Resumen: Mediante la revisión de dos secuencias históricas, una respecto a la diversidad y pluralismo en la prensa chilena, y la otra sobre el tratamiento que los periódicos nacionales han dado a “lo popular” en los últimos 50 años, se analiza la situación de la prensa diaria actual y su tratamiento a las clases populares al tiempo que se plantean algunas reflexiones sobre el impacto que este tratamiento tendría en las mismas.
Palabras Clave: prensa popular / prensa sensacionalista / tratamiento editorial / historia de la prensa / Chile
Abstract: The following paper reviews two Chilean historical sequences: a) diversity and pluralism in the Chilean press and b) how Chilean newspapers have treated popular events during the last 50 years. It also makes reference to the current press situation in the country and its addressing working class citizens. Finally, it contains some insights on the impact that this press treatment on the issue can have in the mass.
Keywords: Popular press / sensationalist press / editorial treatment / history of the Chilean press
Es tema conocido en el ambiente académico y vinculado a lo medial en Chile la falta de pluralismo y diversidad de miradas en la prensa, particularmente en la prensa diaria impresa. Se han hecho innumerables estudios al respecto; se ha discutido permanentemente en seminarios, ya sean gremiales, ciudadanos, de políticas públicas, de transparencia, de desarrollo democrático, etc. Durante estos debates y estudios, se han logrado establecer los siguientes hitos, en torno a los cuales hay un relativo consenso:
La Tercera nace en 1950 “como un diario de corte populista, con énfasis en contenidos deportivos y policiales, con atrasada tecnología y baja calidad de impresión” (Santa Cruz, 1998, pp 74 – 75). Su lema será “el diario que llega a todos los chilenos” y confiesa que buscará “el beneficio de los más humildes”.
Sobre el tratamiento a lo popular del periódico, Sunkel (1989, pp 93 -95) explica que
La opción de La Tercera por el pueblo puede caracterizarse por una opción por “los desamparados” …. Sin embargo, esta situación será presentada como una tragedia individual o derivada de una casualidad del “destino” o de la “mala suerte”. Y si la condición de “los desamparados” es definida como una tragedia individual, entonces, La Tercera también va a proponer soluciones para esta tragedia que sean de carácter individual. Un segundo rasgo que define la opción de La Tercera frente al pueblo se expresa en el hecho que este diario no reivindica la lucha de “los pobres”. …. La Tercera va a dar cuenta de los sectores obreros y campesinos en la medida en que se sitúan en el campo de las relaciones laborales (y, por tanto, en el contexto de la lucha reivindicativa) pero no va a constituir a estos sectores como actores políticos.
Es por tanto para este autor, de un “populismo conservador”.
En cambio, el diario Clarín , aparecido en 1954 “tiende a reivindicar (y, sobre todo, a exaltar) la lucha de los marginales frente a “los ricos” …. Clarín tiende a construir la división entre ricos y pobres en la forma de antagonismo –lo que da lugar a una suerte de “populismo progresista” –”, constituyendo a estos sectores –obreros y campesinos– en actores políticos. No obstante, al mismo tiempo también hará el relato de sus tragedias, crímenes y pasiones. (1989, pp 93 -95)
Estas diferencias entre La Tercera y Clarín , serán consideradas un plus por la primera, empeñándose en hacerlas notar: “ La Tercera buscará ˝ el beneficio de los humildes y los desposeídos ˝ frente a quienes expresan ˝ críticas ácidas con resentimiento ˝, …. frente a quienes se colocan ˝la etiqueta partidista˝, La Tercera tendrá ˝independencia de criterio frente a todos los acontecimientos˝. (Alvarado, 1997, p 36) 1
También, se pueden encontrar otros contrastes, esta vez de estilo. Mientras Valdebenito, ya en 1956, reconocía a Clarín como un “tabloide, que se ha caracterizado por sus violentas campañas” (p 79), La Tercera se enorgullecerá en ser un medio “respetuoso”, que, evitando el lenguaje grosero, permitirá que sus contenidos puedan “ser leídos por hombres, mujeres y niños”, de este modo podrá honrar su autoproclamada definición como ˝el diario que llega a todos los hogares˝ (1997, p 36).
No obstante, La Tercera es de igual forma un diario sensacionalista, pues explotaría el lado humano de las situaciones y noticias, apelando a la subjetividad y emocionalidad de los lectores. “Además en el tratamiento de las temáticas los recursos tipográficos aparecen desproporcionados respecto de los textos noticiosos, elemento típico del sensacionalismo”. (1997, p 37)
Tras el Golpe de Estado y el cierre de medios de izquierda, como Clarín , solo La Tercera quedó ocupando el nicho “popular”, con las características editoriales aquí descritas. Sin embargo, a mediados de los ochenta, comenzó a intentar convertirse en un medio dirigido a la clase media (Ríos, 1996) y posteriormente, ya en los noventa aspiraría incluso a tener como público objetivo, el ABC1. (Del Río, 2005 y Díaz, 2006).
Esto implicó que tendría que abandonar como mercado objetivo a su público “popular”, por lo que ideó un nuevo periódico con el fin de cubrir este nicho. Así nace en 1984 La Cuarta.
Dermota (2002, pp 461-462) le ve el “lado amable” a este periódico, en el estrecho contexto medial existente en Chile:
Pobre La Cuarta . Las fotos de mujeres en paños menores y el sensacionalismo son tan repugnantes que incluso los periodistas se rehúsan a ver lo bueno que tiene el diario … en lo que se refiere a redacción de noticias, va al meollo del asunto mucho más rápido que El Mercurio y La Tercera …. y da bastante más cobertura a temas que preocupan al ciudadano común, las actividades religiosas de las organizaciones no católicas, los programas de prevención de drogas comunitarios o las elecciones sindicales.
Agrega en su estudio que el periódico “está dirigido a los estratos económicos chilenos C3 y D (clase media baja y clase baja alta), que representa a un 46 por ciento de la población, pero con menores ingresos disponibles.
Pese el positivo cuadro expuesto por Dermota, debemos hacer algunos matices. Luego de los 17 años de dictadura, la supresión de los partidos políticos, la persecución a los adherentes y dirigentes del régimen depuesto, la satanización de la política y de los “señores políticos” (como solía llamarlos socarronamente Pinochet) y el apagón cívico, cultural y educacional vivenciado, esta cierta amplitud en tratar los temas que tendría La Cuarta es francamente “inocua” para el sistema político-económico dominante, no constituyendo un medio crítico con una visión políticamente “alternativa”, en cuanto a que el público al que va dirigido es el que probablemente más duramente ha padecido las consecuencias (culturales) de la dictadura. Si antes del Golpe las clases populares, al igual que las medias y alta, participaban del debate político y social en Chile, hoy difícilmente estas entienden el meollo de las discusiones estructurales (diversos estudios indican que la mayoría de los chilenos no comprenden lo que leen). Tal vez Dermota no logre advertir que los temas de connotación sexual, la crónica roja, lo morboso, sensacionalista, etc. es lo que gatilla hasta entrado el siglo XXI el éxito en ventas de La Cuarta y que las otras notas, sindicales, de organizaciones comunitarias, iglesias evangélicas, etc., no son otra cosa que el necesario acompañamiento donde las masas lectoras puedan ver reflejado “pintorescamente” sus realidades cotidianas, más sin un tratamiento crítico, problematizador o de cuestionamiento a la estructura política mayor. Sunkel (2001) ha probado que lo que más interesa a los lectores de La Cuarta son los crímenes pasionales, la violencia en su cariz más subjetivo y dramático, matizando que esto más que parecer “sensacionalismo” para los lectores del diario, sería apreciado como “realismo”, lo que hace plantearse a nuestro autor si acaso la etiqueta de prensa sensacionalista no sea solo un prejuicio de la elite. Habría que decir que en esto último, no estamos en pleno acuerdo con Sunkel 2. En tal sentido el tratamiento de lo popular que hace La Cuarta es similar en cuanto a alcances políticos y de clase a lo aquí expuesto sobre los primeros años de La Tercera. Por lo demás, ambos medios vienen de la misma casa editora, COPESA.
En tal sentido, resulta revelador para poder apreciar estas similitudes ver su declaración de principios contenida en su primera editorial. Allí La Cuarta declaraba:
“¿Sabe cual es la idea? Que seamos amigos …. ¿Y por qué va a ser amigo nuestro? Sencillamente porque La Cuarta pretende identificarse con quienes siempre han estado como dejados de la mano de Dios”
….
“Pero los amigos deben ser sinceros y francos y no andar con santos tapados. Por eso le queremos contar la firme desde la partida.
No queremos que esta tribuna se convierta en un foro político. Ni a favor ni en contra de las autoridades. O de quien sea.
Por desgracia, siempre la política es centro de discordia y antagonismo y usted comprenderá que esos sentimientos no concuerdan con la amistad que le estamos pidiendo y le estamos ofreciendo” (2001, p 65)
Ya trazado el como se configuró el escenario medial chileno actual y la trayectoria de la prensa popular de las últimas cuatros décadas del siglo XX, es necesario abordar una reflexión acerca de la actual realidad en cuanto al tratamiento de lo popular por los principales diarios de alcance regional y la consecuente configuración de ideario, que de ellos se desprende.
Desde fines de los 90s, Las Últimas Noticias (periódico editado por la cadena El Mercurio) comenzó, al principio sin que llamara particularmente la atención, a titular con noticias de alto interés masivo, más no siempre consideradas convencionalmente “relevantes” en términos de la prensa seria. No resultaba extraño que cada vez con mayor frecuencia apareciera en portada con titular y foto el “matador” Marcelo Salas haciendo gala de sus hazañas en la lacio del fútbol italiano o alguna información derivada de algún programa o figura de televisión. Esto resultó llamativo y novedoso e hizo que cada vez más lectores, ante la oferta, complementada por los otros diarios, se decidiera por la atractiva promesa del titular de La Últimas Noticias . Este periódico hasta entonces estaba cayendo progresivamente en su nivel de lectoría, estando cercano a la quiebra y sin encontrar una identidad ni a un público cautivo en el panorama medial diario de la época conformado además por el serio El Mercurio , la ascendente y aspiracional La Tercera , la popular La Cuarta y el oficialista La Nación . Alentada por los buenos resultados, Las Últimas Noticias extremó la estrategia hasta el paroxismo, instalando la más desmedida prensa sensacionalista, amarilla o de “farándula”, como criollamente se le llamó, genero de ya dilatada tradición en Reino Unido y Estados U nidos pero que en Chile no se había presentado con tal agresividad. (Díaz, et. al. 2005)
De ser uno de los diarios menos leídos del medio local, Las Últimas Noticias pasó a derrocar a La Cuarta como el de mayor venta en Chile (sin por esto, volverse necesariamente un diario de corte “popular” sino tan solo, “sensacionalista”). Ante esto, “el diario popular” de COPESA debió reaccionar siguiéndole y girando a las noticias de farándula y dejando atrás el titular hasta entonces frecuentemente vinculado a crímenes pasionales o de connotación sexual que había explotado con éxito por más de una década
Pese a ello, La Cuarta conserva las características mencionadas por Dermota líneas más arriba en cuanto al tratamiento e inclusión de noticias y actores con más amplitud que el resto de la prensa diaria y también, con las limitaciones que le sindicamos a continuación.
A su vez, para Las Últimas Noticias y extremado el sensacionalismo, lo “popular” solo será tema en cuanto a lo curioso, patético, morboso, excéntrico o raro. Han sido ejemplos paradigmáticos la “abuelita de Tunick” una mujer adulta mayor que participó en el masivo desnudo fotografiado por el artista norteamericano en Santiago el 2002, u otra señora que en plena protesta en la capital, durante el saqueo a una tienda, no tuvo mejor idea, mientras pasaba por ahí, que robar un mueble mientras era grabada por las cámaras de seguridad del local. Esta última mujer terminó de panelista por exiguas semanas en un programa de farándula transmitido por televisión. Precisamente es la televisión el que de modo más fiel ha seguido y replicado generosamente el formato trazado por Las Últimas Noticias en cuanto a información de farándula, generando críticas en el ambiente, pero también gran audiencia y mucho dinero.
En cuanto a la prensa seria ( El Mercurio , La Tercera y La Nación ): la percepción generalizada que se tiene de ella es que “solo están representados los que tienen dinero, los empresarios que están vinculados con los dueños de los medios y los que tienen poder, es decir los políticos y militares así como los que tienen prestigio, artistas y periodistas” (Rebolledo, 2000).
El tratamiento a lo popular en la prensa diaria impresa de carácter nacional, queda de este modo, atrapado entre un duopolio que a su vez impone una valoración y visión político-económica en el país, al tiempo que, invisibiliza a las clases populares como sujeto noticioso, recluyéndolas a lo policial, delictivo, pintoresco o derechamente exótico; Por otro lado, los dos medios de más importante lectoría en el país, y por tanto, también en las clases populares, son principalmente medios de “farándula”, sensacionalistas reduciendo de este modo la paleta noticiosa que reciben sus lectores, o derechamente, dándole a los temas no “farandulescos” un tratamiento superficial, apelativo meramente a la reacción emocional e inmediatista, a la lectura por entretención, a la información por consumo, y a la supresión del rol periodístico tradicional (El prestigioso periodista Fernando Paulsen señalaría en 2005 que “ Las Últimas Noticias es al periodismo, lo que la pornografía al amor” – Díaz, et. al. 2005 –).
No se ha estudiado con total profundidad el impacto que este tipo de prensa podría tener en la ciudadanía. En otros trabajos hemos deslizado que sería el actual “opio del pueblo” de nuestra época (Díaz, 2006, p 94), y en esto, hemos considerado que el opio fue utilizado como evasión y distracción sino también que constituye un vicio y que se verifica con su consumo un importante deterioro intelectual (también ha sido utilizado como arma –las guerras del opio–). A falta de verificaciones, disgresiones y resultados más académicos, solo podemos deslizar lo preocupante del fenómeno en una sociedad como la chilena en que no solo hay una poca lectura, sino además existe aproximadamente un 70 por ciento que no comprende lo (poco) que lee. Convengamos en que la prensa de farándula no contribuye a una lectura crítica, que permita o estimule el desarrollo de categorías de análisis mayores o complejas y que, tal vez lo peor, desliga a los actores sociales (los lectores) de la contingencia y la agenda noticiosa “seria”, es decir, los debates relevantes con efecto en la vida diaria y el futuro de ellos mismos como sujetos sociales, políticos y económicos. Siguiendo un razonamiento conspiracionista, hay quienes ven en esto un empeño deliberado en usar por parte de poderosos grupos a estos periódicos como “medios de distracción masiva” que hagan que los lectores desvíen su atención de los asuntos estructurales que se discuten en el país, para dejar más libre y manejable la arena política permitiendo a los grandes interesados actuar con menos distracciones, pies forzados y presiones de parte de la opinión pública y la ciudadanía. Para otros como Paulsen, la opción de los grupos de prensa por el periodismo de farándula, no es motivada más que por que es un muy buen negocio, y en eso se acabaría el misterio (2005). No obstante, es posible que, en distinto grado, ambas variables se combinen y “coexistan”.
Este diagnóstico es grave y preocupante si consideramos el rol que deben cumplir los medios de comunicación y particularmente la prensa, en una comunidad moderna y democrática. Como hemos expuesto, nuestra sociedad se encuentra mediatizada entre dos fenómenos cual de ellos más lesivo: la concentración y el duopolio económico e ideológico y la farandulización de la prensa con más lectoría en el país. En ese contexto, el tratamiento a lo popular es insuficiente y lo peor, la configuración de ideario que por su efecto la prensa genera en las clases sociales en general y las populares en particular, resulta nefasto para la promoción de la misma; su inclusión activa (y participativa) en las políticas públicas y temas país; el progresivo retroceso del prejuicio, la discriminación y el estereotipo y el fortalecimiento de la identidad. En suma, el tratamiento e impacto de la prensa en las clases populares es otra muestra de exclusión y desigualdad en nuestra sociedad, cuestión que de no ser subsanada por agentes externos, como gobierno, empresarios de las comunicaciones u otros emprendimientos “exógenos” tal vez solo lo sea por la acción de estos mismos actores sociales, el pueblo, mediante las nuevas formas de comunicación permitida por la tecnología más las capacidades de gestión y organización de los mismos.
Como colofón, valga señalar que hoy, en la prensa diaria impresa de circulación nacional, solo La Cuarta se reconoce como un medio popular. No obstante, la apelación a lo popular es cuestionable, dado que no es un medio que surja por iniciativa de las clases populares, sino más bien como estrategias de segmentación comercial hacia estos sectores. En consecuencia, en Chile no hay prensa popular. No al menos en la prensa diaria.
* Jorge Díaz Arroyo , Profesor de Historia y Geografía, Licenciado en Historia y Licenciado en Educación por la Universidad de Playa Ancha. Es co-editor de la revista Observatorio Regional (www.biblioredes.cl/observatorioregional.cl) y director de la serie documental Historiadores Chilenos Contemporáneos. Se ha interesado en la Historia de la Cultura y las Ideas. Ha publicado diversos artículos en revistas de especialidad.
1Cursivas y negritas en el original.
2 El sensacionalismo, a nuestro entender, sería la apelación fácil a lo subjetivo, como gancho más inmediato o efectivo para ganar la atención del lector o potencial comprador. Sería en este caso, un recurso fácil y efectista, y precisamente por ello sería un eficaz enganche para los “lectores populares”, que por formación o falta de ella terminan siendo los lectores objetivos de la misma (pero no los únicos, necesariamente), en parte, porque es una lectura que les resulta accesible, comprensible y apelante a su imaginario (es un dato de la causa, más allá de cualquier prejuicio, que en Chile la pobreza material suele estar ligada con deficiente o mala educación y por tanto, una limitada capacidad crítica formal, de parte de quienes la padecen). No obstante, no es la única. En un ejercicio más ético y comprometido con los principios periodísticos más tradicionales y “emblemáticos”, sin perder efectividad se podría también hacer un tratamiento más significativo a las noticias. La Cuarta , en nuestra opinión, no lo hace, simplemente por una cuestión de comodidad, pereza, planeamiento y concepción ideológica y los buenos resultados que esta estrategia editorial ha logrado hasta el momento. Podría obtener igual o más respuesta si agregara al periodismo que ya hace, factores o elementos más atingentes y pertinentes a los intereses políticos, sociales y estructurales de las clases populares y a los desafíos que a ellos les depara la sociedad del siglo XXI (y no tratándolos tan solo de forma tangencial), sin por ello perder efectividad de ventas.
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