Tesis - Revista F@ro Nº 13

El nuevo mensaje en el cine chileno: entrevista a tres cineastas nacionales

Miguel Chamorro Maldonado
Universidad de Playa Ancha (Chile)

Resumen

En los últimos cinco años, el cine chileno ha experimentado un notable cambio desde el punto de vista del mensaje que se ve en él, que no es otra cosa que una manifestación llena de sensaciones, emociones u observaciones que realizan los directores sobre cómo están expresando los sentimientos las personas que interactúan en una sociedad contemporánea consumista que atrapa la libertad de los individuos.

A través de una mirada reflexiva sobre las películas, En la Cama de Matías Bize, La Sagrada Familia de Sebastián Lelio y El cielo, la tierra y la lluvia de José Luis Torres Leiva, se desarrolla una entrevista a sus directores para conocer el comportamiento de sus personajes y la reflexión que comunican con sus respectivas filmaciones.

Palabras clave: cine chileno, mensaje, discurso, identidad.

Abstract

 In the last five years, the Chilean cinema has experienced a notable change from the point of view of the message that one sees in him, which is not another thing that a manifestation fills with sensations, emotions or observations that the directors realize, on how are expressing the feelings the persons who interact in a contemporary consumer company that catches the freedom of the individuals.

Across a reflexive look on the movies, In the bed' s Matías Bize; Sebastián Lelio's Sacred Family and The sky, the land and rain's Jose Luis Torres Leiva, develops an interview to his directors to know the behavior of his prominent figures and the reflection that they communicate with his respective filming.

Key words: Chilean cinema, message, speech, identity.

Fundamento

Estudiar el cine chileno se ha convertido más que un interés, casi en una obsesión, pero no por su calidad u éxito que demuestra una incipiente industria, sino más bien, deprime la falta de interés del público local por conocer la cinematografía nacional.

Cuando pregunto a mis alumnos cuántas películas han visto en los últimos dos años, la sorpresa es mayor, pues de 25 estudiantes, sólo uno ha visto algo de cine chileno, principalmente “El Chacotero Sentimental”.

La respuesta no es sorprendente, la verdad, porque efectivamente el cine nacional sufre aislamiento de público en las salas. No es menor que, por ejemplo, en cartelera estén apenas tres semanas y en un horario poco cómodo para el público (entre las 14:00 y 17:00 horas, pues estos no son horarios prime ni menos, masivos).

Pero eso también ocurre a nivel de industria y logística, pues para que la película logre llegar al público, es necesario afinar la historia, el relato o argumento que nos cuentan los directores nacionales.

Entre el 2005 y 2009 hubo 75 estrenos[1], siendo el mejor año de producción el 2008. Los títulos han sido variados, desde películas taquilleras, dramas, comedias, historias simples y animaciones. Dentro de este grupo, muchas de esas producciones son de directores jóvenes que buscan una nueva forma de comunicar sus películas: ambientes cerrados, paisajes abiertos, locaciones al aire libre, estados de ánimos, silencios o tristezas.

Ese conjunto de estados de ánimos es lo que me lleva a ver detenidamente las películas chilenas de los últimos cinco años para observar comportamientos, diálogos, acciones de los personajes y contextos en que estos se desenvuelven para visualizar paralelamente la realidad del país.

Así, de esa realidad observo actos singulares en dichas películas, pues en la memoria me quedan recuerdos sobre nuestros ánimos y comportamientos. Esto permite adelantar que mi búsqueda no es en vano.

El cine nacional se encuentra en ese estado, latente, en pausa, con dichos como la existencia de familias separadas, personajes con descrédito, situaciones de soledad y una profunda amargura, entre otros comportamientos individuales.

Esas acciones son las que me llevan a analizar con mayor profundidad e interrogar a tres cineastas para encontrar respuestas sobre el mensaje que están emitiendo los nuevos directores nacionales. El lograr esa respuesta, me permite entonces, concluir qué es lo que está comunicando el cine chileno y por qué, entonces, se nos habla de “estados de comportamientos” y ya no grandes discursos nacionales, o historias masivas, épicas y exitosas.

Trabajo de Campo

Entrevistas Realizadas: el siguiente cuadro da cuenta de las entrevistas realizadas en la presente investigación:

Nombre

Oficio

Institución

1

Matías Bize

Cineasta

Independiente

2

Sebastián Lelio

Cineasta

Independiente

3

José Luis Torres Leiva

Cineasta

Independiente

Criterios de Selección de los entrevistados

     Por criterio de inclusión, éstos debían ser cineastas, escogidos en forma voluntaria de acuerdo a su disponibilidad de tiempo y participación de la aplicación de la entrevista en profundidad. Por normativa, debían estar involucrados con el área de la realización audiovisual desde el punto de vista de la formación, realización, estudio, opinión y gestión. De esta forma, se les invitó en forma voluntaria a participar de una entrevista grabada cuyas respuestas se concibe como material de reproducción.

Entrevista 01: Matías Bize

¿Cómo observas el discurso del cine actual?

A mi juicio el discurso debería ser muy variado, a mi no me gusta que haya una línea en el cine chileno, me parece interesante la diversidad, no me gusta lo específico que hable de ciertos temas. A mi me gusta que cada autor o que cada director hable de sus temas personales, ya sea en una comedia, en una película de vampiros o en un drama como el caso de mis películas. A mi una película me parece interesante cuando hay un director detrás de esa película, que está hablando de su mundo, de los tema que a él le interesan, entonces por eso es bueno que hayan distintas películas como distintos directores que están detrás de esas películas. A mi me gusta que exista la diversidad, que no haya solo un tipo de cine chileno, sino que hayan muchos autores hablando de distintos temas. Yo veo la variedad, las películas de comedias, las de géneros, no hay películas de una sola línea, no me gustaría que el cine chileno fuera sólo de una sola línea como lo que ocurre en Brasil – favellas, pistolas – que llegan, pero el cine chileno es mucho más que eso, es lo que se exporta como el cine Iraní, eso es lo que a uno le llega un. Veo al cine chileno como a cosa mucho más amplia.

Y las experiencias de vida, ¿pueden ser un referente para armar una nueva identidad en el cine chileno?

Totalmente, mis películas son así, son contadas de una verdad, no es mi historia, no es mi biografía, pero es mi mundo, son mis amigos, son mis amigas, la gente con la que yo me relaciono, así veo yo al cine, contado de esa verdad.

¿Crees que el cine chileno de los últimos cinco años tiene vida?

Sí, han aparecidos directores jóvenes, escuelas de cine, universidades que dan la carrera de cine lo que es interesante como movimiento, pero tiene que perdurar en el tiempo que no puede ser una moda o una cosa menor, la idea es que esos directores no hagan solo una película, sino tres, cuatro, que vayan creciendo. Yo siento que aprendo con cada película que hago y un director se forma haciendo películas.

Lo que habría que mejorar es intentar hacer buenas realizaciones; yo no soy partidario de que apoyemos el cine chileno, porque es el cine chileno y creo que hay que ir a ver una película cuando es buena y cuando es mala no porque hay que ir a verla, cachai, ya sea chilena o de afuera. Lo que tenemos que mejorar es ir haciendo buenas películas cada vez más, cosa que tiene que ver con una formación con tiempo, con recursos, con miles de factores.

¿El contexto por el cual vive un país, es una herramienta para contar una historia? ¿Lo asocias con esa diversidad que presenta el país en algunos aspectos?

El contexto habla de algo también, quizá ahora no tenemos la distancia para verlo, pero después, siento que mis películas hablan de un momento que vive el país, con lo transitorio, el miedo, el dolor y eso habla del país también. De alguna manera, no tan clara, pero quizá con el tiempo se va a poder ver también que así era el país en ese momento. Sí, tiene que ver con las situaciones. Claro, hace un tiempo con la dictadura había una cosa común mucho más fuerte contra que luchar, pero ahora siento que hay temas más personales que es lo que estamos viendo, temas de relaciones, de crecimiento, cada uno tiene temas en relación a coyunturas urgentes como era antes.

¿Cuál es el tipo de película que quiere ver el público chileno?

Una película buena generalmente. Muchas veces se habla que el público quiere ver una película simple que no intenta exigirle más, pero el público es mucho más inteligente de lo que se cree. Una película buena, bien hecha, que sea emocionante con una buena estructura. No se puede decir que el público chileno quiere reírse y ver comedias, por lo menos no es lo que me sucede a mí. Mis películas tienen súper buena acogida y la gente me comenta muy bien. Esta última película (La vida de los peces), lleva cinco semanas en cartelera y va súper bien, siendo que el tema de las salas está difícil para una película donde Toy Story  llega con cuatro copias, pero ahí estamos. Lo que yo siento es que el público espera una buena película.

Entrevista 02: Sebastián Lelio

¿Cómo observas el discurso del cine actual?

Es un momento de gran diversidad, se están haciendo muchas películas y son películas muy distintas entre sí. No es así como el cine rumano que la suma de esas películas pareciera tener un programa discursivo. Pero eso pasa porque hay una historia cultural y social distinta. Acá no se da así y no se va dar tampoco, pero sí podemos observar momentos de entusiasmo de ebullición y de búsquedas distintas que lo hace ser un momento estimulante. Cada cual está clavando su propio clavo y buscando su propio poso petrolero, pero en lugares distintos. Esa es la gracia de esa diversidad que es buena.

Y las experiencias de vida, ¿pueden ser un referente para armar una nueva identidad en el cine chileno?

Afluentes para potenciar una posible historia hay muchas. Uno de ellos, y quizás la más fuerte, sea la  personal en primera o tercera persona de lo que uno vive o escucha, de lo que uno ve o sabe que al otro le pasa, y a partir de eso se hacen muchos relatos. En mi caso las tres películas que yo realicé vienen directamente de cosas que me pasaron, que escuché o que supe. Ahora, que eso se convierta automáticamente en películas que hablan de nuestra identidad, no es una cosa que sea per sé, es decir, convertir eso en un dispositivo que sea capaz de decir cosas sobre lo que somos es un problema distinto, como una etapa dos. Se puede generar identidad con historias que ocurren a partir de cosas ficticias como el caso de Raúl Ruiz.

Por ejemplo en La Sagrada Familia yo estaba preocupado de pensar un dispositivo que fuera capaz de sacar chispas de sentido sobre un montón de cosas distintas, entre ellas, la identidad nuestra, por eso esa improvisación, la forma de dirigir a los actores, porque lo que emana en una improvisación es muy inconsciente y en esos diálogos como inevitablemente hay como una especie de carga de lo que somos, que no están mediatizados por el discurso del autor guionista que quiere colocarle palabras al personaje, sino que de alguna manera ahí el actor dice cosas y en ese decir cosas son como un cofre que contienen muchos elementos de cómo funciona la cabeza nuestra como grupo cultural los chilenos, pero para mí eso es un ingrediente más, no es lo medular.

¿Crees que el cine chileno de los últimos cinco años tiene vida?

Sí. Cuando yo veo Tony Manero, cuando veo El Pejesapo, El cielo, la tierra y la lluvia, Ilusiones Ópticas, Turistas, Sábado, las películas que son de la edad de uno, más –menos logradas, yo siento que ahí hay mucha hambre y eso es vida. Hay que seguir atrayendo esta especie de energía que, de repente se tomó del ambiente de que era posible hacer cosas y que había que dejar de lloriquear y que gracias a la tecnología digital ya no hay excusa para no filmar. De verdad hoy podis hacer una película ahí, y en ese sentido estamos muy bien, porque se está filmando. Ahora, si es un cuerpo coherente o no, para mí es harina de otro costal, preocupación que tendrá que hacer alguien más adelante que no esté desde el hacer, sino de analizar, pero uno como director no puede ser arte y parte.

¿El contexto por el cual vive un país, es una herramienta para contar una historia?

Yo creo que se puede hacer una película a partir de cualquier cosa, de lo que sea. No creo que en Chile haya algo distinto a cualquier otro lugar, porque tiene la riqueza que tiene cualquier sociedad, la complejidad, las contradicciones, la injusticia o la dimensión hilarante que tiene cualquier país, entonces tu podis sacar una película debajo de una piedra, no creo que la realidad chilena sea distinta a cualquier otra en ese sentido. De alguna u otra forma las historias que se cuentan, pertenecen a su tiempo y las circunstancias de las que emanan.

Entrevista 03: José Luis Torres Leiva

¿Cómo observas el discurso del cine actual?

A partir del año 2005 como que hubo toda esta explosión de cineastas jóvenes con propuestas muy personales y diversas también como fue Sebastián Lelio con La Sagrada Familia o Alicia Sherson con Play como ejemplo y creo que fue bien notorio como esta necesidad de hablar temas muy distintos de lo que se venía hablando en el cine de fines de los 80 o comienzo de los 90. Se hablan de cosas más personales y las historias son como más cercanas a los realizadores, cosa que a ellos mismo les afectaba o también pertenecían a su entorno. Eso fue bastante positivo, porque muchos cineastas estaban hablando cosas muy personales, entonces se les da como un sentido especial a sus historias a como ellos la cuentan.

Y las experiencias de vida, ¿pueden ser un referente para armar una nueva identidad en el cine chileno?

Sí, eso se observa bien reflejado en las últimas películas que hablan de temas que fueron vividos por sus realizadores o están a la par de esas historias y de alguna manera nacen de historias bien profundas de cada director. En mi caso funciona así también, que nacen de experiencia personales.

¿Crees que el cine chileno de los últimos cinco años tiene vida, está en crecimiento?

Está en crecimiento y en constante aprendizaje. Yo creo que esto que se quiera armar una industria con el cine chileno y que tiene que responder más a las necesidades del público, eso es una utopía que es difícil de cumplir, ya que hay cinematografía que llevan muchos años y con una tradición como la norteamericana, no se puede hablar bajo esas perspectivas, pero nuestro cine está recién comenzando y en vez de preocuparnos de esos puntos, deberíamos poner atención en ir avanzando en las propuestas cinematográficas y el porque estamos contando esas historias también para hacer reflexión en ese sentido.

¿El contexto de un país, determina mucho la realización de una película o sola pasa por una cuestión personal?

Yo creo que es una mezcla de las cosas, porque al estar viendo en una sociedad todo lo que ocurre, te afecta, ya sea personalmente o comunalmente y eso está reflejado en las películas que tu quieras hacer. Yo siento que el cine responde de alguna manera no como a una cosa industrial para entretener al público, sino que nace como una necesidad de querer expresar lo que está viviendo un país. Eso es lo que nace desde un director.

Conclusión

 De las tres entrevistas realizadas, se marcaron ideas convergentes de todas las respuestas para lograr conclusiones determinantes sobre el estado actual del cine chileno, en términos de las modificaciones que presenta su identidad en los últimos cinco años, además del factor comunicante.

Los cineastas observan en nuestro cine una diversidad amplia, heterogénea e intimista marcada por una nueva generación que desarrolla este arte de acuerdo a las propias vivencias de vida que experimentan. Esto trae como consecuencia un cine individual, casi autoral en el que los realizadores exponen más sus vivencias personales por sobre temáticas país. Las diferencias son enormes respecto a la década del 90, donde el nuevo siglo ha marcado a los cineastas por expresar sentimientos personales, historias extraídas de un mundo casi silencioso que observan en lo cotidiano.

Sin embargo, dentro de esta diversidad en temáticas personales también hay películas de género que demuestra el entusiasmo por realizar y mostrar no importando la factura o calidad de la película: comedias, drama, acción o terror, un espectro que marca el gusto por elegir. En lo cuantitativo no cabe dudas que el cine ha mejorado, pero como resaltan también los entrevistados, lo cualitativo es fundamental a la hora de apuntar que una película es buena cuando refleje a la sociedad chilena. En estos  momentos el cine chileno carece de ese aspecto debido a que predomina la idea de resaltar condiciones vivenciales del individuo por sobre una mirada país. Es posible que las condiciones propias del sistema que impera en la actualidad a nivel mundial y nacional, todo lo que se crea, es desde una mirada individual donde reina la competencia, ya que el propio mercado determina el éxito de dicha producción. Por lo mismo, el modelo que presenta el cine actual de nuestro país se refleja en los estándares similares a lo que se observa en la Televisión: estructuras con personajes y esquemas poco innovadores que repite el cine del show televisivo.

El cine chileno de los últimos cinco años no muestra una homogeneidad en sus temáticas, ya que hay un desinterés por el Chile de hoy como tema país. Por sobre esto, se resaltan otras variables en el que, las estrategias se planifican de acuerdo a las propias políticas del Estado por amar proyectos industriales de una actividad que aún no alcanza dicho estado.

Los grandes relatos – mega relatos, hiper textos -que implica mirarnos hacia nosotros mismos con una profundidad seria e investigativa están fuera del alcance de la ficción actual. Es el documental, en este aspecto, que le lleva una delantera a la ficción donde tiene mayor capacidad de observación y actúa de forma más independiente, ya que los realizadores fijan sus metas en los filmes de ficción buscando el éxito de la taquilla y vender un producto en el extranjero. De allí el afán por conseguir buenos resultados en festivales, camino que no se cuestiona, pero si llama la atención el fuerte apego a las condiciones que exige el Estado para que una película tenga éxito: producto de venta en el extranjero, algo que han incorporado los cineastas de esta última generación.

El país se abrió al mundo a partir del primer gobierno de la Concertación y el cine comenzó a adoptar su política: crecer para exportar y negociar. Esto ha generado que los cineastas estén día a día pensando proyectos para recibir el apoyo del Estado que se hace más dinámico en estos últimos años al tener una generación que se hace cargo de los cambios tecnológicos, y permitir desarrollar obras con menor presupuesto, privilegiando los estrenos por sobre la calidad para colocar experiencias personales en sus relatos.

El cine de hoy es un problema de la comunicación del mundo exterior que expresan los cineastas en reemplazo de una comunicación propia llevada por la soledad, dolor o decepciones, de acuerdo a la información que se desprende en las entrevistas realizadas a los cineastas.

 Para graficar de una manera clara, nuestro cine dentro de su historia se ha caracterizado por presentar grandes bloques que se mueve de acuerdo a su propio contexto en el que se desarrolla. El cine de los último cinco años confluye en el periodo de la Nueva Generación de las TIC's en el que combinan el desarrollo de sus películas con un lenguaje propio y una forma particular para manifestar el arte de su obra. En este sentido, los directores Matías Bize y Sebastián Lelio tienen una particular forma de hacer sus filmes, de acuerdo al plano y secuencia de la cámara e historia argumental que, como ellos mismos lo han dicho, son historias verdaderas e íntimas de su propio entorno.

Para el caso de José Luis Torres Leiva, la situación es similar, pero la diferencia está en que su cámara se detiene sobre los objetos para admirar los paisajes y naturaleza que representa esa poesía y soledad del tiempo.

Cada uno de ellos, de acuerdo a su propia realidad y como sienten el cine, la realización es una constante aprendizaje de una actividad que no es industria audiovisual consagrada, pero que se esfuerza por sacar adelante la disciplina al desarrollar realizaciones que son de su propio gusto e inspiración, historias sacadas de sus coyunturas vividas en el día a día.

Referencias Bibliográficas

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MATÍAS BIZE (2005). Película En la Cama.

SEBASTIÁN, LELIO (2006). Película La Sagrada Familia.

JOSE LUIS, TORRES LEIVA (2008). Película El cielo, la tierra y la lluvia.


[1] Cámara de Exhibiciones Multisala de Chile A.G.