Monográfico - Revista F@ro Nº 13

Clic Activismo: redes virtuales, movimientos sociales y participación política (falta texto)

Henríquez Ayala, Maryan
Universidad Complutense de Madrid (España)

Recibido: 02 de junio de 2011
Aprobado: 25 de septiembre de 2011

Resumen

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTICS) se han transformado en las principales herramientas de organización y participación política para los jóvenes. Entre ellos el Click Activismo, o activismo en línea se ha vuelto una práctica común, que está despertando el interés en este grupo por transformarse en agentes más activos políticamente dentro de la sociedad. En este marco las redes sociales juegan un rol fundamental para manifestar su descontento ante un sistema en el que no se sienten representados políticamente.

Palabras clave: Click activismo, participación política, Crisis de representatividad, Redes sociales.

Abstract

The new technologies of information and communication technologies (ICTs) have become the main tools of political organization and participation for young people. Click Activism Among them, or online activism has become a common practice, awakening interest in this group become agents politically more active in society. In this context, the social networks play a fundamental role in expressing the people discontent with a system who are not represented politically.

Key words: Click activism, political participation, Crisis of representation, Social networking.

Introducción

Cuando se revisa literatura contemporánea sobre las Nuevas Tecnologías de la información y la comunicación (TICS), es recurrente encontrar conceptos como Crisis y Cambio. Ambas parecen ser parte del repertorio de palabras clave que definen a la sociedad del siglo XXI. Los sistemas políticos, económicos, sociales y de comunicación han vivido una especie de sismo que no solo ha despertado la preocupación de sus grupos más tradicionales, si no que ha puesto en cuestión las bases con las que han regido dichos poderes durante años, dejando ver una cierta falla estructural del sistema actual.  

Este remesón  general, según algunos autores, debe su fuerza a un medio que ha sido capaz de poner en jaque el modelo mediático clásico, que establecía a los medios de comunicación de masas, y principalmente a la televisión, como vías exclusivas y legítimas de información. Hoy, internet ha posibilitado romper con los esquemas unidireccionales de la comunicación televisiva, mediante la cual se mostraba a la sociedad la forma de ver y entender el mundo. Esta máquina de representaciones ha debido compartir su hegemonía con un soporte tecnológico que hace de la comunicación horizontal y el modelo Down – Top sus principales aliados.

El libre acceso a la información, la posibilidad de compartir y generar nuevos contenidos a partir de una red de sujetos interconectados en un entorno virtual común, que no ha podido ser totalmente controlado por los centros de poder (Castells, M., 2009), es la esencia de esta herramienta, que para muchos podría ser un aliado importante para el cambio social.

Pero esta crisis mediática y este auge de internet como medio de comunicación inclusivo y libre, ha tenido como telón de fondo la crisis de los sistemas tradicionales de representación. Tanto los partidos políticos, sindicatos, como las autoridades elegidas democráticamente, son percibidos por la opinión pública como instituciones lejanas, inmersas en una esfera política dominada por los medios de comunicación de masas, rodeada de escándalos por sus vinculaciones con intereses económicos y preocupadas por la conservación de su propio poder.

Además, este quiebre surge en un momento de crisis económica mundial que ha dejado entre ver las carencias del sistema económico dominante, a través de altos índices de desempleo, aumento de la pobreza, endeudamiento, crisis de la educación entre otros males. Para autores como Ignacio Ramonet (2009) este es el resultado de un traspaso de elementos vitales para el desarrollo social, por parte del estado a grupos económicos, financieros y mediáticos mundiales, tras la presión que ejercían instituciones trasnacionales como el FMI, el Banco Mundial, OCDE, OMC en la política económica de estos.

“Por su parte, al favorecer el libre flujo de capitales y las privatizaciones masivas, los responsables políticos permitieron la transferencia de decisiones capitales (en materia de inversión, empleo, salud, educación, cultura, protección ambiental) de la esfera pública a la esfera privada” (Ramonet, I., 2009, p.47). Esto, según el periodista y ex director de la versión en habla hispana del periódico Le Monde Diplomatique, puso el poder real y las decisiones políticas en manos privadas, generando una crisis que empobreció a la población y a los estados, pero que ha sido altamente rentable para los principales inversores mundiales.

Se produce, en palabras de Castells (2009), un cambio en el eje de poder en el que el Estado – nación entra en crisis  y con ello el modelo tradicional de hacer política.

“La democracia moderna representativa se estableció en el ámbito del estado-nación construyendo a los ciudadanos individuales como sujetos políticos basados en la ley. La eficacia y la legitimidad del estado han disminuido por su incapacidad para controlar las redes globales de riqueza, poder e información, mientras que su representación se ve disminuida por la aparición de sujetos culturales basados en la identidad”. (Castell, M. 2009, p.390)

            Es precisamente el surgimiento de estos nuevos agentes sociales, en que centraremos el presente análisis. Su aparición en el escenario internacional global como respuesta a estas crisis generales, viene antecedido de un movimiento que comenzó a gestarse, para algunos autores, incluso desde el mismo Mayo 68, y que se diferenció de las formas y objetivos tradicionales de manifestación, social  y política, por alejarse de los discursos ideológicos polarizados de mediados del siglo XX y dar valor a demandas centradas en la diversidad e identidad.

Nuevos movimientos sociales

Grupos por la defensa de los animales, movimientos gay y lésbico, los que luchan por la conservación de los espacios públicos, por una comida sana sin transgénicos, por una educación de calidad, por una vivienda digna, son solo algunas de las tantas demandas que enarbolan los llamados nuevos movimientos sociales.

Según la caracterización ofrecida por Laraña y Gusfiel en su obra “Los nuevos movimientos sociales. De la ideología a la identidad” (2001), las principales reivindicaciones de estos grupos se vinculan a temáticas con las cuáles se identifican, debido a que incorporan contenidos del ámbito privado propio del sujeto, relacionadas, principalmente, con su forma de vivir la vida, generando un interés que a diferencia de los movimientos tradicionales, se inicia en el plano individual y se proyecta al espacio colectivo. (Laraña, E. y Gusfield, J., 2001)

Junto a estas demandas, también encontramos sectores interesados en temáticas de carácter global, que ponen en cuestión al modelo capitalista contemporáneo, a partir de la denuncia de las malas prácticas laborales de empresas e instituciones trasnacionales, la violación a los Derechos Humanos y la profundización de las democracias, entre otros.

En esta caracterización podemos encontrar, por tanto dos elementos claves a la hora de entender a los nuevos movimientos sociales. Desde la mirada ofrecida por Néstor García Canclini (1984), los intereses de estos grupos se dividen en dos: “a) luchas contra formas de poder, represión y discriminación, principalmente en la vida cotidiana; b) luchas por la apropiación de los bienes y servicios, o sea, en el campo del consumo”. (García Canclini, N., 1984)

Quienes ponen acento en las reivindicaciones relacionadas por problemáticas de la vida cotidiana, son para el autor aquellos que luchan por suprimir las desigualdades sociales, no solo de clase sino también de género, étnicas, entre otras.

Para el caso de los que ponen en conflictos relacionados al consumo encontramos según el propio autor organizaciones de carácter urbano con acento en demandas asociadas al acceso a viviendas, mejor educación, salud digna para todos, etc. 

Pero no son solos sus intereses los que marcan la diferencia de estos movimientos sociales con sus antecesores. Sus diversos orígenes sociales, edades y sexos, en la mayoría de los casos, son parte importante de este fenómeno, al igual que su tendencia a desarrollar esquemas de representatividad directa con estructuras horizontales descentralizadas, que en muchas ocasiones no presenta una identificación política partidista determinada.

Las formas de organización, expresión y acción de estos grupos es también un factor determinante en su caracterización. De la asamblea pasaron a una participación en red que ha tenido a las TICS como sus principales aliadas, por medio de ellas se generan espacios de discusión y participación virtual, sin barreras geográficas, con una inmediatez en la entrega de la información que los ha convertido incluso en nuevas fuentes de información para la comunidad global.                

“Se estarían dando así, nuevas formas de movilización (Bennett et al., 2008), más descentralizadas y ya no tan subyugadas a los dictámenes del partido político, el sindicato o la organización convocante, y con un nuevo tipo de activistas, con una identificación política flexible y unidos a través de redes con menores tensiones ideológicas”( Resina, J., 2010, p.152)

Las redes sociales

De las plataformas multimediales que se encuentran disponibles al público en internet, las redes sociales se han transformado para estos grupos en nuevos espacios para la coordinación de la representatividad política, a través de las cuales conectan sus voluntades en red y difunden tanto reivindicaciones como cursos de acción.

Estas comunidades virtuales rompieron con el mito de que el uso de internet atraparía a los jóvenes dentro de la pantalla, y los desconectaría de su entorno y del mundo. El resultado al parecer fue todo lo contrario, están cada vez más conectados e interconectados con sus pares y con el mundo.

En esta comunidad actual, en el sentido que Pierre Levy (2007) le atribuye a los sujetos que practican la comunicación colectiva en el ciberespacio a través de una relación desterritorializada, transversal y libre, se ha generado una nueva forma de socialización, en la que los sujetos experimentan nuevas formas de comunicación y de producción de información.

Navegando por estas redes encontramos a gran parte de los activistas en línea, aquellos sujetos que hacen del click activismo su medio de lucha, con el cual buscan dar a conocer y visibilizar sus demandas, preferencias y descontento (Sampredro, V., 2005). Estos crean espacios de participación en redes generalistas, o como lo han denominados algunos autores, parapolíticas (Resina, J., 2010), puesto que si bien en ellas confluyen temáticas de diversa índole, suelen aprovechar sus múltiples cualidades y aplicaciones para gestionar contenidos políticos. Fotos, videos, audios, coordinación de eventos y enlaces hacia otras webs y blogs, son solo algunas de las herramientas con las que lucha un manifestante virtual.

La velocidad con la que se difunden informaciones por estos medios gracias a los sistemas de internet inalámbrica, y la utilización de soportes comunicacionales como los  computadores portátiles, la telefonía móvil y los Tablets o Ipad, han facilitado la entrega rápida de la información, no tan solo en su soporte escrito, sino multimedial. La inclusión de las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea en los móviles han posibilitado que aplicaciones como “cargas móviles” de Facebook permitan subir a la red fotografías tomadas con estos dispositivos de manera inmediata, siendo incluso más veloces en la entrega de información que los medios tradicionales. Ejemplo de ello fue la difusión del desalojo en Barcelona de los manifestantes del 15-M, movimiento social generado España, protagonizado por jóvenes descontentos por los altos niveles de desempleo y la falta de representatividad de los sistemas políticos formales o tradicionales, y que se constituye como un ejemplo tanto de click activismo como de participación ciudadana real.  

Para estos colectivos y para muchos autores, el espacio público se redefine y virtualiza, se establece fuera de los espacios políticos tradicionales, se aleja las instalaciones de los partidos políticos y las entidades gubernamentales, los debates dejan de transmitirse por los medios de comunicación tradicionales para posicionarse en un entorno digital, al cual se puede acceder desde cualquier hora y lugar. Es precisamente la facilidad con que se puede opinar e interactuar con los pares uno de los elementos que más ha facilitado la incorporación del ciudadano común a la discusión sobre los temas públicos.

Esa conexión viral, que ya ha tomado el marketing para seducir a los consumidores digitales, es quizá otro factor determinante de su masificación. En sus estrategias de acción el “boca en boca” virtual se transforma en la principal herramienta de los ciber activistas para difundir sus consignas o denuncias en las redes sociales. “Viral (en publicidad) se refiere a la idea de que los usuarios compartan entre sus contactos contenidos divertidos, útiles y/o interesantes”. (Zanoni, L., 2007, p. 86)

Así, post, twits, comentarios, imágenes o videos, firmados con la consigna final “pégalo en tu muro, pásalo o haz click en compartir”, en un leguaje de Facebook, son ejemplo de esta técnica. 

Tras lo anterior, vemos cómo se han modificado los espacios donde se lleva a cabo la acción política, han cambiado las formas de organización y las instituciones se inquietan y comienzan a buscar formas de intervenir o controlar estos nuevos movimientos sociales.

De la pantalla a la calle

Durante los últimos años se ha visto de manera ascendente entre los jóvenes por la participación política, no solo desde lo virtual, sino también en el plano real. Movimientos como el 15- M español, ha tenido al igual que las manifestaciones en Egipto, y otras, su punto de partida en las redes sociales. Estas se transforman en un espacio no solo de discusión y demanda, sino que también en una especie de agitación política virtual que como un zumbido comienza en los entornos virtuales, se transforma en noticia en los medios de comunicación tradicionales por el gran número de adherentes que mueven estas manifestaciones electrónicas para luego dar un salto hacia la calle, situación que no siempre llega a concretarse.

En esta ocasión, podemos identificar la crisis estructural a la que nos referimos al inicio como uno de los detonantes que da el empujón para que la denuncia no se quede solo en una acción de click activismo, que suele desaparecer luego de pasar de “muro en muro”, “Twits en Twits”, y de haber adherido cientos de manos con el clásico signo “me gusta” acompañado de otros tantos comentarios.

Cuando el debate se traslada del espacio virtual a la plaza pública real, como en la antigua Atenas, y en el actual Madrid, Valencia (entre otras), pero ahora sin discriminación de clase social ni género, la perplejidad de los medios de comunicación y de los miembros de los partidos políticos y sus representantes en el gobierno y el parlamento es evidente. Buscan ideologías, clases sociales, instituciones, pero a primera vista son imposibles de encontrar. Muchos han comentado que el gran aporte de estos movimientos es la inclusión social, en el sentido de ser abiertos a todo tipo de demandas, son los llamados “indignados”.

Molestos de un sistema general en crisis, con altos índices de desempleo, con una desigualdad económica importante, con medios de información cuyas agendas informativas se alejan cada vez más de las problemáticas que estos colectivos desean denunciar, generan una organización espontánea, que intenta comunicar lo que los massmedia no cuestionan.

Se transforman en canales de información alternativos, cuestionan y derrumban el monopolio de los Gate Keppers y de la agenda setting, clásicos sistemas en cuya labor se decidía lo que era importante para los lectores, televidentes y radioescuchas. Hoy la agenda se construye en la red, ante la crisis de la prensa tradicional.

Cambios Mediados

El Activimismo on line y los nuevos movimientos sociales ponen de manifiesto procesos de cambios en tres esferas distintas, pero interrelacionadas: las formas de acción, información y organización social. Entre ellas vemos diversas posibilidades de mediar, como lo describe el paradigma de la mediación de Manuel Martín Serrano (2008)

Como se abordó en los apartados anteriores, la aparición y uso del computador u ordenador, así como de otros soportes de comunicación inalámbricos como el teléfono celular o móvil, además de la implementación de internet como la tecnología que posibilitó la interconexión de los sujetos a una red global, han influido en la concreción de una serie de cambios mediados por estas nuevas tecnología, los cuales se enfocan principalmente en esas las tres áreas antes mencionadas.

Así, vemos como desde la perspectiva de la acción, hemos encontrado una serie de transformaciones tanto en las forma de manifestarse, como en el fondo o sustento que invita a la movilización, ya sea ésta en línea o en la calle. Aquellos post, twits, comentarios o “Me gusta” son las herramientas con las que se invita a los cibernautas a discutir, reflexionar y denunciar. Las palabras y las imágenes se transforman en las pancartas, gritos, panfletos y aplausos con la que los activistas marchan por la red y adhieren a movilizaciones con cuyas causas logran identificarse. Estos nuevos cursos de acción se validan entre los internautas y adquieren valor, pues a través de ellos se ejerce la participación social.

Cuando saltan a la calle, por lo general las manifestaciones tienden a ser pacíficas, vinculadas a estrategias más simbólicas que violentas. En terreno, la conexión con el cibernauta sigue siendo fundamental, quienes coordinan las acciones están comunicando constantemente a aquellos que han preferido quedarse en casa o han debido ir a trabajar, para no excluirlos. Del mismo modo, la visibilidad nunca se pierde, un claro ejemplo de ello lo encontramos en las múltiples cámaras que se han instalado por las diversas plazas unidas bajo el movimiento 15-M, que transmiten en directo y en tiempo real por internet todo lo que está ocurriendo. 

La mediación de la información por estos soportes tecnológicos es otro elemento clave a la hora de identificar cambios, no tan solo en el aumento de soportes a través de los cuales se distribuye la información, si no en el sentido que los cibernautas en general le atribuyen a esta.

Hoy los medios de comunicación de masas no son los únicos canales por los cuales se informan los ciudadanos, el uso de las TICS ha diversificado el acceso a la información, principalmente a la relativa a temas políticos. La difusión de los mensajes que interesan al click activismo se realizan por medio de redes sociales y páginas webs no oficiales, como resultado de aquella crisis de representatividad que estos movimientos le atribuyen a los medios tradicionales. “Internet genera una auto- gestionada fuente de información. Posibilita compartir conocimientos y experiencias, que hacen de cemento social para la esfera pública digital”. (Benkler, Y., 2008. En Resina, 2010, p.151).

Por su parte, también se pueden advertir algunos cambios en la organización social, principalmente entre los jóvenes. Estos se han volcado a la red para comunicarse e interactuar con sus pares, desarrollando nuevos usos y prácticas comunicativas, que inciden en el comportamiento de sus entornos más cercanos. Padres, abuelos y hermanos, como su círculo más próximo, han debido incorporar el celular o móvil como medio de comunicación fundamental para interactuar entre ellos. “En consecuencia, han aparecido prácticas sociales, valores y modelos de organización a partir de la interacción entre la comunicación móvil y la sociedad”. (Castells, M. 2006, p. 378)

Sin embargo, creemos que en este ámbito, el de la organización social, se requiere de otros elementos importantes para que se genere un cambio estructural significativo. En ella se encuentran contenidas instituciones como la iglesia, gobiernos, estados, poderes económicos y políticos cuyos valores y principios determinan las representaciones o visiones de mundo que dominan la escena mediática a través de las cuáles se distribuyen estos mensajes. Sería por tanto ingenuo depositar únicamente en el medio tecnológico la fuente del cambio social.

Que entre nosotros se genere una cierta ilusión a este respecto, puede provenir del protagonismo que le hemos otorgado como agente de cambio al aparato y a internet. El objeto se ha cosificado, se ha reificado en palabras de Manuel Martín Serrano (1986, p. 72), se le asignan valores y principios a la máquina,  para convertirla en una especie de mesías mecánico. Entre los más optimistas se piensa que el medio se transformará en un gestor de cambio, por la participación libre que este posibilita y que su libre uso podrá servir para la generación de una sociedad más inclusiva, menos desigual, sin embargo hay millones de personas en el mundo que siguen sin la posibilidad de tener acceso a un computador e internet en casa, e incluso hay muchos que hasta el día de hoy ni siquiera tienen un techo donde dormir.

Pero esta atribución tampoco es gratuita, desde hace muchos años, incluso antes de que los ordenadores pensaran en crearse, se viene implantando en la sociedad la idea de que los objetos tecnológicos posibilitan cambios sociales. Según el proceso histórico en que se analice, el protagonismo de la tecnología imperante corresponderá a la forma en que se conjugan naturaleza, tecnología y cultura. Finalmente, estas determinarán la manera en que el objeto se relaciona con sus objetivos para entregar una interpretación de la realidad. Este análisis sociohistórico es ofrecido por Manuel Martín Serrano en su obra “Las Mediaciones Sociales”.

Del mismo modo, y desde una perspectiva general, el sociólogo Ulrich Beck se refiere a esta constante histórica.

“Bajo estas condiciones de la sociedad de la carencia (se refiere a los denominados países del tercer mundo) se halla y se consume el proceso de modernización con la pretensión de abrir con las llaves del desarrollo científico- técnico las puertas de las fuentes ocultas de la riqueza social. Estas promesas de liberación respecto de la pobreza y de la dependencia que uno mismo no ha causado están en la base de la actuación, el pensamiento y la investigación con categorías de desigualdad social, y en concreto desde la sociedad de clases, pasando por la sociedad de capas hasta la sociedad individualizada” (Beck, U. 1998. p. 26)  

Reflexiones Finales

El click activismo se ha transformado en una forma de manifestación propia de su época. Entre redes interconectadas, quienes lo practican, han captado la atención de la población mundial con diversas estrategias de acción y participación en entornos comunicativos virtuales generalistas, o parapolíticos.

Las redes sociales son el principal punto de encuentro para estos grupos, allí se plasman a través de diversos soportes y aplicaciones demandas y denuncias, se hace un llamado de conciencia desde la virtualidad, para dar a conocer, poner de manifiesto, visibilizar las injusticias y desigualdades sociales por las que están luchando, instar al cambio, tentar a la participación y la inclusión. Hasta el momento, en algunas ocasiones, lo han conseguido.

El poder de convocatoria que se generan en estos espacios, en el caso de las manifestaciones virtuales, suele ser numerosas. Pero su correlato en el plano real no siempre recibe la misma respuesta. Causas, ambientalistas, feministas, de defensa de los animales coordinadas por internet, tienden a tener más adherentes en la red que en la calle. El click activismo, suele ser calificado como una práctica retórica pero poco comprometida, no obstante, ha ido encontrando su contraparte en movilizaciones como las del 15-M, las de norte de áfrica, o las producida en España tras la atribución de los atentados del 11-M a ETA, por parte del gobierno de turno (PP).

Lideradas por jóvenes autodenominados con conciencia política no partidista, mantienen la ilusión de desarrollar un colectivo que busque identificarse con todos, pero que no se cuadre con ninguna institución política tradicional en particular, luchan por hacer visible el descontento ante el poder imperante, la falta de representatividad de las instituciones y ponen de manifiesto la necesidad de gestar políticas públicas que los tomen en cuenta. Pero para algunos autores “sus resultados y efectos finales podrían ser muy limitados, debido al mencionado carácter expresivo y (a) esa identificación política flexible que opera a través de canales de comunicación personal” (Bemmett, et al. 2008)

Parece ser determinante a la hora de lograr que una manifestación virtual se vuelque a las calles, un escenario mayor de crisis, de inestabilidad que abarque intereses más generales que los de las causas identitarias. Al menos estos elementos coinciden en los tres ejemplos expresados anteriormente, y particularmente en el caso de Libia, la presión de organismos internacionales también juega un rol fundamental.

Sin embargo, cuando se baja a la calle, mantener el entusiasmo de la agitación inicial de las manos con el pulgar hacia arriba característico de la red social se hace difícil. Los días pasan y la resistencia de la gran masa se va debilitando, a veces en número, otras en cohesión. La atención inicial de los medios de comunicación tradicionales decanta, como es propio cuando lo que se muestra incomoda a quienes están en el poder.

Se consigue generar en la sociedad la necesidad de llevar a cabo una acción social para expresar el descontento. Por tanto, logra visibilizar y poner de manifiesto, se podría  transformar en una vía para gestar un cambio social, pero es difícil pensar que se constituya como un detonante.

“Las personas jóvenes ocupan en la sociedad una posición que les capacita para enfrentarse con el poder, pero no para ser una alternativa al poder […] Sin embargo Marcuse está en lo cierto cuando señala que las discriminaciones relacionadas con las edades y el sexo pueden tener consecuencias que lleven a cuestionar el funcionamiento del sistema social en su conjunto” (Martín Serrano, M. 2008, p. 13). Y ya lo están cuestionando.

El uso y manejo de las nuevas tecnologías es por ahora un factor importante para seguir la lógica de estos nuevos movimientos, su utilización masiva aun se adscribe a un sector determinado de la población, lo que puede ser un factor importante a tener en cuenta si se quiere medir la efectividad de estos.

Por otra parte, muchos creen que si bien la participación en línea es mucho más cómoda y con menos riesgos que la participación real, existen quienes aseguran que las redes sociales son hoy el principal medio de vigilancia en la red. Ya lo afirmaba el fundador de wikileaks, Julian Assange, "la máquina de espionaje más horrorosa jamás inventada", haciendo referencia a que Facebook es una base de datos que puede ser fácilmente accesible para las agencias de espionaje estadounidenses.

Lejos de lo alarmante que puede sonar esta advertencia, la libertad que se le atribuye a internet y en especifico a las redes sociales suele ser cuestionada tanto por la forma en las que las empresas de publicidad pueden determinar patrones de consumo, acceder a los contenidos de interés del usuario, como por la posibilidad de que los contenidos que allí se publiquen puedan ser eliminados por los controladores de la plataforma, si consideran que la publicación ha infringido las normas de uso.

Vigilados o no, la crisis de los aparatos tradicionales a través de los cuales se canalizan formalmente las demandas sociales al sistema político, es evidente. Ante el interés de los nuevos actores sociales por conseguir una democracia más participativa y una inclusión en la toma de decisiones, el click activismo se vuelve una opción viable para convocar, organizar y difundir el movimiento. Sin embargo, es importante que la participación social no se encierre en los canales virtuales para que pueda transformarse en una voz real para estos movimientos.

Es importante también tener en cuenta que si bien el activismo en línea abre oportunidades para una acción colectiva autónoma, la fragmentación y diversidad de los nuevos movimientos sociales, impide que se configuren como espacios u opciones de representación estables, tendiendo hacia movilizaciones eventuales o coyunturales (Garretón, M., 2002).

Este último factor es fundamental a la hora de analizar su proyección  como actores sociales que posibiliten un espacio permanente de discusión para la ciudadanía, y se transformen en una alternativa de participación política, que incida en la toma de decisiones en torno a sus temáticas de interés. Del mismo modo, sus propias demandas y acciones no han logrado, aún, desestabilizar o constituirse como una propuesta política alternativa al neoliberalismo.

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