Monográfico - Revista F@ro Nº 10

Rupturas generacionales y usos del tiempo.
Recrear el pasado desde la comunicación

María Teresa Vera Balanza[1]
mvb@uma.es
Facultad de Ciencias de la Comunicación
Universidad de Málaga (España)
Recibido:
10 de septiembre 2009
Aprobado:
4 de octubre 2009

Resumen

Desde el análisis de indicadores sociales, se aborda la distribución y usos del tiempo de las personas mayores, que se circunscriben mayoritariamente a un  excedente de tiempo libre dedicado al consumo televisivo. A partir de esta situación, se plantea cómo se recrea el pasado en los contenidos de ficción y se enumeran algunas propuestas que contribuyen a un uso del tiempo más autónomo, a una activación de las audiencias en tanto informantes y a una comunicación más participativa.

Palabras clave: Usos del tiempo / tiempo libre / ficción televisiva / memoria

Abstract

From the social indicator analysis, the distribution and the uses of time of the older people are circumscribed mainly a surplus from leisure time dedicated to the television consumption. This situation is posed how the past is recreated in the contents of fiction tv, but is possible also enumerated some proposals to contribute a more autonomous time use, an assessment from the audience in so much informants and to a more participative communication.

Key words: Time-use / leisure time / Tv series / memory

Que cada uno examine sus pensamientos.
Los hallará ocupados todos en el pasado o en el futuro
,
Blaise Pascal

Dicen los eslóganes publicitarios que la vejez no es tanto una razón de edad como una cuestión de imagen social; más aun, si el factor temporal es fundamental, no lo son menos las características vitales definidas mediante prácticas sociales y, por ende, comunicativas.

En todo caso es obvio que solamente los indicadores demográficos o económicos no son suficientes para presentar los cambios sociales, para dar cuenta de las transformaciones globales, para percibir la sociedad red. En unos casos porque las dinámicas demográficas son múltiples y no se agotan en los movimientos “naturales” de la población -nacimientos y defunciones- puesto que son precisamente las variables, paradójicamente, más estáticas. En otros, los indicadores económicos clásicos se mantienen dentro de unos márgenes escasamente mutables, si no es para la recesión: los niveles de renta, el producto interior bruto, las tasas de empleo, etc. sobre todo cuando nos referimos a una población mal llamada “inactiva”. Y es que estos indicadores nunca fueron infalibles pues olvidaron tradicionalmente aspectos fundamentales como el trabajo a domicilio, las cuentas satélites, o los costes del cuidado[2],…entre otros muchos.

Por si hicieran falta más evidencias para sustentar la importancia de estos asuntos para el análisis social, la OCDE acaba de publicar su estudio Society at a glance 2009 donde reaviva el elemento que subyace en esta propuesta, el tiempo y el uso que hacemos de él como elemento explicativo de lo que somos, de lo que ansiamos ser y de lo que seremos. Desde 2001 es el objetivo que les ocupa, el de establecer los indicadores claves de la situación social de los países, en tanto alertas de déficits y pautas de comparación, sobre todo cuando se cruzan con dos indicadores de contexto: los niveles de renta y el PIB. Sintéticamente, dan cuenta de cuatro dimensiones que generan, a su vez, una taxonomía esencial: autonomía, equidad, salud y cohesión social como principios determinantes que nos permiten explicar  en qué condiciones las personas acceden o no al empleo, realizan las tareas que les permiten vivir en condiciones óptimas y disfrutan del tiempo que les queda libre, simultanea o sucesivamente a lo largo de su vida. Con todo se construye eso que denominamos bienestar y que informa del nivel de desarrollo socioeconómico de un país, que se constituye en eje de la calidad de vida y que delimita los niveles de progreso social de los estados.

Pero el interés por estos asuntos no es nuevo aunque si reciente. Desde los años sesenta la cultura post-industrial se sedimentó sobre una noción del tiempo planteada esencialmente en términos económicos, implicando una interiorización más racionalizada del paso de las horas. No es gratuito señalar que aquella noción está íntimamente ligada a las ideas de progreso y bienestar y, que duda cabe, éstas se dirimen entre una concepción cronométrica del tiempo, por un lado, de servidumbre moderna al reloj; y telúrica de otro, que supone una vivencia más humanizada del tiempo. En definitiva, este modelo social y laboral ha hecho que surja la necesidad de imaginar un sistema dotado de flexibilidad para organizar los tiempos y los espacios, y minimizar las fricciones (Romo y Vera, 2004). Si las tecnologías comunicativas nos han permitido trastocar estas cuestiones, entendemos que también serán ellas las que pueden contribuir a los ajustes. Si la clase ociosa sedujo a Thorstein Veblen (1899, ed. 1974), no menos interesante es que para entonces también se data el nacimiento de la prensa de masas, la popularización de los medios de comunicación que se logra tanto por el abaratamiento del precio de venta como por la generalización de sus contenidos donde ya tienen cabida las informaciones sobre esas otras actividades que, sintomáticamente, pasan a denominarse pasatiempos: los espectáculos, los deportes, folletines o consejos de moda y belleza. Así se va desmoronando la dicotomía clásica entre trabajo y descanso, entre  producción y reproducción, el derecho a la pereza que Paul Lafargue reclamaba es más utópico que nunca.  Sin embargo, fue necesario un siglo para que la estadística se percatara del sesgo de clase y asumiera con Gronau (1976) el establecimiento de la necesaria distinción entre ocio y trabajo no remunerado o trabajo a domicilio; su estudio de campo, junto a Bloch, sobre familias norteamericanas e israelíes estableció como variables el sueldo de la esposa y la edad de los hijos, para corroborar a la perfección la hipótesis de la sustitución: uno asegura un mayor nivel de renta y el otro condiciona las prácticas de ocio. Con todo, las ofertas de la televisión generalista frente al cable o la TDT sigue manteniendo idénticos presupuestos para indicar que la cantidad y calidad del tiempo libre no son directamente proporcionales.

1. Tiempo libre y expectativas vitales.

En la encuesta europea Comment se repartir le temps des Européennes et des Européens? (EUROSTAT,  2005), se detectaba que los niveles máximos de tiempo libre eran para los varones finlandeses (6:08), noruegos (6:03) y alemanes (5:52); sus compañeras veían decrecer este intervalo en unos 20 minutos, pero las brechas se iban acrecentando a medida que íbamos bajando la latitud. Tanto si trabajaban como si estaban desempleadas o jubiladas, las tareas domésticas iban fagocitando todo el tiempo disponible. Como advirtieron Anne Chadeau y Annie Fouquet, “entre las clases populares, el tiempo mayoritario se dedica a la limpieza; a mayor nivel educativo, es proporcionalmente mayor el tiempo dedicado a los niños”(Chadeau et Fouquet, 1981, p. 2).

Lo que quedaba, para ellos y para ellas y especialmente a medida que iban cumpliendo años se iba concretando en dos prácticas fundamentales: una, la mayoritaria, la audiencia de televisión; la otra, la alternativa, los contactos sociales (recibir o hacer visitas, acudir a fiestas, charlar con familiares o amigos); de manera residual quedaban la lectura, las practicas deportivas, la asistencia a espectáculos deportivos o culturales, etc. La distribución presentaba un panorama escorado entre países activos y pasivos en función de los valores extremos. Así los más activos eran Dinamarca, Estonia y Francia, y los pasivos Reino Unido, Hungría y Eslovenia. Como en otras ocasiones, los datos quiebran algunas explicaciones estereotipadas pero se sustentan sobre bases tradicionales que no inciertas. El mantenimiento de los contactos sociales son mayoritariamente desempeñados por las mujeres europeas, así como los hobbys competen exclusivamente a los varones; como se observa, mientras que en un caso las actividades son compartidas, en el otro son individualizadas y, frecuentemente, autónomas; alcanzando su punto álgido al finalizar el período de actividad laboral. Así, aunque parten de situaciones equiparables, en un caso se afianza el sentido autónomo mientras que en el otro se acentúan las dependencias especialmente en el ámbito familiar.

Las tareas de ayuda a otros hogares o a instituciones benéficas ocupan preferentemente a las mujeres italianas y españolas, en idénticos porcentajes a los habitantes de Alemania, Suecia, Bélgica y Francia, y mayoritariamente a los varones británicos y finlandeses,... como puede apreciarse las dimensiones del bienestar se cruza indefectiblemente con la variable sexo, intensificando tanto los roles tradicionales en unas sociedades como el compromiso de los estados en otras, esto es, vinculando diferencialmente estas cuestiones a la privacidad de los individuos o a la responsabilidad de las instituciones. Como afirma la teórica feminista Iris Young (2000), lo que en el ámbito de la privacidad se denomina como ética del cuidado y se ha asociado tradicionalmente a las mujeres, en la esfera pública adquiere el sentido ético de solidaridad que resulta intergenérica, confirmando que la distribución no atiende tan solo a sexos y países sino que incluye también el sesgo ideológico y confesional.

Respecto a la actividad principal del tiempo libre, que sigue siendo la de ver la televisión, en los 15 países encuestados, pese al tópico, es mayor el tiempo que dedican los varones que las mujeres: alrededor de la media que son dos horas, las diferencias más agudas respecto al consumo de los varones es de 37 minutos en Lituania, 29 minutos en Polonia, 28 minutos en Eslovenia y en Estonia; los mínimos desfases están en Bélgica y Hungría (12 minutos), Francia (13 minutos), y 18 minutos en Dinamarca y Suecia. Las explicaciones pueden responder a varios argumentos: particularmente, aunque las mujeres están más tiempo en el hogar simultanean la televisión con otras actividades; en general, el incremento en la esperanza de vida produce un efecto segregado pues mientras que las mujeres mayores de 65 años amplían la gama de actividades domésticas incluida la de ayuda a otros hogares, los varones inactivos o parados extienden esta situación más allá del ámbito laboral. La Encuesta de Empleo del Tiempo en España (INE, 2002/2003) en el apartado dedicado a medios de comunicación indica que la edad –y la situación laboral aparejada- marca igualmente un incremento de esta actividad, así los mayores de 65 años dedican 3 horas y  43 minutos, pero acentuándose, como señalábamos para los datos europeos, la diferencia entre sexos: 3:23 para las mujeres y 4:10 para los varones; asimismo los varones parados dedican a los medios 3 horas y 27 minutos al día y las mujeres paradas casi una hora menos (2:32). Aún más, el estado civil, variable insignificante en otros estudios sociales a excepción de la casuística de compartir hogar con más personas, se torna en este sentido revelador: el nivel mínimo se ubica en las personas solteras, el medio en las personas divorciadas y casadas, y el máximo en los individuos que han enviudado. A fuerza de ser considerados radicales, podríamos suponer que las expectativas y prácticas de ocio activo se multiplican en el celibato y se cercenan con la vida en común, pero adquiere una dimensión trágica cuando fallece uno de los integrantes de la pareja, perviviendo en el otro las mismas prácticas; este sería un buen ejemplo para la hipótesis del aislamiento social[3], cuando lo que observamos es la adición de variables: la edad, la inactividad laboral, la disminución de los ingresos, y aquellas otras  no mensurables, la soledad, el desarraigo, la renuncia a participar en la vida social. 

El enfoque micro presenta un plano similar. Entre 1998 y 1999, las escuelas de Periodismo y Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile “Uso del tiempo y consumo de medios” (Godoy, 2001, pp. 121-131) adelantaba la tendencia: los chilenos dedicaban 178 minutos a ver la TV, a los que se unía una incipiente media hora de acceso a contenidos televisivos de pago. Si por sexo apenas había diferencias (113 minutos en varones y 112 en mujeres), la variable edad si que era mucho más significativa, concentrándose los máximos (130 minutos) en los mayores de 50 años.

En el estudio recién publicado por la OCDE (2009, pp. 19-53) se parte de circunstancias ya consolidadas: la disminución del número de horas de trabajo que, pese a las diferencias nacionales está en torno a las 1600 anuales -40 horas semanales como promedio- , el incremento de la esperanza de vida e, inversamente, la  disminución de número de años consagrados al ejercicio del empleo remunerado, contribuyendo al alargamiento estructural del periodo de jubilación y, coyunturalmente, a la precocidad de las mujeres a retirarse del mercado laboral cuando el nivel retributivo no compensa los costes de contratación sustitutoria.

Aunque urge la necesidad de contar con datos longitudinales en las encuestas de uso del tiempo, que siguen enfocando preferentemente el ciclo laboral,  es posible explorar los márgenes. Así, entre los mayores de 65, los de Canadá, Noruega y Polonia llegan al 39% de tiempo de ocio; el mínimo, una vez más en México con un 25%. En ese panorama, nos encontramos con un excedente temporal que o bien se invierte en las actividades descritas: la TV es la actividad mayoritaria en México (50%), Japón (49%), EEUU (45%), Reino Unido y Polonia (42%); el extremo se encuentra en las prácticas deportivas significativas tan solo en Suecia donde ocupa el 13% del total de tiempo de ocio; incipientemente las políticas socioeducativas en Europa[4] se están orientando a la formación para contribuir sucesivamente al reciclaje profesional, a la mejora en la calidad de vida de su ciudadanía y, subsidiariamente, a la generación de nuevas expectativas de ocio[5]. Con ello se estima que la jubilación atañe solamente a una faceta de la vida productiva, la remunerada; mas las cuestiones consideradas no son solo las estrictamente económicas, sino el trabajo doméstico, las características individuales, el estado de salud y las expectativas de vida,…que constituyen aspectos básicos de ese capital humano. Los mejores niveles educativos aseguran la optimización de ese capital y la renovación de los aspectos individuales (Piekkola and Leijola, 2007, pp. 1-29)

Por  todo esto es por lo que sostenemos que estas encuestas adolecen de los difusos límites entre las actividades de ocio y las ocupaciones personales, y que constituyen eso que denominamos estilos de vida. Así los franceses dedican más horas a comer y a dormir, frente a los japonenses que ocupan gran parte de su tiempo en el trabajo y en los desplazamientos. Ellos son los que menos tiempo libre tienen -18%- pero lo emplean, como decíamos, en ver la televisión en sus hogares. Estas circunstancias nos informan de que el bienestar no es solamente una cuestión cuantitativa de disposición de tiempo y de recursos económicos, sino una categoría cualitativa ligada a la autopercepción de nuestras rutinas cotidianas. Aunque los tópicos parecen atisbarse en estas distribuciones no faltan contra-argumentos: que coreanos o japoneses tengan las jornadas laborales más largas, que los italianos dispongan de más tiempo libre que las italianas, que los turcos dediquen más tiempo a visitar o recibir a amigos perfilando una cierta sociabilidad mediterránea,…Pero también que los mexicanos (Fundación Este País, 2004) -pese a la iconografía adversa- tienen las jornadas más largas de trabajo y la menor cuota de tiempo libre (15.8%) o que el trabajo realizado por menores de 12 años y mayores de 65 ni se computa ni se valora; con todo se arañan 6.3 horas semanales de actividades voluntarias no remuneradas para la comunidad contribuyendo a la creación de un capital social que genera confianza y compromiso de la sociedad civil.

Con todo ello, lo que estimamos es la debilidad de ciertos parámetros vinculados exclusivamente a la productividad que vienen a remarcar las desigualdades: ya sean norte-sur, oriente-occidente, o entre individuos productivos e individuos dependientes provocando la apertura de un nuevo frente en los sesgos generacionales.

Table. Watching television is the preferred leisure activity across all surveyed OECD countries

Prevalence of different types of leisure activities (percentile shares of total leisure time)

 

TV or radio at home

Other leisure activities

Visiting or entertaining friends

Participating /attending events

Sports

Australia

41

47

3

2

6

Belgium

36

42

8

8

5

Canada

34

34

21

2

8

Finland

37

40

7

8

8

France

34

45

6

7

8

Germany

28

46

4

15

7

Italy

28

48

6

10

8

Japan

47

42

4

0

6

Korea

35

41

16

1

7

Mexico

48

33

10

4

5

New Zealand

25

45

24

2

5

Norway

31

33

14

15

8

Poland

41

38

6

8

6

Spain

31

41

4

12

12

Sweden

31

42

7

11

8

Turkey

40

25

34

0

2

United Kingdom

41

39

7

10

4

United States

44

32

16

2

5

 

OECD-18

36

40

11

6

7

 

Tan interesante como advertir las tendencias generales es explorar la distribución en función de los destinatarios preferentes. Mientras que los más jóvenes están migrando hacia otras pantallas, nuestro target específico se mantiene fiel ya no solo a la recepción televisiva sino a los contenidos de la televisión generalista.

2. Construir el sentido del tiempo desde los contenidos mediáticos.

La tendencia descrita impone la presencia mayoritaria de ciertos formatos en nuestras televisiones generalistas,  imponiendo no solo una narrativa clásica sino también un determinado ritmo a la audiencia, contribuyendo así a lo que Cassetti y Di Chio (1999, pp. 261-262) llaman la dieta de medios que se conforma dialógicamente por la predilección de los espectadores y también por la disponibilidad de tiempo para hacerlos coincidir. Justo en esa intersección entre la más habitual práctica de ocio con el tiempo como capital excedente, se ubica la construcción de un discurso referencial construido alrededor del transcurso del tiempo.

Sabemos que la producción mediática es conservadora, que difícilmente se arriesga en nuevos formatos y que explota hasta su agotamiento los contenidos exitosos. Pero más allá de mostrar estas obviedades lo que propone nuestra reflexión es la tendencia generalizada a provocar la confluencia de estos aspectos en la televisión generalista   –el cable y las plataformas digitales han buscado la segmentación y la especialización- para sincronizarla a la perfección con sus audiencias más fieles, los mayores, mediante la apelación a la memoria como mecanismo de atracción-reconocimiento y fidelización (Edgerton, 2001, pp. 2-6). Tanto es así que algunos especialistas ya la han denominado televisión-nostalgia (Gutiérrez Lozano, 2006;  Rueda Laffon y Guerra Gómez, 2009);  también la Radiotelevisión Pública Española inauguró el Canal Nostalgia para conmemorar el 50 aniversario de la televisión, con una programación que recuperaba –y re-amortizaba- las producciones de las últimas tres décadas una vez digitalizadas.

Desde el género –de la ciencia ficción al biopic- hasta el montaje, pasando por el propio guión, la relación temporal transita trayectos variados en la producción cinematográfica.  En la ficción televisiva ha adaptado y, sobre todo ha creado nuevos caminos. Siguiendo a Edy (1999, pp. 71-85, cit. por Galán), la relación pasado-presente se recrea como conmemoración, como analogía o como contexto; las producciones televisivas en particular y las comunicativas en general se van acomodando a esta tipología.

Rueda Laffond y Guerra Gómez han comparado The Wonders Years (1988-1993) y Cuéntame como pasó (2001-2009), pero los ejemplos se multiplican con componentes casi idénticos. Es el caso de Amar en tiempos revueltos (TVE, 2005-2009) o la serie norteamericana Mad Men (Lionsgate TV, 2007). También hay elementos afines en la producción del Canal 13 Los 80 (2008) que ha generado el fotoblog ¿Y tu en qué estabas? (http://los80.canal13.cl)  para mostrar las imágenes “ochenteras” de los televidentes. Al calor de este éxito pero con peor suerte nació Mis años grossos (Chiletelevisión y Roa Films, 2009) que recrea la vida de unos jóvenes adolescentes en 1987; igualmente, hibridando esta tendencia principal y las comedias juveniles, constituyen casos similares la producción argentina Verano del 98 (Telefé, 1998) adaptada como Verano de amor para la televisión mexicana en 2009.

Generacionalmente, la clave de todas ellas reside en la construcción de un discurso sobre el pasado que en un caso –el de las cohortes más jóvenes- recrea mediante enclaves contextuales y materiales, y en el otro construye mediante la apelación vivencial de los espectadores. Tanto  The Wonder Years  como Cuéntame cómo pasó[6] inician el relato en momentos similares –los 60- pero en contextos bien distintos: de Vietnam al triunfo de Massiel en el Festival de Eurovisión; Amar en tiempos revueltos tiene el trasfondo de la Guerra civil española, Los 80 en la participación de la Selección chilena de fútbol en el Mundial de España (1982)… en todos los casos, el anclaje temporal es esencial para situar la acción y para incardinarlo a una perspectiva más amplia, mundial, a modo de línea de fuga, de simulacro aperturista ciertamente paradójico en el caso de las Dictaduras española y chilena.

Remiten, en todos los casos, a un horizonte de progreso que se materializa en el presente, el momento de la recepción, y que simbólicamente se construye mediante la adición de elementos materiales: la televisión, el automóvil, los electrodomésticos, el mobiliario funcional,…que dan cuenta de las transformaciones sociocomunicativas y económicas de la época. Para enfatizar la veracidad se componen –en la postproducción- con imágenes procedentes de noticiarios informativos y grabaciones domésticas: la llegada del hombre a la Luna, el asesinato de J.F. Kennedy, las turistas en las costas españolas, los festivales musicales estivales (Benidorm, San Remo, Viña del Mar, …), las celebraciones familiares, etc. dotando así a  los hechos narrados de una doble proyección: como vivencia individual y como recuerdo genérico.

Pero no solo se valora el atrezzo, que capitaliza el interés inmediato de los espectadores y el reconocimiento de la crítica[7], sino la ambientación musical y los referentes cinematográficos evocan la época. En un ejercicio de metacognición, la capacidad de condensación icónica de los temas permiten ilustrar, complementar, enfatizar las elipsis narrativas: aludiendo a títulos como Pan, amor y fantasía, La guerra del fin del mundo, De aquí a la maternidad, Arde París, Europa empieza en los Pirineos,… o Qué luna la de aquel día, Con la frente marchita, Si tú me dices ven, Cuando calienta el sol, Las chicas con los chicos, o Vacaciones de verano para ti[8],… los respectivos episodios de Cuéntame no solamente enmarcan el período sino que engarzan sensualmente las evocaciones.

Narrativamente, la cotidianidad como eje y la construcción del relato coral donde los personajes ejercen no solo roles identitarios de género sino comportamientos vinculados a estadios generacionales, permiten la identificación sentimental que no histórica. Las problemáticas que acusan los protagonistas están así más vinculadas a sus propias trasmutaciones vitales –desde la infancia a la etapa adulta- que a las dinámicas históricas.

¿Cuál es el sentido de esta mezcolanza? ¿Se trata solamente de un guiño de complicidad entre emisores y receptores? Y el resto de la audiencia cómo lo valora: como aproximación histórica, como consigna política en clave de recuperación de la memoria histórica, como lúdico ejercicio de acercamiento a las generaciones precedentes. Y cuáles los efectos: ruptura definitiva, acercamiento sobre bases frágiles, maniobra de distracción, …La cadena Antena 3 anuncia para este próximo otoño un reality que reúne los elementos descritos, las condiciones extremas de supervivencia del formato con la novedad de la inmersión en el propio contexto. Basado en el reality británico That´ll Teach Them, en Curso del 63, los alumnos del Instituto San Severo -en alusión a la disciplina imperante en el centro además de su filiación religiosa- habrán de adaptarse a los métodos educativos en los que se formaron sus progenitores. El uniforme, el régimen de internado, la austeridad y la disciplina, la segregación entre chicos y chicas, la disposición de las aulas, el material escolar constituyen los elementos materiales y simbólicos de este escenario; paradigmáticamente, la principal prueba para los adolescentes participantes, será prescindir del ordenador y del teléfono móvil.

Superadas las fases de acercamiento y contextualización, se impone ya la participación. El ejemplo anterior abunda en la escenificación, pero las TIC en la Sociedad de la Información apuntan hacia fórmulas menos espectacularizadas, más informativas, socialmente más relevantes y económicamente sustentables.

Es el caso de The Memoro Project, iniciativa italiana activa desde junio de 2008 -en febrero de 2009, en español-. Patrocinada por la Provincia de Cuneo (Piamonte) con partners en Argentina, Alemania, EEUU, España y Francia, reúne a la manera de “banco de la memoria”[9] entrevistas en vídeo de 10 minutos de duración, de las experiencias y de anécdotas de personas nacidas antes de 1940. El proyecto se cofinancia entre la administración regional y el patrocinio empresarial; los beneficios, afirman, se redistribuye mediante donaciones a asociaciones de mayores y de la infancia “creando un puente ideal y material entre las generaciones” (http://www.memoro.org). En ese objetivo relacional, afirma que “Internet es el medio de los jóvenes, o sea de los que, más que todos, tienen que convertirse en los destinatarios de la memoria y en los vigilantes de la experiencia”. 

Anteriormente, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España inició en 2007 dentro del Plan Avanza 2  y ligado al objetivo de creación de contenidos digitales el Archivo de la experiencia (http://www.archivodelaexperiencia.es). El site reúne 6800 testimonios de mujeres y hombres mayores de 55 años organizados temáticamente –Cultura, Sociedad, Economía, Acontecimientos y Deportes- y agrupados también en conjuntos monográficos. Tanto como piezas individuales como colectivamente poseen tanto un valor informativo como educativo. La experiencia, técnica y social, trata efectivamente de provocar el encuentro intergeneracional: los contenidos provienen de las vivencias de los mayores mientras que las tareas productivas y difusoras competen a los más jóvenes; el enlace se define como “Punto de encuentro” y se ilustra con la imagen de una mujer anciana abrazada a un niño y a una niña.  Como muestra el video que recoge el testimonio de alguno de los informadores y valoran su experiencia comunicativa, organizan sus recuerdos en torno a tres ítem: el mundo del trabajo, la vivencia de la Guerra y el uso de las tecnologías comunicativas...  entendemos, con ellos, que esos vínculos que conformaron su pasado y están presentes en sus testimonios son también su legado. Entendemos que la Sociedad de la Información no se identifica solo por la mutación tecnológica, por los cambios en el sector productivo, o por la virtualidad para tratar ingentes cantidades de datos, sino también por la redistribución de los flujos comunicativos, por la participación social y por la sutura de las brechas generadas, especialmente aquellas que afectan a quienes, sobreviviendo al silencio y al olvido,  solo poseen la memoria.

Referencias bibliográficas

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Casetti, F. y Di Chio, F. (1999): Análisis de la televisión. Instrumentos, métodos y prácticas de investigación. Barcelona: Paidós.

Castellanos, R. [coord.] (2004). En busca del tiempo perdido. Indicadores sobre el uso y administración del tiempo (2004). México: Fundación Este País.

Chadeau, A. et Fouquet, A.(1981): Peut-on mensurer le travail domestique?.  Economie et Statistique, 136, 4.

Edgerton, G. R. (2001): Television as Historian. A Different Kind of History Altogether. En: Edgerton, G.R. y P. C. Rollins  Television Histories. Shaping Collective Memory in the Media Age. Kentucky: Kentucky University Press, pp. 1-29.

Edy, J. (1999): Journalistic uses of collective memory. Journal of Communications, 49, 71-85.

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Godoy, Sergio E. (2001): Tiempo, medios de comunicación y Sociedad de la Información. Cuadernos de Información, 14, 121-131.

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Gutiérrez Lozano, J. F. (2006): La televisión en el recuerdo. La recepción de un mundo en blanco y negro en Andalucía. Málaga: Servicio de Publicaciones de la Universidad y RTVA.

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Romo Parra, C. y Vera Balanza, Mª T. (2004): Los tiempos y espacios de vida y trabajo. En Foro Andaluz de Ciudades para la Conciliación. Disponible en: http://www.equalitaca.org/nuevaitaca/foro/mesas.htm

Rueda Laffond, J.C. y Guerra Gómez, A. (2009): Televisión y nostalgia. "The Wonder Years" y "Cuéntame cómo pasó". Revista Latina de Comunicación Social, 64, pp. 396-409. Disponible en: http://www.ull.es/publicaciones/latina/09/art/32_831_55_Complutense/Rueda_y_Guerra.html 
             Veblen, T. (1974): La clase ociosa. México: Fondo de Cultura Económica.

Young, I. (2000): La justicia y la política de la diferencia. Madrid: Cátedra.

Notas

[1] Doctora en Historia Contemporánea, profesora del Departamento de Periodismo donde imparte Teorías de la comunicación, Vicedecana de Investigación e Innovación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, e integrante del Seminario de Estudios Interdisciplinarios de la Mujer de la Universidad de Málaga, donde coordina el curso de especialización en Comunicación y Género.

[2] Michael BITTMAN, Kimberly FISHER, Patricia HILL and Cathy THOMSON: “The time cost of care”, Electronic International Journal of Time Use Research, volume 2, number 1, october 2005, pp. 54-66. El análisis, datado en 1998 para Australia, calcula entre 20 y 40 horas semanales de trabajo doméstico no retribuido dedicado al cuidado de niños y mayores. A medida que la pirámide poblacional se ha ido invirtiendo se mantienen las mismas proporciones e incluso se incrementan.

[3] Entendemos que este es un aspecto esencial. Aunque las preocupaciones haya girado desde los años 60 en la infancia y en las consecuencias de la socialización mediática, es precisamente en los mayores cuando las dependencias son más acuciantes y con menos expectativas de resolución. Vid. Hannu PÄÄKKÖNEN “Alone at home” Electronic International Journal of Time Use Research, vol 5, 2008, pp. 43-64, donde se vuelve a enfocar a los jóvenes de entre 10 y 18 años para Finlandia en el período entre 1999 y 2000, donde ya se apreciaba la incipiente sustitución de la pantalla televisiva por la del ordenador.

[4] Destacamos el Programa Grundtving. Life Long Learnig de la Unión Europea. En el bienio 2009-2011 participamos, junto a los sistemas de enseñanza superior para mayores de universidades de Francia, Italia, Hungría, Estonia y Bulgaria en una investigación comparada: ECOM+45, E-Competences and E-Communications for People Mid to Late Forties and Seniors, coordinado por el Dr. Delgado Peña de la Universidad de málaga.

[5] La variable nivel de estudios dibuja también el criterio esencial a la hora de valorar cualitativamente el disfrute del tiempo libre, sobre todo en el contexto de la capacidad de elección de las actividades y la decisión de con quién se comparten. Vid. Romo y Vera, 2004.

[6] Las versiones italianas (Raccontami, RAI, 2006) y portuguesa (Conta-me como foi, RTP, 2007),  se adecuan a contextos diferentes: más desarrollado en el primer caso a causa del boom económico de los 60, más vinculado al marco político del final de la dictadura salazarista; en ambos casos, los objetos son esenciales en la contextualización: la Vespa y el televisor materializan y evocan el espíritu de la época

[7] Cuéntame… ha obtenido los Premios de la Academia TV al Mejor Maquillaje y Caracterización, y a la Mejor Dirección de Arte y Escenografía; Los seis ganadores de 'Comparte tu universo Cuéntame' pasan un día entero en los decorados de la serie. E igual que en Los 80, el site de la serie española se nutre de las aportaciones gráficas de sus usuarios y clasifica las aportaciones, especialmente las referidas al mobiliario y al vestuario de la época. Gutiérrez Lozano afirma, a partir de los testimonios de televidentes andaluces, Cuéntame... se ha llegado a percibir incluso desde un realismo histórico extremo, si bien éste tomaría forma a través de su escenografía, sus vestuarios o sus elementos de atrezzo, y no tanto en virtud de los acontecimientos históricos concretos que recrea (2006: 443-444).

[8] Los títulos remiten a episodios de Cuéntame, también hay otras connotaciones más cercanas a nuestra propia historia política: Atado y bien atado (episodio 47), Elecciones orgánicas (episodio 66), El año de la crisis (episodio 76), Habla, pueblo, habla (episodio 177) o Españoles, Franco ha muerto (episodio 154).

[9] El modelo de gestión no es nuevo, fue en Italia donde a raíz de la Ley de tiempos de 1990, comenzaron a implantarse los bancos del tiempo, espacios autogestionados por asociaciones para intercambiar conocimientos. Superando el mero valor mercantil, se sustentaba sobre la reciprocidad de servicios computados en función del tiempo de desarrollo o duración