bajo planes de estudio, curricula y contenidos mínimos inspirados por consensos, verdades oficiales, impunidades, silencios y desapariciones, la memoria colectiva permanece con sus heridas abiertas, esperando ser narrada desde ese cuerpo social invisible.
Las rupturas intergeneracionales son equiparables a las rupturas de género en la representación de roles y comportamientos en la vida cotidiana. “¿Dónde sitúa el cine a hombres y mujeres?”; esa interrogante fija la atención sobre la reproducción del imaginario patriarcal, que tiene como pantalla amplificadora de construcción social de las identidades al cine comercial, manteniendo a la mujer “en su sitio”, en el reducto privado y doméstico, lejos de los desbordes, en el silencio de los atuendos y el culto a la belleza.
El punto de encuentro intergeneracional se aborda en un interesante análisis sobre la relación entre las generaciones mayores y nuevos formatos de ficción televisiva, que apelan a la memoria “como mecanismo de atracción-reconocimiento y fidelización” de un segmento cada día más importante y activo en el consumo televisivo. En “Rupturas generacionales y usos del tiempo. Recrear el pasado desde la comunicación” se plantea cómo reactivar una comunicación más participativa, capaz de articular una estrecha relación entre pasado-presente, recreándose como conmemoración, para producir una sutura de las brechas, particularmente de aquellas que “afectan a quienes, sobreviviendo al silencio y al olvido, sólo poseen la memoria”.
En otro contexto temático, vinculado a las preocupaciones por el diseño de políticas públicas para la diversidad, la conferencia de este número, presentada en Perú, plantea el análisis sobre los dispositivos bio-políticos instalados desde el paradigma de la igualdad, proponiendo su deconstrucción desde un pensamiento alterizado y no centrado en la matriz androcéntrica con que se instauró el dominio expansivo de la modernidad y la sumisión de las condiciones de vida de la alteridad. Para ello cabe reconocer las contradicciones de un nos-otros fracturado por la propia implosión de una humanidad que sigue temiendo el encuentro con su otro yo y con su propia sombra.
Descontextualizar objetos, sus apariencias y estetizarlos constituye una de las tareas estratégicas de las industrias culturales. En el caso que se presenta, a propósito del traje cinematográfico, éste no sólo se relaciona con la moda, sino que históricamente actúa como ella. Las nuevas condiciones de representación del mundo, los vínculos interpersonales y el descubrimiento de mundos diferentes visten a la cultura de las grandes urbes, diluyendo las fronteras de oriente y occidente, desnudando a las comunidades nativas de sus propias indumentarias para exhibir las nuevas marcas de identidades globalizadas.
La diferencia como pretensión universal ha sido uno de los motores del derecho internacional. La reflexión sobre la administración multicultural plantea paradojas propias del reconocimiento por parte de las comunidades étnicas de dispositivos jurídicos propios de la cultura global, desde una perspectiva de salvataje cultural identitario. La reflexión sobre la pérdida de sentido de esos procesos se enfrenta aquí a lógicas de museificación y patrimonialización de las experiencias territoriales.